MADRID. La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) entró en vigor ayer, cuando se cumplieron veinte días de su publicación en el Boletín Oficial del Estado, tal y como precisaba el propio texto, aunque la reforma comenzará a implantase en el próximo curso 2014-2015, en Primaria y Formación Profesional Básica, mientras que en Secundaria, Bachillerato y FP de grado medio y superior se aplicará en el curso 2016-2017.

La también conocida como la ley Wert, que fue aprobada definitivamente en el Congreso de los Diputados el pasado 28 de noviembre, salió adelante con el único apoyo del PP y después de una amplia contestación social tanto por la comunidad educativa como por parte de la oposición, que anunció su intención de derogarla cuando se produzca un cambio de mayoría en el Congreso. En el preámbulo de la ley se fija como objetivo introducir nuevos patrones de conducta que ubiquen la educación en el centro de la sociedad y se considera necesario "generar la convicción de que el sistema educativo recompensa de manera transparente y equitativa el rendimiento que se logra en los objetivos educativos, y que reconoce especialmente su contribución a la mejora del entorno".

transformación El texto recuerda que prácticamente todos los países desarrollados se encuentran en la actualidad, o se han encontrado, inmersos en procesos de transformación de sus sistemas educativos. Aunque se admite que el sistema educativo español es más homogéneo que la media de la OCDE, se insiste en que éste no permite progresar hacia una "mejora de la calidad educativa" y recuerda los resultados obtenidos por los alumnos en las pruebas de evaluación internacionales como PISA, las elevadas tasas de abandono temprano de la educación y la formación, y el reducido número de estudiantes que alcanza la excelencia.

Estos datos llevan a la conclusión, según recoge el preámbulo de la ley, que "es necesaria una reforma del sistema educativo que huya de los debates ideológicos" que han dificultado el avance en los últimos años. "Es necesaria una reforma sensata, práctica, que permita desarrollar al máximo el potencial de cada alumno", añade. Ante estos datos, los principales objetivos que persigue la reforma son "reducir la tasa de abandono temprano de la educación, mejorar los resultados educativos de acuerdo con criterios internacionales y estimular el espíritu emprendedor de los estudiantes".

Así, los principios sobre los cuales pivota la reforma son, fundamentalmente, "el aumento de la autonomía de centros, el refuerzo de la capacidad de gestión de la dirección de los centros, las evaluaciones externas de fin de etapa, la racionalización de la oferta educativa y la flexibilización de las trayectorias".