- El director regional de Unicef para Oriente Medio y África, Peter Salama, señaló que “es probable que otros millones y millones de refugiados abandonen Siria y se dirijan a la Unión Europea y más allá”. El organismo detalló que hay unos 16 millones de personas afectadas por el conflicto en ese país, la mitad de los cuales son niños. “Necesitan asistencia para sobrevivir, protección y disponer de acceso a servicios de salud, agua potable y educación”, afirmó Salama.

Por todo ello, Unicef subrayó la necesidad “urgente” de fondos para atender a los afectados por el conflicto de Siria y recordó que de los 796 millones de euros solicitados “hasta el momento se ha recibido menos de la mitad de esa cantidad”.

El organismo se refirió también a la crisis de refugiados en Europa, que “será más grave” si no se hacen más esfuerzos “para poner fin a ese conflicto y atender las necesidades humanitarias de millones de personas afectadas por la violencia”. Más de cuatro millones de sirios han abandonado el país desde que comenzó la crisis hace más de cuatro años y la mitad de ellos son niños, según datos de las Naciones Unidas.

Por todo ello, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, dijo ayer en Praga que la actual crisis migratoria y de refugiados puede ser “el mayor desafío en la historia de la Unión Europea (UE)”.

“Si estamos unidos en nuestra descripción de la situación, debemos estar unidos en comprender que esa situación no la puede manejar un solo país”, declaró Steinmeier.

Luxemburgo, que ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), y Alemania intentaron ayer en vano, en una reunión en Praga, que la República Checa, Polonia, Hungría y Eslovaquia acepten un reparto de refugiados con cuotas obligatorias.

En el encuentro de los jefes de la diplomacia de esos países, los cuatro Estados centroeuropeos, que entraron juntos en la UE en 2004 y conforman el Grupo de Visegrado, reafirmaron su rechazo de plano a dichas cuotas vinculantes. La Comisión Europea (CE) las ha propuesto para redistribuir 160.000 refugiados en toda la UE, en base a un cálculo que tiene en cuenta, entre otros, criterios de población, desempleo y renta nacional.

“Lo principal no son las cuotas, que no es el punto que nos salva”, dijo el anfitrión de la reunión, el ministro checo de Exteriores, Lubomir Zaoralek, para quien “es preciso mantener el control, según la capacidad que tengamos de acoger y ofrecer la integración”. “No se trata de crecimiento, ni del euro, sino de seres humanos”, destacó por su parte el titular luxemburgués de Inmigración, Jean Asselborn, y recordó que en lo que va de año unos 110.000 personas entraron en la UE por Italia y otras 200.000 lo hicieron por Grecia y la llamada Ruta Balcánica (Macedonia-Serbia-Hungría).

“No podemos dejar a Italia y Grecia solos”, insistió Asselborn, al mismo tiempo que instaba a emplear las “energías para encontrar una solución europea”.

Y pidió solidaridad, al igual que el titular de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, para quien la actual crisis migratoria y de refugiados puede ser “el mayor desafío en la historia de la Unión Europea”.

Pese a todo ello, los países de Europa Central y del Este no dieron su brazo a torcer, por lo que al final se mantienen las llamadas cuotas voluntarias, lo que se planteará el lunes próximo en la reunión extraordinaria que celebrarán los responsables de Interior de la UE para tratar la cuestión de los refugiados.

Algo que Alemania aceptó hoy a regañadientes, si bien dejó claro que no le resulta beneficioso.

Steinmeier subrayó que su país no se opone a las cuotas voluntarias, pero considera que las mismas no ayudarán a un reparto más equilibrado de la cantidad de aspirantes al asilo.

“Estamos a favor de ellas (cuotas voluntarias), pero esto no ayuda a nuestra situación, ya que se espera un crecimiento de los refugiados en Alemania”, dijo Steinmeier.

Mientras tanto, Macedonia sigue siendo el pasillo por el que a diario transitan miles de refugiados e inmigrantes en su largo trayecto hacia Alemania, y en menos de una jornada 7.600 personas cruzaron la frontera desde Grecia.

Según informó la Policía, de las 70.000 personas que han entrado a Macedonia en los últimos dos meses, alrededor de 56.000 son sirios, 4.000 afganos y 3.000 iraquíes. Los demás vienen, principalmente, de Pakistán (unos 2.000), Palestina, Somalia, Bangladesh, República Democrática del Congo, Nigeria, Camerún, Eritrea y Etiopía.

Las autoridades macedonias contabilizan a diario la entrada de entre 2.000 y 3.000 personas en el país.

En los últimos días, los refugiados han tenido que cambiar los trenes por los autobuses, debido a una huelga de maquinistas que protestan por el atraso en el pago de sus salarios y se niegan a poner en marcha las locomotoras.

“Estamos muy cansados. Hemos sufrido demasiado y todavía nos falta camino. Debemos llegar a Serbia y luego a Europa Occidental, donde viviremos mejor”, declaró una mujer siria al diario Macedonia Today.

“Hemos entrado en Macedonia muy rápido. Hemos esperado siete días en Grecia y veremos si podemos conseguir pasar a Hungría”, afirmó un iraquí de unos 40 años, tras llegar al país a través del paso de Gevgelija, en la frontera sur con Grecia.

Además, Hungría detendrá a todos aquellos que crucen alguna de sus fronteras de forma ilegal a partir del martes. Tres días antes de que entren en vigor esas normas, que prevén penas de hasta cinco años de cárcel por cruzar la frontera ilegalmente, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, dejó ayer claro que se aplicarán.

En una rueda de prensa con pocos medios invitados, el jefe del Gobierno hizo hincapié en su política de rechazo a los solicitantes de asilo y llegó a calificar la actuación de los mismos de “rebelión” porque supuestamente no cooperan con las autoridades y se resisten a ir a los centros de registro en Hungría. El gobierno de Budapest pronostica que el número de refugiados que llegarán al país hasta finales del año superarán los 400.000.

Esto ha provocado que los 20.000 refugiados de Oriente Medio que se encuentran actualmente en Serbia tengan prisa por cruzar la frontera hacia la vecina Hungría antes de que entre en vigor un endurecimiento de las leyes migratorias en ese país. “Todos tememos ese día 15, qué va a pasar entonces”, señaló Rados Djuric, director del centro para ayuda y protección de asilados en Serbia. La entrada en vigor de la ley “influirá con seguridad sobre la permanencia de la gente aquí”, aseguró.

“Se quedarán más tiempo y eso causará grandes problemas, por que ¿dónde alojar a esa gente?”, se preguntó en referencia a los escasos medios que tiene el Estado serbio para abastecer a los refugiados.

La mayoría de los refugiados que viajan por la llamada “ruta balcánica” entran desde Macedonia en Serbia, a la pequeña localidad de Miratovac, donde se ha instalado un campamento con tiendas para primeros auxilios. - Efe