madrid - Los responsables del hospital Carlos III -ahora dependiente de La Paz- afirmaron ayer que la culpable de la primera infección por virus de ébola fuera de África podría ser la propia infectada. El doctor Germán Ramírez, de Medicina Interna del Hospital de La Paz, y la subdirectora del hospital Carlos III, Yolanda Fuentes, explicaron que la auxiliar de enfermería contagiada, Teresa Romero, pudo adquirir la enfermedad al tocarse la cara con el guante cuando se retiraba el traje protector después de atender al religioso Manuel García Viejo, fallecido a causa del virus.

“Esta mañana -por ayer- se ha revisado con ella toda la cadena de puesta del traje y su actividad dentro de la habitación”, explicó el doctor, quien señaló que en uno de los momentos le transmitió “esta posibilidad” de contacto con la cara. Aunque al principio la enfermera negaba que hubiera podido cometer algún error con el protocolo, ahora dice que está “confusa con tanta llamada” y es “posible” que haya tenido ese contacto, aseguró el médico. El doctor Ramírez aclaró, no obstante, que no se trata de un error, sino de un “accidente”.

Tres días después de ser hospitalizada, la auxiliar ha experimentado “un poquito de mejoría en las últimas horas”, según afirmó el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, aunque la paciente aseguró en una entrevista a Cuatro que no se ha puesto en contacto con ella. Por cierto, en esa entrevista aseguró que se enteró de que tenía el virus por internet del móvil. En cuanto a la denuncia realizada por los profesionales sobre la falta de formación para atender a ese tipo de pacientes, Teresa Romero aseguró que “el cursillo duró poco”.

El doctor Ramírez señaló que pudo hablar en varias ocasiones con la auxiliar de enfermería para conocer si se había producido algún “defecto”, y que ésta le había autorizado a dar a conocer esta información. Según le transmitió Romero, el “accidente” pudo ocurrir en la primera de las dos visitas que realizó a la habitación en la que estaba ingresado García Viejo. Ramírez quiso aclarar que no se trata de un error “que es cuando se hace algo a sabiendas de que está mal”, sino de un accidente que, en un primer momento, “ella no había recordado”. Asimismo, destacó que se está revisando lo que ha ocurrido, porque “los primeros interesados en saber dónde ha estado el problema y el origen de la transmisión somos nosotros”.

El doctor recordó que hay una supervisión en el momento en el que los sanitarios se ponen y se quitan los trajes, pero no especificó si la hubo cuando Romero se quitó el suyo.

Las declaraciones de Ramírez provocaron un gran enfado en el Consejo General de Enfermería que inmediatamente emitió un comunicado en el que sostiene que no va a permitir que se criminalice a los profesionales sanitarios. El Consejo recuerda que Teresa Romero “está en el peor trance posible como consecuencia de haberse jugado la vida para cuidar de un paciente”. “Si Sanidad tiene evidencia científica de que efectivamente se ha producido tal error que lo demuestre y haga públicas las pruebas a la mayor brevedad posible, pero si no es así, que haga un ejercicio de responsabilidad y coherencia y no crucifique a un profesional que en estos momentos está luchando por sobrevivir a una letal infección, un riesgo que ha asumido por cumplir con su deber y vocación de atender a un enfermo que necesitaba sus cuidados”, dicen.

“Igual mintió sobre la fiebre” Sin embargo, las insinuaciones de culpar a la auxiliar no se quedaron ahí porque por la tarde el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, en su primera comparecencia pública sobre este asunto fue claro. “Hasta ahora había negado ninguna alteración en el protocolo, “hasta que hoy -por ayer- ha reconocido a su médico que probablemente cometió un error”, porque al desvestirse tuvo un contacto directamente con su cuerpo con un guante. “Durante todo este tiempo lo negó siempre, como tampoco informó a su médico de atención primaria cuando fue que había sido una persona que había estado tratando un paciente, que había sido contagiado de ébola”, señaló. En cuanto a las vacaciones de la paciente, dijo que quizá porque sospechaba que estaba infectada, “durante toda la semana prácticamente no salió de su casa”, al tiempo que ha facilitado la relación de personas con las que estuvo en contacto: su marido, considerado “de alto riesgo”, profesionales del Hospital Fundación de Alcorcón, profesionales y personas con las que coincidió en el centro de salud y dos peluqueras, “porque después de ir al medico se fue a la peluquería y la estuvieron depilando”. Según Rodríguez, “todas esas persona están bajo control”, aseveró, al tiempo que señaló que se les ha dado instrucciones de que se tomen la temperatura dos veces al día, y recordó que la fiebre que se considera de riesgo es de 38,6. “Esta paciente nunca superó esta cifra, también es verdad que a raíz de los resultados nos pudo haber estado mintiendo, pero eso lo pongo yo de mi cosecha, no lo podemos demostrar, me cuesta trabajo creer que lo hiciera”, manifestó. Por ello, las autoridades estudian aislar al médico que la atendió por considerar que tiene “alto riesgo” de contraer el virus.

sacrificado el perro Mientras, el perro de la auxiliar fue sacrificado ayer, según aseguró el consejero madrileño de Sanidad. “Desgraciadamente no ha quedado más remedio” que sacrificarle, dijo el consejero. Una furgoneta de la Universidad Complutense trasladó al perro entre las protestas de los numerosas personas que desde el martes se concentraron frente a la vivienda de la auxiliar de enfermería apoyadas por grupos animalistas para pedir que no se acabara con la vida del animal, de nombre Excalibur.