Bilbao - Un varón detenido en Hernani por su implicación en numerosos robos de bicicletas en garajes y trasteros en media docena de localidades guipuzcoanas que con posterioridad trataba de vender a través de Internet; tres chavales acusados de un delito de robo con fuerza en al menos una decena de trasteros en Gasteiz; un joven arrestado en Barakaldo al que se le imputan hasta siete robos en vehículos estacionados en garajes comunitarios y que colocó el botín en varios comercios de compra-venta; o una veintena de trasteros reventados en el barrio bilbaino de Elorrieta constituyen un pequeño muestrario de ejemplos recopilados durante este pasado mes de diciembre de algunos de los delitos que parecen estar atravesando un ciclo de crecimiento en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV).

De hecho, los trasteros y anexos se han convertido en los objetivos preferidos de rateros, delincuentes habituales o incluso grupos más profesionalizados en la comisión de este tipo de delitos. Según los datos que maneja la Ertzaintza, entre los meses de enero y noviembre de este pasado 2014, estos robos han crecido un 19,35% en comparación con el mismo periodo de 2013, pasando de 2.140 a 2.554. Eso sí, las detenciones practicadas por la Ertzaintza por estos mismos motivos han corrido en paralelo ya que han aumentado más de un 11% durante ese mismo tiempo. En lo que se refiere a detenciones por robos en viviendas también se constata un incremento. En concreto, de las 128 efectuadas de 2013, a las 133 de 2014. Y todo, teniendo en cuenta que la cantidad de robos en domicilios ha bajado un poquito, de 3.042 a 3.021.

Los autores, en su gran mayoría planifican sus palos para evitar la presencia de testigos presenciales, empezando por los propios habitantes de la casa. No en vano, son conocedores de las consecuencias penales que les podría acarrear un encontronazo casual y el empleo de la violencia, tanto dentro como fuera de la vivienda o del trastero. Y es que, los robos en este tipo de espacios es una actividad delictiva grupal o individual para la que no existe una época claramente definida, aunque este pasado 2014 el mes de mayo fue uno de los preferidos, por ejemplo.

Tal y como expresaban a este diario fuentes de la División de Análisis de la Ertzaintza, “si bien los autores buscan viviendas que se encuentren desocupadas, su dedicación respecto al robo es continua. El momento en el que se cometen los robos depende de otros factores; por ejemplo, el tipo de lugar en el que se encuentre la vivienda, los medios de comunicación existentes y la propia arquitectura urbana como los comercios adjuntos,?.”. De todo ello saben mucho los grupos especializados en la comisión de este tipo delictivo, con estructura interna y división de funciones tanto para la fabricación de herramientas como para la localización de alojamiento temporal, la obtención de documentación, posibles ayudas de terceros, y sobre todo dónde y cómo colocar el material sustraído.

Comprobación Suelen llevarse objetos de poco volumen y gran valor, que no les dificulte su movilidad y, sobre todo, de los que puedan deshacerse rápidamente en el caso de encontrarse con una patrulla de la Ertzaintza o de la Policía Municipal. Operativamente suelen estar compuestos por tres personas que dedican un tiempo a estudiar los lugares. Comprueban si los inmuebles están vacíos llamando en repetidas ocasiones a los telefonillos e incluso a las puertas de los inmuebles, colocando en algunas ocasiones marcadores en el perímetro de la hoja de la puerta para detectar ausencias prolongadas.

“El modus característico de los grupos organizados es el de manipulación de cerradura por accionamiento de mecanismos (ganzuaje), aunque también usan otros métodos como la extracción de bombillo, el plástico [resbalón] y el dumping, lo cual requiere de técnicas para la confección de llaves específicas para un limitado uso ya que sólo son válidas para un determinado número de aperturas requiriendo de una nueva llave”, ilustraban desde la División de Análisis.

Los preparativos de estas bandas “con proyección en el tiempo” -como las denominan los expertos- son una excepción ya que con mayor frecuencia son los chorizos ocasionales, delincuentes multirreincidentes a los que les da lo mismo hacerse un coche, un comercio o una vivienda; en solitario o en pareja. Sus métodos para acceder al interior son, por lo tanto, menos elaborados, principalmente el apalancamiento de puertas y ventanas o el escalo si se trata de casas situadas en núcleos apartados del entorno urbano. “Un dato característico que marca la diferencia con el grupo anterior es el tipo de material sustraído ya que los cauces para vender el material son diferentes. Mientras que en los grupos organizados se canalizan los efectos dentro de la propia organización, estos recurren a peristas de la zona”, apostillaban las fuentes consultadas.

Sin planificación En el último escalafón se hallarían los delincuentes habituales, que no responden a ningún patrón y cuya actividad delictiva es más bien circunstancial, derivada de los factores que los rodean -politoxicomanías en la mayoría de las ocasiones- y que actúan sin ningún tipo de planificación previa. Simplemente, en la mayoría de los casos, se aprovechan de “circunstancias favorecedoras” como andamios y descuidos de las víctimas. Y eso, a pesar de las campañas periódicas que tanto Ertzaintza como Policías Municipales dirigen a la ciudadanía para evitar este tipo de hechos delictivos que en muchas ocasiones, más allá de lo patrimonial, suponen un duro golpe a la intimidad de la persona. Por eso mismo, desde la Policía Vasca insisten: ante cualquier sospecha, por insignificante que parezca, dar la voz de alarma.