En 128 municipios de nuestra Comunidad la inhumana sombra de la violencia, principalmente de ETA pero también de otros grupos terroristas, nos fue enterrando el orgullo de ser vascos balazo a balazo y bombazo a bombazo. Por desgracia no sólo aquí sino en otras partes de nuestra Euskadi, en España, en Catalunya y, en menor medida, en Francia, algún día se sabrá por qué, también el yugo terrorista segó vidas para absolutamente nada.

La sociedad, principalmente la vasca, en ese instinto de supervivencia tan básico como es el intentar olvidar lo más rápidamente posible las experiencias negativas, ha querido pasar página de todo aquello. Hoy, aquellas barbaridades de secuestros, extorsiones, balazos en la nuca, bombas y miedos, resuenan ya muy lejos y nadie es capaz de imaginar que se volviera a ver aquellas sarracinas en nuestros municipios.

No obstante quedan huellas de todo aquello, sobre todo en las personas que sufrieron en primera línea todo lo que aquella violencia generó. Esas heridas deben cerrarse y, aunque duela recordar y revivir aquellos momentos, es necesario hablar y encontrarse entre diferentes para restablecer unos lazos mínimos y conseguir verdaderamente superar todo aquello. Yo, de todos modos, soy de esos que cree que todas las partes deben reconocerse y pedirse perdón entre ellas y a la sociedad en general, pero sobre todo, la sinrazón extrema de ETA, al igual que fue la que más se hizo escuchar, también debería ser la que más alto y claro tendría que disculparse y asumir aquello ante sus víctimas directas y ante el conjunto de la sociedad vasca que decía representar.

El lehendakari Urkullu, que más parece la locomotora Urkullu, basó su victoria electoral sobre todo en tres aspectos: mejora de la situación económica y contención del paro para no caer en los niveles de España; plantear un nuevo marco de relación con el Estado; y activar un plan para la convivencia vasca con el objetivo de cerrar heridas y proteger al país para no volver a aquello.

La locomotora no para, ni descansa; desde luego, a este lehendakari se le ve y se le nota diariamente sumergido en estos tres aspectos. La situación económica mejora, no sólo aquí sino a nivel global, pero nuestra comunidad ha cogido la ola de la industria de nuevo, y ésa es la ola buena. Estamos creciendo y no sólo en lo que crecen todos los de nuestro alrededor, sino que somos los que más crecemos en el área industrial y eso sin duda es porque además de trabajadores, nos gobiernan gentes austeras y tenaces que saben que de esa manera saldremos más fácilmente adelante.

El nuevo marco de relación con el Estado y con Europa está ya aquí. El PP con su mazo absoluto en Madrid no cambia el chip aunque tenga Catalunya al garete, pero es cuestión de tiempo y en la inminente nueva legislatura se abrirá ese melón. Ajuria Enea ya está en marcha y lanza mensajes claros de acuerdo entre vascos ante la situación que se nos viene encima.

Y sobre la convivencia, además de todo lo que se ha hecho ya y lo previsto, este viernes se ha realizado un necesario acto con los alcaldes, como representantes de todas las personas que vivimos en esos 128 municipios sacudidos por la violencia. La idea era poner en valor a las personas y a las ideas, por encima del uso de cualquier violencia. Acto positivo que comenzó en enero con los tres anteriores alcaldes de las tres capitales de la Comunidad y que culminó este viernes. Un paso más, un intento más, una acción más y positiva, por cierto, en la búsqueda de esa anhelada convivencia.