los usuarios del cigarrillo electrónico serán uno de los colectivos más afectados por la nueva ley ya que su principal novedad es que regula los dispositivos susceptibles de liberación de nicotina. Incluye los productos, sus componentes e incluso los envases de recarga, “que puedan utilizarse para el consumo de vapor que contiene nicotina, y que en los últimos tiempos han proliferado de forma significativa”, se destaca. La argumentación aportada es que incluso en el caso de no contener nicotina, a día de hoy no se ha podido determinar de modo concluyente su carácter inocuo.

Por esta razón, esta ley equipara su régimen de control al establecido para el tabaco con todas sus consecuencias, tal y como se ha hecho en otros países de nuestro entorno, donde la normativa es igual de estricta que con el tabaco. Por eso será prohibido el uso del cigarrillo electrónico en bares, restaurantes y resto de espacios públicos cerrados, e introduce esta restricción en la ley. El Ejecutivo de Gasteiz ya aprobó en marzo una orden que prohibía el vapeo en centros de salud, hospitales, colegios e institutos, medios de transporte y dependencias de la administración, pero permitía aún su uso en bares y restaurantes.

El pasado mes de agosto, veía la luz un informe de la OMS para alegría de los detractores de este dispositivo y muy a pesar de los defensores. En su escrito, la recomendación de la OMS era clara: “Los países miembros deben tomar mayores medidas regulatorias sobre estos cigarrillos y los líquidos que los rellenan”. Este organismo ya había anunciado los efectos perjudiciales del uso de estos dispositivos hace un año, cuando desaconsejó su consumo hasta que un organismo regulador competente comprobara su efectividad, seguridad y calidad. A pesar de que todavía no se ha podido concretar sus efectos en la salud, las investigaciones señalan que los productos varían mucho en la cantidad de nicotina y otras sustancias químicas que suministran. Y, por lo tanto, señalaba, “no hay manera de que los consumidores sepan cómo les afecta realmente lo que está inhalando por el producto que han comprado”.

La Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria (Osatzen) elaboró, de hecho, una encuesta asegurando que más del 90% de los vascos cree que su consumo debe legislarse. Por otra parte, la mayoría parece estar de acuerdo en que los cigarrillos electrónicos pueden incitar a fumar a los más jóvenes, así como influir en que los que tenían pensado dejarlo no lo hagan definitivamente. En este sentido, la médico de familia de Osatzen y coordinadora de la Semana Sin Humo, Arantza Mendiguren, opina que “en este momento no hay estudios que avalen la seguridad del producto ni su eficacia para dejar de fumar por lo que es necesario ser prudentes y cautos en tanto en cuanto no se conozcan los riesgos del cigarrillo electrónico”.

La doctora Mendiguren señala que “todo indica a tenor de los datos que se recogen en el estudio, que el clima social es bastante reacio al uso del e-cigarro y que existe un desconocimiento importante respecto a las consecuencias de su utilización”.

El ámbito material de la nueva ley también contempla otras sustancias con capacidad adictiva como los derivados del cannabis, otros opiáceos, los psicoestimulantes, los alucinógenos, los medicamentos psicotrópicos, los derivados anfetamínicos y otras sustancias sintéticas y procedentes de la fabricación química.