vitoria dijo ayer adiós al verano y dio inicio al nuevo curso como manda la tradición, marchando en romería hacia las campas de Olarizu. Aunque todavía queden dos semanas para cambiar de estación de manera oficial, y así lo quiso dejar claro el radiante sol que por momentos iluminó y calentó la ciudad, esta festividad marca todos los años un antes y un después en el calendario. Sin ir más lejos, fue el día en que miles de escolares gasteiztarras regresaron a las aulas, el de la vuelta a sus ocupaciones laborales para un importante número de trabajadores y, también, la jornada en que la Corporación municipal comenzó el ejercicio político.
Sus miembros, precisamente, fueron los protagonistas del acto inicial del día, el tradicional recorrido por los mojones que marcan los límites del municipio. Acompañados por los presidentes de los concejos y otras personalidades del ámbito foral, los ediles del Ayuntamiento -aproximadamente la mitad de la Corporación- partieron a las 9.15 horas desde la plaza Nueva con destino a los montes de Vitoria para, a partir de ahí, recorrer los 5,2 kilómetros que separan Castillo de Ariñez. Un frío intenso provocado por la niebla acompañó a los concejales, aunque con el paso de las horas el buen tiempo comenzó a imponerse dejando un día ideal para tomar las campas. A medida que el sol hizo acto de presencia, Olarizu fue cogiendo color en gran medida gracias a la masiva presencia de personas mayores, los grandes protagonistas de la romería en sus primeras horas.
Bastante antes de que las campas comenzasen a recibir visitantes, los cocineros de Boilur ya se habían puesto manos a la obra para hacer realidad la no menos tradicional alubiada popular, que dio de comer a alrededor de 2.000 personas. Después de tres horas de preparación, el delicioso manjar pudo ser degustado pasadas las 13.00 horas por la multitud que pacientemente hacía cola. Berna Santidrán, de Boilur, removía una de las enormes cazuelas instaladas en la campa y calentadas con gas que hicieron posible una alubiada para la que se utilizaron 90 kilos de legumbre y más de 60 de verduras -cebolla, ajo, pimiento, puerro y calabacín- y sacramentos. "Hay una cola considerable y el día está precioso, aunque la mañana ha sido muy fría. Pero hemos almorzado un poco, nos hemos calentado y pronto nos hemos puesto a trabajar", reconocía Santidrán. Como bien preveía, todo el género acabó por agotarse: "Generalmente no sobra. De hecho, un año creíamos que no íbamos a dar nada, porque llovía a cántaros, pero en cuanto colocamos todo las raciones volaron". Ayer, con sol y buen tiempo, no fue una excepción. Marta San Vicente, jubilada, fue una de las gasteiztarras que disfrutó de un rico plato de alubias junto a unas amigas. "Es una tradición bonita y siempre se crea un buen ambiente. Ningún año faltamos", confesaba.
reivindicación La fiesta también tuvo su parte de reivindicación, la que puso la Asamblea de Parados de Gasteiz, algunos de cuyos miembros estuvieron recogiendo firmas y recabando apoyos a la entrada de las campas para solicitar a las instituciones comprensión y políticas eficaces para acabar con este drama. 28.000 personas se encuentran ya en situación de desempleo en Álava.
La crisis, lógicamente, volvió a tener su reflejo en las ventas registradas en Olarizu, que de un tiempo a esta parte ha visto reducir de forma drástica el gasto por persona en productos de alimentación. "La crisis se nota más en unos sitios que en otros... el año pasado aquí ya fue peor que el anterior, y éste por ahí va a ir", apuntaba con resignación Carmen Fernández, productora bilbaína de rosquillas. Aun quedaba mucha jornada por delante, pero al encontrarse con este periódico al filo de las 14.00 horas apenas había vendido diez paquetes de rosquillas.
La multitud llegó después de comer, con una amplia presencia del público juvenil, y la animación fue in crescendo. Hinchables, gigantes y cabezudos, exhibiciones de deporte rural, euskal dantzak o el exitoso reparto de ternera solidaria patrocinado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA siguieron animando el día. La fiesta se trasladó en última instancia a donde había empezado, la Plaza Nueva, donde a primera hora de la noche actuó la Banda Municipal de Música y se soltaron los toros de fuego.