El último mohicano es mítica película de indios contra blancos que presenta la desaparición del último habitante de una tribu masacrada por los rostros pálidos, a finales del siglo XVIII. La vida ofrece numerosos últimos mohicanos, y siempre alguien tiene que hacer de furgón de cola, alguien tiene que apagar la luz, alguien tiene que echar la persiana.

Patataland es el territorio donde hace casi cien años comenzó a explotarse la patata de siembra y consumo, unida en el imaginario colectivo con esta bendita tierra que ocupamos, compañeros del alma. Y los más veteranos recordarán la puesta en marcha de la granja de Iturrieta con el gran dictador cortando el lazo inaugural. La relación Araba/patata no se esconde en la noche de los tiempos y el apodo patatero es más ingeniosa ocurrencia de algún chisgarabís que consecuente apelativo arrastrado por la historia. Patata, remolacha, cereal y vid son los anclajes de la economía primaria alavesa de nuestros días, que sufrió un revolcón con la poderosa industrialización.

En tierras limítrofes con Burgos inca las rejas del arado un agricultor llamado a ser el último mohicano de la patatería. Hace unos días, con motivo de la anual feria patatera, asomó a los micrófonos de Radio Vitoria en el programa Alguien te está escuchando, cantó triste lamento de ser el último agricultor de patata de siembra de la zona y explicó que la patata se quedaba para la Llanada y la Montaña en una situación de regresión, impuesta por los tiempos que corren. Así que las ingeniosas mentes vayan pensado apelativo distinto para los aborígenes de esta tierra camino de la Meseta. Los patateros se extinguen, al menos, en algunas zonas del territorio. Rubén Alaña, el último mohicano de la patatería.

despechos en los partidos Y cambiamos de asunto. Los partidos políticos son piedra angular de la política, y a partir de estos se organizan las instituciones democráticas. Desde la Transición a hoy, son numerosas las situaciones incómodas, lacerantes y difíciles por las que atraviesan cargos que en un momento tuvieron poder y mando y ahora transitan olvidados por el exilio, la depresión o la angustia del olvido.

Los partidos se rigen por normas, reglamentos, cláusulas y sistemas de orden interno, que se dan a sí mismos. Los malos modos, navajazos, zancadillas, empujones y codazos se quedan en la dinámica diaria y al que le toca, mala suerte. La pelea, el combate, la disputa por el poder es ocasión para que los políticos/as muestran sus modos de comportamiento y ética profesional, que no suele ser dechado de generosidad y que en nuestra tierra se puede hacer lista de caídos en el combate interno de todos los partidos, cainitas por naturaleza. Hagan memoria y les saldrá pelotón granado de fusilados.

Cientos y cientos de políticos caen en la cuneta, víctimas de despechos, envidias y celos que sienten en sus carnes, como anteriormente las hicieron sentir a otros colegas. Sobran nombres de políticos que fueron, tuvieron su momento de esplendor y ahora vagan como almas en pena, olvidados del nuevo poder que ya no cuenta con ellos ni para rellenar sobres de propaganda electoral. Cosas del negocio político que muestra pelea descarnada por la poltrona, coche, tarjeta, presupuesto, amiguitos y demás parafernalia que un día hará pim, pam, pum.

‘trebiño araba da’ Y pasamos a otro asunto. Los representantes del Condado de Trebiño se han reunido con el nuevo y flamante diputado general, a quien han presentado sus cuitas y cotidianos problemas de un territorio en tierra alavesa, pero castellano por herencia administrativa.

Son cosas de la geografía y del destino que ha dejado como incómodos legados estos enclaves que solamente se solucionarán con decidida voluntad política de modificar el status territorial. Diputación y Gobierno Vasco podrán arreglar, que no es poco para los ciudadanos de carne y hueso, algunas concretas peticiones, pero la demanda mayor, la que canta hasta la saciedad Trebiño Araba da, esa parece imposible de satisfacer, por mucho referéndum vecinal que se celebre; y ya se sabe que al actual mandatario de La Moncloa le tiembla el pulso en cuanto le susurran de cambiar una coma en la Constitución.

Estas históricas herencias se encasquillan y así transcurren los días hasta que un incidente o penoso accidente despierta el problema dormido.

En esta ocasión, los representantes vecinales han pasado por el palacio y así han cumplido el rito protocolario, repetido unas cuentas veces en los últimos treinta años. Y salvo que Ramiro priorice la importancia política del Condado, que no lo creo, la reivindicación de un territorio sentido como propio dormirá el sueño profundo de los justos y es que, además no está el horno para bollos con las embestidas de independentistas catalanes que nadie sabe cómo las frenarán desde Madrid.