DURANGO. Según ha explicado a Efe, el motivo que le llevó a emprender esta iniciativa fue el hecho de que el esquí pueda ser desarrollado en esta zona y convertirse en un futuro en un foco de atracción turística, al tiempo que contribuya a generar un clima de convivencia entre culturas distintas.

Urizar, que desde el invierno de 2010 a 2011 ha viajado cada año a la ciudad de Penjwin, en el Norte del Kurdistán iraquí, enseña este deporte junto con la agrupación navarra Tigris, de apoyo al pueblo kurdo, en un centro local de promoción de la juventud que desarrolla actividades deportivas y de ocio, entre ellas el esquí.

Este monitor de esquí reconoce que esta ciudad, adonde recaló gracias a varios contactos de la agrupación Tigris, no es el mejor sitio para practicar este deporte, debido a que se localiza a más de mil metros de altura, si bien asegura que podrían encontrarse otras ubicaciones mejores en la región.

"Cuando cae la nieve, esquiamos en el mismo pueblo. No vamos ni a la montaña, porque cuando la nieve se va en la ciudad, también se va en la montaña. Además, la ciudad está muy cerca de la frontera de Irán y sería problemático hacer una estación de esquí en la montaña", recalca.

Para los niños, este deporte representa toda una novedad, que les entusiasma. "Los primeros días se puede esquiar en el patio del centro. A veces, los niños esquian un rato y, cuando se cansan, lo dejan. Utilizan esquís antiguos, de segunda mano, donados por gente de estaciones de esquí de Navarra y de otras comunidades", cuenta.

Aunque todos los niños de esta población son musulmanes, por lo que no entran en contacto con pequeños de otras culturas, Urizar espera que en un futuro puedan tomar parte en esta actividad críos de otras zonas.

"La idea es que en un futuro se organicen actividades para los niños que nunca han visto la nieve. En esta zona, la nieve es muy familiar. Nosotros queremos que los niños de zona más desértica del Kurdistán puedan subir a esquiar, de forma que se fomente también la convivencia entre niños", ha apuntado.

Este vizcaino considera que la posibilidad de que el esquí, que hasta ahora nunca había sido introducido en esta zona, pueda convertirse en una actividad de atracción turística no es sólo un sueño.

"Puede llevar mucho tiempo, pero ya han venido algunos turistas kurdos de la capital a esquiar, que se han enterado por la televisión, y hemos hecho ya alguna actividad con ellos. Los kurdos, desde que tienen más estabilidad, se están abriendo al ocio y a hacer cosas distintas", ha explicado.

La toma de contacto con este deporte fomentaría, de igual forma, una mayor sensibilización de esta población con el cuidado del medio ambiente, a lo que hasta ahora no le dan demasiada importancia, según confiesa.

Aunque este vizcaino confiesa que cuando por primera vez le propusieron visitar esta zona de Iraq se asustó por la posibilidad de que pudiera verse inmerso en un país en guerra, cuenta que este área es relativamente segura y se ve libre del conflicto que afecta al resto del país.

"Hay una zona del Kurdistán a la que sí que llega el conflicto de Iraq, pero no en el Norte. Parece surrealista, pero estás a 200 kilómetros de donde de puede pasar algo, y el sitio es seguro", reconoce.

Pese a estar libre de conflicto, la zona sí mantiene muchas de las minas que fueron arrojadas durante la guerra entre Irán e Iraq, por lo que advierte de que es preciso adoptar precauciones.