Ayer fue Santa Lucía, patrona de los ciegos. Dicen que se eligió esta fecha por ser estos días los que menos horas solares tienen, lógicamente, en nuestro hemisferio. Tal vez sea esa oscuridad la que me empuja a repasar siempre por estas fechas el año que está a punto de acabar y analizar mi cuenta de resultados; es decir, lo que he hecho y lo que he dejado de hacer.

También, y siempre por estas fechas, aparece la negociación presupuestaria en nuestras instituciones, que se convierte en el examen final del año para nuestros partidos políticos, a la vez que marca las prioridades para el año siguiente. Aquí quiero pararme hoy.

El año pasado todas nuestras principales instituciones (Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales y los tres consistorios de las capitales), aprobaron unos presupuestos que entonces se valoraron como esenciales al estar inmersos en un negro túnel económico que además se llenaba cada vez más de humo sin saber cuándo aparecería algún destello de esperanza. En aquel momento, además de impulsado por el Gobierno Vasco, el PNV facilitó los presupuestos del PP en Gasteiz y Araba, y los de EH-Bildu en Gipuzkoa y Donostia. Él mismo también encontró apoyos tanto en el Gobierno Vasco como en Bizkaia y aunque no hacía falta, en Bilbao. Un ejemplo de unidad y acuerdo entre muy diferentes en un momento de alarma socio-económica, un verdadero ejemplo de País serio. Aquello fue saludado positivamente por todos y en la actualidad, por fin, se empieza a ver algo de claridad al final de este maldito túnel económico. Hoy, el PNV como principal responsable tanto en el Gobierno Vasco como en Bizkaia, ha vuelto a obtener la confianza suficiente para volver a tener presupuestos acordes con una situación mejor que la del año pasado. Esto no es casualidad y se ha conseguido gracias a que con aquellos que apoyaron los presupuestos en 2013, se ha estado en comunicación constante, celebrando comisiones de seguimiento de los acuerdos firmados y continuamente abiertos a las diferentes opiniones. Esta grasa en la maquinaria política es esencial, como lo es en la vida familiar o social de cada uno de nosotros. Si hablas, si llegas a acuerdos, si cumples, si informas de cómo va la situación, se genera la confianza suficiente para que con cierta facilidad renueves complicidades. Sin embargo, tanto en Gipuzkoa, Araba, Gasteiz, y tienen toda la pinta que también en Donostia, la ceguera del PP y EH Bildu ha sido absoluta, pareciendo más cofrades de Santa Lucía que políticos al servicio de sus ciudadanos. Han ninguneado todo este año al socio que les apoyó, no han cumplido lo pactado, no han celebrado ninguna reunión de seguimiento de los acuerdos y al final se quedan sin presupuestos que tal vez no sean tan esenciales cómo en 2013 pero que siempre, siempre, son importantes. Es como si el PP y la Izquierda Abertzale hubieran tomado aquel apoyo en 2013 como un cheque en blanco o un regalo de los dioses, no preocupándose de alimentar o sembrar confianzas para poder reestablecer acuerdos siempre positivos en Euskadi.

Santa Lucía una vez más nos da luz suficiente para ver la incapacidad del PP y de la Izquierda Abertzale de llegar a acuerdos, demostrando un autismo político preocupante. La sociedad vasca es todo menos ciega, como se ha visto en el último

otorgando a EH-Bildu un 3,3 y al PP un 1,4 sobre 10. ¡Que Santa Lucía les conserve la vista y analicen bien estos datos!