Camisetas de Iron Maiden, de Manowar, símbolos satánicos, muñequeras, melenas de todos los colores e incluso un joven de no más de 30 años vestido con ropa de camuflaje y coronado con un casco vikingo. Eran las 15.30 horas y una gigantesca fila se extendía por el pasillo principal del BEC hasta la calle. “Esta es la cola del infierno”, aseguró Adrián Castillo, de 25 años, entre risas. Sin embargo, admitía que para él y los miles de personas que allí esperaban es justamente lo contrario: “La Euskal Encounter, un paraíso de megas, videojuegos y, sobre todo, buen rollo”.
Aunque cada maestrillo tiene su librillo, Adrián recalca que el secreto para disfrutar al máximo de la Euskal es ir bien equipado. Entre los cuatro amigos que forman su grupo llevan las CPU, varias pantallas, la Nintendo DS, la Wii, la Play Station, la Xbox, lámparas para la noche, mandos, teclados y ratones, y hasta una plancha para cocinar “en plan pro. Y si te motivas hay gente que trae hasta la sandwichera y la freidora”. En el otro extremo de la cola, desde donde estirando el cuello se alcanzaban a ver las mesas y sillas que para antes de las 20.00 horas estarían repletas de pantallas y ordenadores, Daniel Prieto, repite experiencia por tercera vez, observaba impaciente la entrada. “Quiero montar la tienda y ponerme a jugar”. Aun así, aseguró que con todas las actividades que hay al final siempre está menos tiempo en el ordenador del que le gustaría. “Ya soy perro viejo, aunque la suerte también influye”, resume para explicar que estuviera al principio de la fila.
Aunque para perros viejos están Asier Zalbidea, Carlos Bezano y Juanjo Toledano, tres encounters de entre 30 y 33 años de Durango y Bermeo. Esta es su duodécima participación y tienen compañeros que incluso han ido a todas. Sus anécdotas no tienen desperdicio: desde la pantalla grande que rodó por las escaleras hasta líneas enteras de ordenadores que caen cuando enchufas una nevera. “Y eso por no mencionar algunas más fuertes”. Lo que sucede en la Euskal, se queda en la Euskal.
Con nueve parties a sus espaldas, Susana Pérez, una sestaotarra de 24 años, habla desde la experiencia: “Es imprescindible traer colchoneta si acampas aquí”. Además, también comenta que lo ideal es no llevar comida y comprar en el supermercado de fuera. Aunque ella no tiene pensado participar en ninguna actividad, su novio, Egoitz Larrea, espera participar en el campeonato de gladiadores. “De lanzamiento de CD ya tengo experiencia como informático que soy, pero esto es un nuevo reto”.
Pero si la mayoría van a lo El último superviviente, más de uno admite ir como “señoritos”. “Hemos conseguido que nos traigan la comida y la cena de casa durante todo el fin de semana”, comenta Enrique Eras, de 26 años. En el caso de Julen Canales, de 18 años, ocurre algo parecido: “Hemos engañado a mi aita para que nos acerque en coche”. Ni un segundo que perder, aunque sí la noción del tiempo. En opinión de ambos encounters, el truco para disfrutar de la Euskal es no planificar nada, ni siquiera la hora de dormir. “Conocemos a un amigo que el año pasado hizo gaupasa los cuatro días seguidos”. Lo único más heavy que se les ocurre: que alguien vaya en pañales para no pasar por el baño.