Bilbao - “Si vamos a pasar las vacaciones en Euskadi, mejor en julio y agosto”. Es el consejo del meteorólogo Edorta Román, que pronostica para esos meses un tiempo cálido, por encima de la media, y estable. En junio, en cambio, se va a mantener la inestabilidad de esta primera mitad de mes. “Junio va a ser un poco más fresco y tormentoso. El tiempo va a ser variable, como está siendo hasta ahora, pueden salir tres días de calor y dos de tormentas”, explica. Apasionado de la meteorología, a Román no le importa responder al asedio de conocidos y vecinos, cuyo interés por el clima crece en estas fechas. “Me preguntan mucho, sobre todo en esta época del año por el tema de las comuniones. Desde marzo, abril, todo el mundo me pregunta por el tiempo y yo, encantado”, asegura, con una sonrisa.

Para él todo comenzó con la serie Cosmos, de Carl Sagan. “Desde pequeño me habían gustado las estrellas, pero mientras estudiaba Física en Barcelona me di cuenta de que para ver las estrellas había que saber qué tiempo iba a hacer. Así, de una pasión nació otra, la meteorología”, explica. En 1999 montó, junto a otros dos socios, la empresa Sirimiri Meteoconsult, ahora MeteoBit.

Román habla con la misma pasión de los modelos de predicción como del fenómeno el Niño. Explica que, desde mayo de 2015, cada mes ha sido el más cálido de la serie histórica. El año pasado, incluso, fue el más cálido en el conjunto del planeta desde que a mediados del siglo XIX empezó el registro internacional de temperaturas. “Tenemos una inyección de calor terrible en la atmósfera, debido al Niño y al cambio climático, y con eso es fácil predecir que tendremos un verano caluroso. Pensamos que no va a ser tan cálido como el anterior, pero sí que va a ser un verano de los cálidos, a excepción de junio”, sostiene.

El fenómeno el Niño es el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico y ocurre de forma más o menos cíclica, “cada cuatro, cinco, siete años”. El de 2015-2016 ha sido uno de los más fuertes de la historia -el fenómeno ha concluido ya; de hecho, nos encontramos en la fase de la Niña, es decir, el enfriamiento de las aguas-. “La intensidad del Niño se mide por valores que van del 1 al 2,5. Niños por encima de dos ha habido cuatro en cincuenta años, en 1972, 1982, 1997 y este último, que ha sido de los más intensos. Ha llegado al 2,3. Ha sido un superniño”, sostiene.

El fenómeno afecta, principalmente, a la zona del Pacífico, aunque, en menor medida, sus efectos se sienten en otros rincones del planeta, como Europa. “No está muy claro todavía cómo afecta a Europa, pero sí afecta. ¿Qué es verdad? Que el verano pasado fue muy cálido”, sostiene. Y lanza al aire dos cuestiones: ¿los Niños van a ser más superniños debido al calentamiento climático de origen humano? ¿Qué relación hay entre el calentamiento de las aguas del Pacífico con el calentamiento climático? “Ahora hay dos efectos superpuestos, el superniño y el calentamiento climático que cada vez va a más. Y la pregunta es, ¿va a haber más superniños? La respuesta es que parece que sí”, concluye.

Desde hace unos años, cada ola de calor, inundaciones u otros efectos climáticos adversos son observados con preocupación, tanto por parte de la comunidad científica como por los ciudadanos. Y es que el cambio climático planea siempre de fondo. Sin embargo, Román matiza: “Yo soy un poco crítico con esta cuestión. Creo que los que nos dedicamos a temas de atmósfera tenemos una tendencia a explicarlo todo en función del cambio climático, pero la mayoría de las cosas que ocurren en la atmósfera son una suma de efectos. Esta semana ha subido la temperatura, ¿es por el cambio climático? no. La atmósfera varía y olas de calor ha habido siempre”, sostiene el meteorólogo vasco. “El cambio climático está de fondo y puede intensificar alguno de los efectos climáticos. En la historia de la humanidad siempre ha habido inundaciones, olas de calor, de frío; lo que ocurre es que, ahora, influye la actividad humana, y en el sentido amplio. Influye mucho la ocupación del terreno, somos depredadores de suelo y eso también afecta”, explica.

Y pone varios ejemplos: “No es lo mismo que ocurra una situación de lluvias intensas en un bosque, en un lugar de vegetación, que hace de esponja, que en una zona de asfalto, ahí se forman ríos. Esto no afecta directamente a la atmósfera, pero sí afecta cómo se comportan los efectos naturales. Por ejemplo, cuando hay inundaciones, los efectos son más graves porque el mundo está mucho más urbanizado. La ocupación de zonas de ríos y costas tienen sus consecuencias. No es solo que emitimos gases de efecto invernadero, sino que hacemos un uso negativo del suelo”. Y un último ejemplo que ilustra a la perfección algo que suele ocurrir en estas fechas: “Los termómetros tienen que estar a un metro del suelo y sobre zona verde. Esto no se cumple nunca. Así que cuando vemos imágenes de termómetros que marcan 40 grados en Bilbao, no es que haga 40 grados, esa temperatura es también efecto del calor que genera el asfalto, el tráfico, etc”.

El tiempo, de moda El espacio dedicado a la información meteorológica ha ganado cada vez más espacio en los informativos, y es que el tiempo importa al ciudadano, y mucho. “Esto es un poco influencia americana, ellos dedican mucho tiempo a la información meteorológica porque es un país que vive asediado por los fenómenos naturales”, explica.

“Se da el caso de que en Euskadi, además, hay mucha variabilidad. La pregunta sobre el tiempo es muy común, nos influye en el ocio, en el día a día. Por eso hay un poco esa necesidad de conocer el tiempo”, añade. “Y las predicciones son cada vez más precisas”. Según el meteorólogo vasco, una predicción a tres días es muy fiable, a cinco incluso si el tiempo es estable. A partir de ahí, la fiabilidad baja notablemente. Así que, concluye, que la información del tiempo para toda una semana o quince días que ofrecen, por ejemplo, los móviles no ofrece garantías.