Bilbao - En abril de este año tuvo lugar el nacimiento de Sareen Sarea, una agrupación de entidades sociales de Euskadi que aspira a ser un referente del Tercer sector. Gonzalo Rodríguez (Bilbao, 1960) estudió Económicas en Sarriko, ha sido docente de formación profesional y durante los últimos 22 años ha estado vinculado a la delegación vizcaina de Cáritas. Desde junio, es también el presidente de esta nueva organización. Rodríguez espera atraer a las pocas entidades que todavía están fuera de Sareen Sarea “para que las propuestas que hagamos todos juntos ganen en efectividad”.

¿Qué es Sareen sarea?

-Somos la red de las redes del tercer sector social de Euskadi. Aquí tenemos un tejido asociativo muy importante que aglutina a muchísimas pequeñas organizaciones y que ha ido confeccionando esa red en la que pequeñas asociaciones se iban uniendo y formando entidades un poco más grandes. Sareen Sarea es precisamente la red de todas esas redes.

¿Qué representatividad tienen?

-Actualmente abarcamos un abanico de 13 organizaciones de los ámbitos de la discapacidad, la inclusión, los mayores... Hay alguno que no está todavía, pero tenemos vocación de representar y de tener en nuestro interior a la totalidad del tercer sector.

¿Y por territorios?

-La verdad es que la concentración en estas redes es mucho más vizcaina que guipuzcoana o alavesa, y ciertamente ésa es otra de nuestras preocupaciones porque queremos aglutinar a más gente a nivel territorial. En cualquier caso, actualmente abarcaremos aproximadamente al 80% del tercer sector en Euskadi.

¿Por qué crearon esta red?

-Las personas que participaban en las asociaciones pequeñas se han ido dando cuenta de que al juntarse con otras entidades y plantear proyectos conjuntamente ganaban en efectividad. Las trece entidades que formamos Sareen Sarea estábamos relacionándonos con la Administración y haciendo propuestas de sensibilización a la sociedad muchas veces en proyectos muy parecidos, pero cada una por nuestra cuenta y casi sin conocernos. De ahí nace la necesidad de formar un frente común.

¿Han notado ya algún progreso?

-Lo que hemos notado es que tanto la Administración como las empresas o el tejido asociativo ven que hay un referente al que acudir como interlocutor que engloba al tercer sector.

¿Qué objetivos se marcan?

-Queremos lograr reconocimiento para el propio sector y por eso vemos la necesidad de estructurarlo legalmente. Tenemos que conseguir que el sistema de protección social se haga mayor de edad y se ponga al mismo nivel que el sistema educativo o el sanitario. Por lo tanto, la posibilidad de crear una ley del tercer sector y que el Parlamento Vasco la apruebe nos parece una clave importante.

¿A qué se debe esta importancia?

-Es una forma de reconocer al sector y definir el modelo que queremos. No buscamos una sociedad de servicios ofrecidos por empresas con ánimo de lucro, sino una en la que sean los ciudadanos quienes se preocupan por las personas, se organizan y dan su tiempo y su dinero en favor del prójimo.

¿Ven que se está poniendo la universalidad de las prestaciones sociales en entredicho?

-Hemos conseguido que la universalidad tenga un grado muy alto en Euskadi, aunque todavía no esté conquistada al 100%. En estos momentos de crisis deberíamos tener una apuesta clara por conservar lo que hemos logrado con los años para todos los ciudadanos, independientemente de su origen o creencias, e incluso seguir avanzando en mayores derechos.

¿También para los inmigrantes?

-Hemos conseguido un modelo con un gran equilibrio social para todos. Debemos ser conscientes de que retroceder en esos derechos pasará factura al conjunto de la sociedad. Hay que tener claro que reducir la inversión en prestaciones sociales acaba provocando el mismo o mayor gasto en otros sistemas.

¿Qué quiere decir?

-Los sistemas están interrelacionados. Le pongo de ejemplo la dependencia: si no damos los medios que necesitan para vivir a las personas con discapacidad, eso cronificará su situación y a la larga acabará provocando un aumento del gasto sanitario. De la misma manera, si recortamos en el sistema de protección social, el gasto en los sistemas educativo y penitenciario se va a disparar.

¿Se pone demasiado el acento sobre el fraude en las ayudas sociales?

-Para empezar habría que cuantificar el fraude en su justa medida y no con ejemplos del vecino que no se basen en datos. Una vez que tengamos información precisa, habría que comparar esos datos con la magnitud del fraude en el conjunto del sistema económico. Seguro que así veremos que hay una bolsa de fraude bastante más importante en otros ámbitos.

¿Cómo están capeando la crisis en el Tercer sector?

-Ha habido un recorte de las ayudas públicas que recibimos las entidades durante los últimos años. Si nos comparamos con otros sitios del Estado estamos en una situación mucho mejor porque los recortes han sido menores, pero en cualquier caso los hemos sentido. Como contrapartida, algunas organizaciones, y aquí ya hablo desde Cáritas, hemos tenido un incremento de las aportaciones económicas de la ciudadanía y también del número de voluntarios. Por lo tanto, un efecto secundario de la crisis es que las personas han aumentado su solidaridad.