madrid - Las catástrofes naturales, las guerras o las situaciones de pobreza extrema tienen consecuencias devastadoras dentro de una sociedad, más aún si todavía no está desarrollada. Entre otros aspectos, el acceso a asistencia sanitaria se ve muy mermado en estas situaciones, dejando a gran parte de la población sin acceso a un servicio sanitario básico.

En noviembre de 2013, la región de las islas Visayas (Filipinas) sufrió un golpe tremendo con la llegada del tifón Haiyan, o tifón Yolanda, que arrasó pueblos y ciudades en la costa y dejó más de 6.300 muertos y cerca de 4 millones de personas perdieron sus casas. Como en otras ocasiones, tras esta catástrofe hubo un despliegue de medios a nivel internacional y local para hacer frente al gran impacto humanitario ocasionado. El grado de desprotección sanitaria de la población supuso un riesgo importante en los meses posteriores al desastre. Hubo importantes problemas de acceso a servicios sanitarios, fundamentalmente en el campo de la atención sanitaria básica, enfermedades prevalentes de la infancia y salud sexual y reproductiva y en la vigilancia epidemiológica.

Según señala Medicus Mundi en su informe de 2014, las estructuras físicas sanitarias, sobre todo a nivel de centros primarios de salud y de consultorios de barrio en zonas rurales, presentan un deficitario estado de operatividad y sigue habiendo una brecha de servicios importante. Además, la población más vulnerable ha carecido durante muchos meses de una red de agua y saneamiento.

Malí es otra de los lugares afectados por una crisis humanitaria, ya que, a causa de condicionantes naturales, políticos y socio-económicos, buena parte de su población -un 64%- vive por debajo del umbral de pobreza, cifrándose en 1,5 millones las personas que se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. La combinación de la pobreza estructural del país y las crisis recurrentes, como la guerra y los desplazamientos de poblaciones en 2012 y 2013, ha afectado profundamente a los indicadores de desarrollo humano.

Respecto a los recursos financieros para la salud, cabe destacar que en 2012 se destinó el 12,5% del gasto general del Estado, una cifra inferior a la de 2007 (14,8%), pese a que las recomendaciones de la Conferencia de Abuja de 2001, donde se advirtió de que el gasto en salud debería alcanzar como mínimo el 15% de los gastos generales del Estado. En Siria, la sangrienta guerra civil ha tenido consecuencias devastadoras, donde los principios fundamentales de protección de las poblaciones están siendo permanentemente vulnerados. Tanto es así, que se estima que el país ha retrocedido 35 años en términos de desarrollo, especialmente en los sectores básicos como ingresos por trabajo, educación y salud.

En lo que respecta a la situación de la salud pública, se ha deteriorado enormemente, con una gran contaminación de los ríos, donde se viernes las aguas residuales. A esto se suma que la capacidad de atención sanitaria se encuentra notablemente mermada debido a la destrucción de infraestructuras sanitarias. El 60% de la red pública de hospitales se ha visto afectada, con un 38% sin capacidad de proporcionar servicios y el otro 22%, con capacidad limitada. - A.R.