"Como te vuelva a ver mañana, te parto la cara"
Dice una de las adolescentes consultadas que este tipo de mensajes "llegan continuamente, unas dos veces al día". Sea con mayor o menor frecuencia, lo cierto es que la gran mayoría de las participantes de entre 13 y 17 años afirma haberlos recibido alguna vez. "El sexismo y la violencia machista están presentes entre los jóvenes y se manifiestan tanto en sus vidas cotidianas como en las redes sociales. Las chicas nos contaban que es muy frecuente el intento de contacto por parte de desconocidos con claras o sutiles intenciones sexuales y que lo más normal del mundo era recibir un mensaje de alguien que te pide: Enséñame las tetas por la webcam", explica Ianire Estébanez, una de las autoras del estudio, quien se apresura a aclarar, para que no cunda el pánico, que "esto no significa que le hagan caso".
Algunas abortan la conversación a la menor sospecha. "Si empiezan con Hola wapa, los rechazo inmediatamente", asegura una chica. "Si en la solicitud pone, por ejemplo, cualquier cosa guarra de esas, pues digo: degenerado, lo ignoro y ya está", comenta otra menor. Aparentemente no le dan la mayor importancia, ni se sienten violentadas. "Lo tienen normalizado, igual que el acoso callejero, que alguien te diga: Guapa, cómeme... Pasan y ya está. En las redes hacen lo mismo, ignorar y se acabó", equipara esta psicóloga.
Pero, aunque las adolescentes no se den cuenta, esta "violencia sutil y simbólica" va dejando huella en su autoestima. "Les afecta en la medida en la que se están dando cuenta de que para el resto del mundo son un objeto y son valoradas por sus tetas y por enseñar sus fotos. Les afecta en el sentido de que quitan importancia a actitudes que son acosos", indica Estébanez. Con esa normalización, advierte, "se están fomentando adolescentes que solamente crean su identidad en función de si le gusto al otro o no".
Las jóvenes veinteañeras consultadas sí perciben, en cambio, los contactos no deseados como un problema. "Les agobia que les envíen mensajes esos degenerados, que muchas veces son compañeros. Porque siempre nos ponemos a pensar en el hombre pervertidísimo que contacta a menores a través de las redes, que no digo que no exista, pero también estamos hablando de conductas que tienen que ver con la normalidad de cómo se comportan ellos y ellas", aclara esta experta.
Los roles sexuales, según constata este estudio, en el que participaron un centenar de jóvenes, se perpetúan en las redes. "Se está reproduciendo el mismo estereotipo sexual de él tiene que ser el que liga o hace el contacto y yo soy la que me tengo que exponer en la Red, la que muestro mis encantos".
Las adolescentes, además de sus fotos, exponen sus sentimientos y vivencias en las redes sociales, con lo que tienen mayor riesgo de sufrir agresiones. "Antes escribías todo en un diario y lo cerrabas con un candado para que no lo viera nadie. Ahora lo cuelgan en Tuenti o Twitter y lo escriben sin razonamiento, tal y como lo sienten, sin pensar que lo están viendo millones de personas", comenta Estébanez.
Las advertencias de los padres caen en saco roto. "Los adultos decimos: Piensa lo que escribes, si quieres que eso lo vea todo el mundo... Pero es que igual sí quieren que lo vea todo el mundo. Estamos empezando a construir identidades, donde la virtualidad también es lo que yo soy y lo que quiero ser frente al mundo, y cuanta más gente me vea, mejor. Las redes también están favoreciendo mucho ese exhibicionismo, que antes no se facilitaba tanto", señala.
Las fotos que las quinceañeras se sacan poniendo morritos o en poses sensuales espantan a los padres, pero Estébanez insta a la sociedad a hacer autocrítica. "Suben eso porque lo suben todos y porque el modelo de referencia que ven en la tele es una chica que está buenísima y delgadísima. Si la sociedad sigue priorizando el aspecto físico sobre otros valores, también está fomentando que se expongan", razona y alude a la contradicción a la que se enfrentan las chicas. "Por un lado se les envía el mensaje de tienes que ser la más sexy y enséñame tu cuerpecito, nena, pero luego, cuando lo hacen, pensando que son libres y que no va a pasar nada, se les insulta", censura esta psicóloga. Lejos de pedir a los chavales que cierren sus cuentas -"sería como decirles que no salgan a la calle ni tengan amigos porque alguno igual les insulta algún día"-, lo que los padres deberían hacer, señala Estébanez, es generar en ellos "un espíritu crítico, restar importancia al aspecto físico y entrar en las redes sociales", de forma que los adolescentes no las vean como "un sitio superíntimo donde cuento un secreto y no se entera nadie", sino como "un espacio público donde solo tienes que enviar mensajes que quieres que sepa todo el mundo".
Dice Estébanez que WhatsApp, una aplicación que cada vez más chavales usan para comunicarse, "es la herramienta preferida de los celosos". "En línea y no está hablando conmigo, o sea que está hablando con otro y me está poniendo los cuernos". El ejemplo ilustra las "experiencias de control y celos" vividas por adolescentes y jóvenes a través de esta app, que también llega a ser "molesta" para los chicos, sobre todo de mayor edad. "La culpable no es la tecnología, sino la persona celosa, pero sí es cierto que facilita las malinterpretaciones", apunta esta psicóloga, para quien "se nos está yendo mucho la cabeza, en general, con la inmediatez, el tener que contestar al minuto y estar disponibles 24 horas". De no hacerlo, la imaginación vuela. "Ha leído mi mensaje y me no ha contestado. Eso es que no me quiere".
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