Budapest/Rözske - La Policía húngara detuvo ayer a 45 personas por entrar de forma ilegal en el país tras sellar su frontera meridional, mientras que centenares de refugiados han quedado en un “limbo legal” entre Serbia y Hungría. La crisis migratoria ha elevado la tensión entre Budapest y Belgrado, y el ministro de Exteriores serbio, Ivica Dacic, consideró “inaceptable” la intención de Hungría de devolver a Serbia a los refugiados que no reciban asilo en territorio húngaro.

Entretanto, centenares de refugiados se encuentran atrapados por tiempo indefinido en una franja de territorio entre los puestos de control de fronteras de ambos países en Horgos, cerca de Röszke. Los refugiados deben pedir asilo en unas oficinas situadas en esa tierra de nadie que el gobierno de Budapest denominada “zona de tránsito” y que no está oficialmente en territorio húngaro.

Hungría, que ayer anunció que extenderá hacia su frontera con Rumanía la valla levantada en su límite con Serbia, introdujo un procedimiento acelerado para dirimir los casos de asilo en pocos días y que permite la devolución a Serbia de quienes no logren ese estatus jurídico.

Belgrado advirtió que no permitirá que Hungría devuelva a los refugiados a su territorio, y si los refugiados no pueden entrar tampoco en Hungría quedarían varados en un “limbo legal”, advirtió la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) “Los refugiados que se encuentran entre las fronteras húngara y serbia se encuentran en una trampa” de difícil salida, aseguró Ernö Simon, portavoz de ACNUR.

El ex primer ministro húngaro, el socialdemócrata Ferenc Gyurcsány, ahora en la oposición, resumió la situación tras visitar el paso fronterizo de Horgos: “No podrían salir de las zonas de tránsito, no tendrían permiso para entrar en Hungría y los serbios no les permitirían volver. Estarían atrapados entre dos fuerzas”. - Efe