Bilbao - Diversidad. Esa es una de las particularidades que ha caracterizado desde siempre al euskera. Casi 50 años después de la aparición oficial del euskara batua, el debate sobre la convivencia entre el idioma unificado y sus dialectos todavía sigue vigente. Adolfo Arejita, director de Labayru Ikastegia, aporta su opinión sobre este tema.

¿A qué se debe la gran diversidad del euskera?

-Los euskalkis son la manera natural de la pervivencia del euskera. Sus diferencias atienden, sobre todo, a unas razones históricas, geográficas y sociológicas. En la parte occidental se encontraría el vizcaíno. En la parte central, el guipuzcoano. Y después en Navarra el navarro y en Iparralde el navarro laburdino y el suletino. Los modelos más diferenciados serían los dos laterales: el vizcaíno y el suletino. Es más, el 50% de los euskaldunes que se defienden con euskalkis utilizan el vizcaíno. El suletino, en cambio, tiene muy pocos hablantes.

¿Cuál sería el mayor contratiempo del euskara batua?

-El problema viene a la hora de ensamblar los dialectos. Nosotros apostamos por una aproximación progresiva. Entre el lenguaje oral y el euskera unificado es conveniente tener un puente de relación que aproxime a ambos extremos. Ese puente, en nuestra opinión, sería el denominado vizcaíno literario.

¿Qué pasa con los euskaldunes que no saben desenvolverse en batua?

-No saben relacionar su manera natural de hablar con el euskara batua. Es un poco triste y significa que tenemos que seguir trabajando en ello.

¿Cuál es el mayor desafío que tiene el euskera por delante?

-Las nuevas generaciones, pero no por el hecho de que aprendan euskera. El euskara batua es necesario, pero los euskalkis son el corazón. Si eso se va debilitando tendremos un porvenir oscuro, porque puede que haya muchos hablantes que sepan euskera, pero serán hablantes pasivos, que entienden pero que no lo utilizan salvo en determinados entornos formales. - R. Olveira