hay gente que ni siquiera te mira a la cara cuando les dices hola y solamente les estás diciendo hola, ¿sabes?”. Así define Sara su día a día en el trabajo, uno de los más duros, pero también de los más gratificantes. Por si alguien aún no había caído, esta joven voluntaria trabaja como captadora de socios para una ONG. Ella, como muchos otros jóvenes, tienen la calle como oficina y su despacho es uno de los más conocidos de España, puesto que lo conforman las madrileñas calles Preciados, del Carmen y la Puerta del Sol, de las más transitadas de la capital.

Habituales tanto por la mañana como por la tarde, todos hemos sido “asaltados” alguna vez en plena marcha por alguno de estos captadores, ataviados con un chaleco de diferentes colores -según la ONG a la que representen-, una carpeta y una buena cara.

Las sonrisas, sin embargo, no siempre se reciben de vuelta, tal y como explica esta joven, quien subraya que estas cosas hacen que el trabajo sea más difícil.

“Que no paren a hablar si no quieren o que no se apunten, pero nos pueden mirar”, lamenta Sara, quien trabaja para Greenpeace, una ONG que actualmente despliega a sus captadores por ciudades como Madrid o Barcelona para explicar sus campañas.

Uno de los mejores valores de estos trabajadores -además de la paciencia, claro- es su compromiso ya que “no tendría mucho sentido” si no fuera así porque “es un trabajo muy duro”, subraya la joven, quien todavía recuerda la reacción de sus propios amigos cuando les comentó cuál iba a ser su nuevo trabajo.

“Todo el mundo te dice que qué horror, que menudo curro más chungo”, manifiesta Sara, a quien también le han llegado a comentar que son “súper pesados”.

El director de Captación de Fondos y Colaboración con Empresas de Cruz Roja, Jaime Gregori, destaca sin embargo la labor de profesionales como Sara. “Es una de las formas más importantes de captación de socios, para muchas ONG incluso es hasta la primera forma de hacerlo”, explica Gregori, quien también confirma que es una labor “nada fácil”.

Por ejemplo, el director comenta que para captar un nuevo afiliado, la persona que está en la calle debe hablar “con más de 20 personas”, pero no cuentan aquellas que pasan sin decir nada; “tienen que pararse”, apunta.

PERFIL Más de 500 personas en toda España componen la división de Cruz Roja para captar socios a pie de calle, explica Gregori, y todas ellas han de responder a un perfil muy concreto. “Tiene que ser gente extrovertida, simpática, agradable, que comunique bien”, manifiesta el directivo, quien identifica “la escasa vulnerabilidad ante el fracaso” como uno de los valores distintivos de estos profesionales.

“Han de transmitir bien nuestros valores y eso como mejor se hace es cuando median el factor humano y la emoción, pero tampoco deben hundirse ante un no, porque a lo largo de la jornada -que no suele superar las seis horas- hay muchos”, revela.

Aunque después de todo esto muchos no lleguen a comprenderlo, este trabajo, en el que habitualmente te ignoran, ningunean y hasta te faltan al respeto, también tiene una “parte bonita”, como destaca Sara, a la que no le falla la sonrisa en ningún momento.

“Ver de repente a gente que se preocupa o se para, te alegra la mañana y ya si alguno se apunta es la alegría máxima”, comenta entre risas la joven, antes de terminar la entrevista y volver a su rutina, que antes de que termine la jornada aún le tiene deparadas unas cuantas malas caras y alguna que otra satisfacción.