BARCELONA. Todos los problemas que presenta Emmott en su libro empiezan a desplegarse ya y quizá "todavía tendrán que pasar décadas antes de que la gente se enfrente a un problema que para entonces ya será demasiado tarde" y añade: "Si queremos erradicar los problemas, ya deberíamos adoptar soluciones" y "no bastará con reciclar el papel y el plástico y utilizar un coche eléctrico".

Lamenta el científico británico que, aunque la concienciación es cada vez mayor, en cuanto a la extinción de especies o sobre el cambio climático, echa en falta que la población piense más en "la extinción de los ecosistemas".

Uno de los tradicionales controles demográficas, las pandemias, se han minimizado a consecuencia de los avances en la medicina, pero Emmott recuerda que "cuando el ser humano consiguió domesticar a algunos animales hace 13.000 años se perdió casi el 50 % de la población por el contagio de enfermedades animales como la varicela, la rubeola o la gripe, pero luego se recuperó porque la ganadería nos daba más alimentos".

En estos momentos, subraya, "la población crece a un ritmo más acelerado en países en los que hay más población compartiendo incluso el lugar de habitación con cerdos y aves de corral y eso podría dar lugar a un nuevo patógeno que podría originar una nueva pandemia mundial como la de la llamada gripe española que, a principios del siglo XX, causó, según los datos actuales, unos 100 millones de muertes".

En su manifiesto, Emmott admite que la energía nuclear podría ser "una solución a corto plazo a uno de los problemas, el energético, y en parte al del cambio climático, pero también lleva alineado "el problema de los residuos y su tratamiento".

A su juicio, el accidente nuclear de Fukushima tiene poco que ver con la tecnología nuclear y más con el efecto combinado de un terremoto y un tsunami que "dejó sin funcionamiento los sistemas de refrigeración de la central".

"El futuro energético pasa por la energía solar"

Piensa Emmott que el futuro energético del planeta pasará por aprovechar la energía solar, pero "lamentablemente las tecnologías actuales no han resuelto la cuestión del almacenamiento ni que para su fabricación se necesitan minerales raros".

Las plantas, asevera el británico, han aprendido a obtener energía a partir de la luz solar y quizá "un sistema que imite la fotosíntesis vegetal podría ser la solución y, de hecho, algunos laboratorios ya están experimentando en esta línea".

"El sol resolvería el problema de la energía, pero no el de la alimentación", para el cual "la revolución verde no es una solución".

La influencia del cambio climático en la producción alimentaria, a la que afectarán los acontecimientos climáticos extremos, como la sequía, el agotamiento de los acuíferos subterráneos y el monocultivo que promocionó la revolución verde son factores que tampoco ayudarán en el futuro próximo.

"La mayoría de las plantas que utilizamos para alimentarnos están siendo más susceptibles al ataque de hongos más resistentes a los fungicidas, y por ello veremos en el futuro cómo las pandemias que afectan a las plantas se irán extendiendo".

Todos estos problemas, destaca Emmott, requieren de "políticas impopulares que no hacen ganar elecciones" y la situación no es mejor en regímenes autoritarios como en China, donde consiguieron imponer la política del hijo único, lo que "no ha impedido el crecimiento económico del país".

Emmott ha revelado que escribió el libro para "explicar, de modo accesible, cómo los sistemas que necesitamos para vivir -clima, agua, alimentación y ecosistema- están interrelacionados y hoy estamos modificándolos y con el crecimiento de la población aún los modificaremos más".

Una última razón impulsó a Emmott a escribir "Diez mil millones": "Hacer un manifiesto contra la autocomplacencia, porque me parece llamativo que no estemos haciendo nada".