NO todo el mundo puede decir que ha cobrado más que el presidente del Gobierno, ni que ha asesorado con temple a cuatro alcaldes. Alfredo Piris, sí. En su curriculum siempre quedará escrito que alumbró la gran expansión de Vitoria, aunque su nombre no brille en ninguna placa del callejero de Salburua y Zabalgana, ni cuelgue su retrato de las paredes de la Casa Consistorial. Ahora, el cuarto de sus jefes, Maroto, le quita la gerencia de Ensanche 21 para contentar a su socio presupuestario, el nacionalista Urtaran, y lo envía a un devaluado departamento de Urbanismo, donde casi nadie cuestiona su saber. A pesar de este dulce destierro, dicen quienes le vieron que su gesto era triste y afectado al salir del despacho del alcalde. Él, en cambio, asegura estar bien, tranquilo, a merced del Ayuntamiento. Se sube el telón.
Este ingeniero zaragozano lleva cuatro décadas ligado a Gasteiz. Ya estuvo en el 74 para trabajar en el proyecto de la autopista Burgos-Málzaga. Pero de Vitoria se trasladó a la jefatura de Tráfico y Transporte Urbano del Ayuntamiento de Pamplona, hasta que Cuerda lo rescató. Corría el año 1982, Felipe González arrasaba en las urnas y España respiraba fútbol cuando en una pequeña capital de provincias Piris tomó el mando del área de Protección Ciudadana para centralizar dos cuerpos: Policía Municipal y Bomberos. Fue por entonces cuando comenzó a hacer migas con otros técnicos de la casa como el años después polémico Antón Sáenz de Santamaría y el propio Iñaki Díez Unzueta, llamado ahora a sustituirle al frente de Ensanche 21, una sociedad urbanística en periodo de liquidación.
Acompañado de su mujer e hijos -más adelante llegaría un tercero- se instaló definitivamente en Vitoria. Y pronto comenzó a escalar peldaños hasta la cumbre de Ensanche 21. Su discreción, pose serena, tono afable y saber estar esconden una capacidad innata de liderazgo y una firmeza heladora. Y quienes han trabajado codo con codo con el alto funcionario le definen como un "gran" negociador, "para bien de la ciudad". Sin embargo, esa misma mano de hierro con la que ha contribuido a moldear el mayor parque de vivienda protegida jamás visto en Gasteiz le pasa ahora factura. Escándalos como el sobreprecio de los pisos de Arkaiate y la venta de suelo en el Alto de las Neveras han hecho que la mitad de los partidos del Ayuntamiento desconfíe de su gestión. Acostumbrado al poder, Piris prefiere manejarse en la sombra, alejado de focos y cámaras. Aun así, a petición propia tomó la palabra para defenderse y poner su cargo a disposición de la Corporación municipal. Aclaró que ya antes había presentado su dimisión -rechazada por Maroto- y que volvería a hacerlo. Además, sacó pecho para anunciar su renuncia a la cuantiosa indemnización a la que le da derecho el blindaje que firmó con Alonso. "No les saldrá caro", espetó.
La sombra de la duda rodea a menudo a quienes manejan operaciones de compra-venta multimillonarias o permutas de terrenos siempre interesadas. Pero el ya exgerente de Ensanche 21 no quiere ni oír hablar de la palabra corrupción en Vitoria. La Audiencia ya le exculpó hace tres años por el caso de los terrenos de Zurbano y él defiende una y otra vez la transparencia de Ensanche 21.
Ahora, a las puertas de la jubilación, el hombre de confianza de los alcaldes, el negociador, emprende una nueva etapa en su dilatada carrera profesional tras ser destituido por Maroto. Ayer fue su último día al frente de la sociedad urbanística, hoy se incorpora a Urbanismo, un departamento hermano en el que -paradojas de la vida- recaerán las competencias de Ensanche 21 si el Ayuntamiento da puerta a la sociedad. Se baja el telón.