Gasteiz - El proceso de canonización del llamado apóstol de la cooperación, el sacerdote diocesano José María Arizmendiarrieta, sigue adelante. Y lo hace, además, con el amparo y el apoyo unánime de los nueve teólogos designados por la Congregación para las Causas de los Santos para estudiar la vida y obra de este markindarra (1915-1976) que consagró su existencia a las personas y al espíritu comunitario. Este nuevo paso abre las puertas para que el inspirador y fundador del movimiento cooperativo vasco pueda recibir este mismo año -en el que se celebra el centenario de su nacimiento- el nombramiento de Venerable por el papa Francisco.
“Se va confirmando el reconocimiento de la Iglesia a un sacerdote-empresario que fue un auténtico innovador social. Una persona humilde, que nunca tuvo otro nombramiento ni otro ingreso económico distinto al de su condición de modesto coadjutor de la parroquia de Mondragón, pero que se adelantó a su tiempo e inventó un modelo de empresa que aúna la eficacia empresarial y los valores del humanismo”, recordaban ayer fuentes cercanas al colectivo que allá por el año 1999 puso en marcha los engranajes para que su figura recibiera el reconocimiento merecido.
La opinión de los citados teólogos, recogida por escrito en un libro -cuyo contenido es secreto, por el momento- pero que será accesible en una fase posterior, se trasladará a la Comisión de Cardenales, que dirimirá si hace la suya la propuesta ante el Santo Padre, quien tiene la autoridad para nombrarle Venerable. El hecho de que la opinión de ese grupo de estudiosos del apostolado de Arizmendiarrieta haya sido por unanimidad representa un nuevo estímulo y reaviva las esperanzas de una resolución final positiva que, según las fuentes consultadas, “quizás pudiera producirse este mismo año”.
El padre espiritual del movimiento cooperativista surgido en Arrasate a mediados del pasado siglo XX empeñó su vida en evangelizar y en revestir de humanidad actividades tan diarias como el trabajo. Suya fue la ilusión de hacer brotar el cristianismo desde lo más profundo de una sociedad industrial en la que los valores humanos habían quedado injertados en lo económico y corrían el peligro de diluirse sin remedio.
Hoy en día, recordaban los promotores de este largo proceso de canonización, ese grupo empresarial “ha demostrado que determinados valores humanistas inspirados en la doctrina social de la Iglesia, lejos de ser un obstáculo para el desarrollo de la empresa, refuerzan su competitividad y su sostenibilidad futura”.
Resulta, por otra parte, una contribución vasca a la búsqueda de un nuevo modelo de empresa, de especial actualidad en un momento de confusión económica general y de búsqueda de nuevos modelos socio-empresariales, como consecuencia del fracaso tanto de las fórmulas marxistas como del modelo de desarrollo en el que la codicia ha pretendido ser el móvil de la economía.
En este sentido, insistían, el catecismo y el legado de Arizmendiarrieta podrían convertirse en referencia valiosa para tratar de encontrar un nuevo modelo de empresa “en el que los valores humanistas y la competitividad no se contrapongan sino que se complementen”.