Vitoria. EN el salón de Plenos de Vitoria se da la paridad entre hombres y mujeres, los concejales son 14, las ediles 13. Pero el alcalde es varón, un presagio de lo que sucede en los pasillos y despachos del Ayuntamiento: Ellas son más, pero mandan ellos.

El 52% de la plantilla municipal se escribe con nombre de mujer, también son ellas las que más títulos poseen, sin embargo, entre quienes se sientan en la cúpula predominan los varones. Son directivos y mandos intermedios con cargos de mayor responsabilidad y, por tanto, poder de decisión. ¿Qué significa esto? Pues que las mujeres siguen ocupando los puestos más bajos de la Administración municipal: técnicos, subalternos, administrativos... Visto así y atendiendo a los datos del anuario estadístico de 2012, no parece que las cosas hayan cambiado demasiado de unos años a esta parte. Y ello, a pesar de las leyes y planes de igualdad entre hombres y mujeres de las que se han dotado las administraciones públicas. Y es que, más allá del discurso político, la realidad se empeña en recordarnos que en las esferas más altas, en los ámbitos de decisión siguen siendo los hombres quienes llevan la batuta. Salvo excepciones.

También que sigue habiendo trabajos con mayor presencia masculina y otros con más mujeres. Basta fijarse en el departamento de Seguridad Ciudadana, o sea, en los agentes de la Policía Municipal: 400 hombres frente a 58 mujeres. Algo similar ocurre dentro del cuerpo de Bomberos: la diferencia es grande, ganan ellos 42 a 4. Por el contrario, a empleos como educadoras, trabajadoras sociales y limpiadoras les delata el artículo femenino. También a auxiliares de enfermería, geriatría o administrativas. En cambio, los puestos donde reinan los varones llevan títulos como asesores, cabos, directores de departamento, agentes, oficiales de mantenimiento e incluso ayudantes de cocina.

¿y los salarios? Si acercamos el foco a los salarios que a final de mes cobran los unos y las otras también se aprecian diferencias. Así, los sueldos más altos se los siguen embolsando los hombres. Normal -dirán- pues son quienes ocupan más altos cargos: directores y puestos de confianza nombrados a dedo, entre otros. Como ejemplo, de las 16 personas con mayor nivel retributivo, once son hombres.

En el otro lado de la balanza, de los 480 empleados con salario más bajo, siete de cada diez (352) son mujeres. Es ésta la categoría para la que no se precisa titulación media o universitaria, donde se incluyen los puestos de limpieza, subalternos... Y en mitad de la tabla, el grupo más numeroso de funcionarios del Ayuntamiento de Gasteiz pertenece al nivel 19, el de administrativos, para el que se exige tanto esta titulación como la de Bachiller.

Pero las desigualdades por sexo no acaban ahí y, a tenor de los datos, parecen extenderse también al vínculo que une a los empleados con la institución: entre los funcionarios interinos, los que no tienen plaza, hay más mujeres, mientras que entre el personal laboral fijo predominan los hombres. Y, cómo no, la totalidad de las excedencias para cuidar de los hijos las cogen las madres, a pesar de que la ley permite este respiro a ambos progenitores. Pero esto ya es una decisión que corresponde al ámbito familiar, no a la Administración. Curiosos son también algunos detalles extraídos de la distribución de sexos por departamentos o áreas municipales. Precisamente, en Función Pública, donde se dirimen las condiciones laborales de la plantilla, el porcentaje de mujeres es mayor, lo que no quiere decir que sean ellas quienes negocian. Lo mismo ocurre en Alcaldía, son más mujeres, sin embargo el jefe es varón, igual que sus tres asesores de confianza.

La pirámide de la plantilla municipal de Vitoria es la de 3.622 trabajadores, incluido el personal de las sociedades públicas, con una media de edad de entre 45 y 49 años, aunque ellos se acercan más a los 50-54. El 52% (1.871) es mujer y 1.751, hombres, cifras absolutas que pueden distorsionar la realidad que esconden.