SI cada persona es un mundo, cada comercio es un universo entero. Los pequeños empresarios de Vitoria abren cada mañana la persiana de su local con la ilusión del primerizo y la incertidumbre del que conoce como pocos la realidad en la que vivimos. La mayoría sabe más de economía que el mejor ministro y son mejores analistas sociales que el más ávido tertuliano. Conocen la realidad y se adaptan a ella, ofertando sus productos y esperando a que el cliente decida de una vez por todas echar mano a la cartera, al menos los que puedan. Como suele ser habitual, las rebajas estivales son el momento que muchos de ellos esperan para exprimir sus cajas registradoras.

A punto de finalizar un periodo de rebajas marcado de nuevo por la crisis, unos hacen balance y se felicitan por haber conseguido mejorar levemente sus cifras, aunque sin lanzar las campanas al vuelo. Otros siguen a la baja, pero a pesar de ello no desfallecen en su intento. "Veníamos de una situación muy dura, pero en mi caso estoy satisfecha porque he tenido un incremento de un 15% en estas rebajas. La climatología ha llevado a mucha gente a retrasar sus ventas y algunos que compraban antes han esperado a las rebajas", explica Gabriela Buesa, de la tienda de moda Fondo de Armario, en la calle San Antonio. Aunque, como suele decirse, la alegría va por barrios, el sector textil ha logrado capear el temporal estas rebajas con "un incremento medio del 7%", según Mitas Rozado, la presidenta de Unimoda, que agrupa a unos 40 comercios de moda de Vitoria. Curiosamente, la temporada de chollos parece haber sacudido con mayor virulencia a las grandes franquicias de ropa, mientras los comercios más pequeños y especializados han gozado en algunos casos de un inesperado repunte estival. "Estamos muy contentos de cómo nos han ido las rebajas, la verdad. Hemos notado un aumento de ventas muy importante respecto al año pasado", afirma también Roberto Gil, de la zapatería infantil Igloo, en la calle Arca.

Con descuentos que han oscilado entre el 30% y el 40%, este empresario admite con una amplia sonrisa que muchos amigos le llamaban "loco" cuando hace dos años les anunció que iba a abrir una tienda en el centro de Vitoria. "Quien no arriesga no gana, y si nadie hiciera nada estaríamos todos mirando a ver qué pasa sin mover un dedo", argumenta Roberto desde su nuevo y pequeño local. Su caso difiere notablemente del de tiendas casi de largo arraigo en la capital alavesa como Deportes Zulaica, en la calle Ramón Ortiz de Zárate. Allí, Ignacio Zulaica decidió en su momento restar importancia al periodo de rebajas en beneficio de unos descuentos más prolongados en el tiempo y en productos concretos. "El boom de las rebajas que había hace años ha desaparecido. Ahora la gente ya no espera tanto a que lleguen. De todas formas, estas fechas cada vez son peores", sostiene Ignacio, que no tiene reparos en declararse "pesimista" con el futuro del pequeño comercio en Vitoria. "La realidad del comercio es la realidad del país. No tienes más que ver las calles y las lonjas para darte cuenta. A veces yo mismo tengo dudas de que nosotros lleguemos a celebrar nuestro centenario", asevera sobre los cien años que cumplirá Deportes Zulaica en 2017.

el éxito del día a día Pero no sólo de ropa, zapatos o prendas deportivas viven las rebajas. Establecimientos con artículos que hace años no se adentraban en la reducción de precios optan también por probar suerte en época. Tiendas como Marmitas, en la calle General Álava, con productos de menaje para el hogar, que se esfuerzan para encontrar la tecla adecuada en estos tiempos inciertos. "Este año nos ha ido peor que el pasado, y no sé el motivo porque creo que los productos que he puesto en promoción eran más apetitosos y atractivos", valora Roberto González, que reconoce que la clientela "mira mucho el precio, aunque es normal". Con todo, para el responsable de Marmitas la mera supervivencia del pequeño comercio vitoriano es ya un logro a celebrar: "Cuando me preguntan que qué tal me va siempre digo que bien porque me da para pagar a los proveedores y tener un sueldín. Abro la puerta todos los días y eso ya es un éxito".

Las de Roberto González son unas palabras que bien podría hacer suyas Benito Nogales, de la tienda de calzados Layssa, en la calle Postas, aunque en su caso se congratula de haber logrado "unas ventas en rebajas mejores que otros años". "No puedo hablar de un repunte porque en nuestro caso todavía estamos en pérdidas, así que de cara a la nueva temporada hemos comprado producto con precaución", adelanta. Un caso diferente, aunque complementario al de estos cinco pequeños empresarios, es el de una franquicia con tienda en Vitoria como Sportown, en la calle Eduardo Dato. Allí, Dorleta Nieto ha atendido este verano "a muchos extranjeros y turistas", que se acercaban a curiosear este establecimiento de ropa y calzado urbano. "Las ventas han ido poquito a poquito, pero al final han acabado muy bien. La gente cada vez le da más vueltas a los precios y si puede ahorrarse cinco euros, se los ahorra, pero no nos podemos quejar", concluye Dorleta.