Barcelona - Unas 1.500 personas abarrotaron ayer la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona en la misa-funeral en recuerdo de las 150 víctimas del avión de Germanwings que se estrelló en los Alpes. Una ceremonia no exenta de polémica ya que, pese a que el ejecutivo estatal, el catalán y algunas entidades cristianas abogaban por un formato interreligioso, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, impuso una misa estrictamente católica, aunque concedió que al final del acto tomaran, como así ocurrió, la palabra un representante de la iglesia protestante, un judío y un musulmán.

De hecho, la ceremonia comenzó el cántico la Tierra alabe al Señor en varios idiomas a lo que siguió la entrada en la basílica de los estudiantes del instituto Giola de Llinars del Vallès (Barcelona), donde estuvieron un grupo de alumnos alemanes de Haltern am See que murieron cuando regresaban a sus casas tras un intercambio escolar. Los alumnos portaron 150 velas, uno por cada víctima, que depositaron en las escaleras del altar. La ceremonia estuvo oficiada por el arzobispo-cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ayudado por 25 sacerdotes concelebrantes, entre ellos uno de rito griego, y seminaristas de Barcelona y Sant Feliu de Llobregat.

A la ceremonia acudieron los reyes españoles, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, además, de numerosas autoridades como los presidentes del Congreso, del Senado y del Tribunal Constitucional, así como numerosos parlamentarios, entre ellos los portavoces del Grupo Vasco del PNV en el Congreso y Senado, Aitor Esteban y Jokin Bildarratz, así como los embajadores de los países con víctimas en el accidente y el presidente de Lufthansa, Carsten Sphor, el director general de Germanwings, Thomas Winkelmann, y miembros de los equipos de emergencia y la gendarmería.

En su homilía, el cardenal arzobispo de Barcelona recordó a las 150 víctimas “a los que llevamos en el corazón”. “Todos deseamos encontrar en la plegaria el consuelo y la paz que Dios nos puede dar en estos momentos de sufrimiento, de manera muy especial a vosotros queridos familiares”, se dirigió el cardenal a los casi 600 allegados que acudieron al acto. - DNA/Efe