La crisis económica, en primer término, y la inestabilidad del tiempo en segundo lugar, con frecuentes lloviznas a lo largo de la mañana, trataron de dañar la celebración del Día del Gaitero, que se celebraba en Laguardia en su XXXIX edición, pero participantes y visitantes no dejaron de acudir para disfrutar de esa música y de la fiesta que se organizó por las calles de la villa medieval a lo largo del fin de semana. Organizada por la Sociedad Cultural La Gaita, de la capital de Rioja Alavesa, a a las siete y media de la tarde del sábado más de veinte grupos se habían reunido en la plaza Mayor para dar cuenta de su presencia a través de un pasacalles colectivo con el que recorrieron las angostas calles llenas de visitantes que no temieron la presencia de las esporádicas lluvias.
La asistencia de estos grupos, entre los que estaban los de Laguardia y otros de las dos Castillas, Aragón, La Rioja, País Valenciano, Cataluña y de otras localidades de Rioja Alavesa y Euskadi, no dejó de notarse hasta la hora de la cena, ya que tras el pasacalles los grupos de disolvieron por las calles para ir mostrando en cada rincón su particular folclore musical, mientras se compartía un vino de Rioja Alavesa, ya que todos los establecimientos hosteleros de Laguardia estaban abiertos, y, como se suele decir, hasta la bandera.
El sosiego de la cena lo fue tanto para los grupos que ya habían llegado a Lagurdia, como para los numerosos visitantes, ya que, según expresaban en diferentes restaurantes de la villa, todo el fin de semana los habían tenido llenos de clientes. Finalmente, y antes de irse a la cama a descansar, los grupos de gaiteros recuperaron fuerzas con sus recorridos de nuevo por las calles ofreciendo una atronadora muestra del folclore de todo el Estado.
Ayer domingo, el primer aviso de la fiesta fue madrugador. A las nueve y media de la mañana, una vez dada la bienvenida al resto de grupos participantes, se llevó a cabo un monumental pasacalles, con los 38 grupos presentes, cuya comitiva cerraba la Agrupación Musical de Laguardia. Además, no fueron los únicos que tuvieron una mañana ajetreada. A la entrada de la plaza Mayor se había situado un txoko donde no pararon en toda la mañana de preparar bocadillos de chorizo casero picante, con pan de Laguardia y acompañado por un vino de cosechero de Rioja Alavesa. Los primeros fueron para los gaiteros que iban a participar en el alarde, pero después se continuó hasta que se acabaron las existencias. Y eso que en los bares desaparecían los pintxos y bocadillos como por arte de magia
El acto central de la jornada se llevó a cabo sobre el escenario instalado en la plaza Mayor con los 38 grupos participantes. Este año, en contra de la tradicional costumbre, no se realizó ningún homenaje a ningún gaitero, ya que según el organizador, José Ignacio Jiménez, "con la crisis que hay lo hemos dejado para el año que viene". Terminado el alarde de gaiteros, se celebró un último recorrido por las calles parta acabar en una comida de hermandad.