Es fácil acostumbrarse a lo bueno, pero cuesta tiempo asumir un cambio. Por eso muchos vitorianos andan quejosos estos días: se avecinan nuevos recortes en la modélica red de puntos de encuentro y ocio de la ciudad. Las últimas medidas del PP enfocadas al ahorro conllevan la apertura de un centro cívico en agosto, el de Ibaiondo, frente al triplete habitual; la equiparación a partir de octubre de los horarios de los centros socioculturales, lo que reducirá el tiempo de servicio de la mayoría de ellos; y la desaparición de los ludoclubes tras el verano, debido a su "baja demanda". No son decisiones tan drásticas como las que llegaron a ejecutarse el año pasado, con la eliminación de decenas de cursos. De hecho, el gabinete Maroto las llama "readaptaciones", convencido de que al aplicarse los usuarios no van a sentir la tijera. Y tal vez sea así, pero ahora que ya pueden ver el filo sí se duelen. Y no tanto por las decisiones en sí, sino por el trasfondo que para ellos conllevan. "Los recortes siempre afectan a los mismos", coinciden los usuarios consultados por DNA.
Hay vitorianos que no entienden cómo por ahorrarse 22.000 euros el gabinete Maroto obliga a todos los abonados de los centros cívicos a desplazarse hasta Ibaiondo si quieren disfrutar de un chapuzón o un rato de lectura a cubierto durante el inestable mes de agosto. Para una economía doméstica, es dinero. Para un ayuntamiento que piensa en millones -Anillo Verde Interior, estación de autobuses, canon de capitalidad...-, la cantidad suena a migajas. "Y el perjuicio es grande, porque a ver quién se va a ir hasta allí. Para la mayoría de la ciudad, queda muy lejos", advierte Emilio a la salida de la piscina de Aldabe, precisamente uno de los equipamientos que abría tras las fiestas de La Blanca, junto con El Pilar y el polideportivo San Andrés. "La distribución tenía lógica", apostilla el nadador, "y si es cierto que ahora se ahorra dinero, me gustaría saber en qué se va a gastar".
Los recelos de Emilio responden al sentir general de la ciudadanía, escamada con la clase política tras tantos episodios de despilfarro y de corrupción. Por eso, aunque los usuarios coincidan en que está bien que el gabinete Maroto se aplique la filosofía de la hormiga, no acaban de aceptar el cambio de este verano. "Hay que procurar el ahorro, por supuesto, pero reducir la red a Ibaiondo porque tiene tanto la piscina de Aldabe como la biblioteca de El Pilar no tiene mucha lógica", opina Santiago. A él, de hecho, la nueva medida municipal le afecta directamente, porque es de esos usuarios que es fiel a su cita con la cubierta del centro cívico ubicado a las orillas del Casco Viejo incluso en verano. "Y no, hasta el fin de Lakua no pienso ir, así que tendré que cambiar por Mendizorroza o Gamarra", planifica, "aunque para lo que yo hago no es lo mismo".
Su tocayo Santiago, unos cuantos años más mayor, comparte discurso. Y hasta la rutina. En agosto, él acude a las piscinas de Mendizorroza a disfrutar de su baño matinal, pero si el termómetro baja hace lo que el resto del año: ir a Aldabe. "Así que este verano tendré que conformarme con las exteriores y esperar que haga bueno. No voy a ir a Ibaiondo porque es mucho viaje para dar unas brazadas", apunta. A pesar de la queja, eso sí, reconoce que quizá no queda más opción "que fastidiarse un poco y arrimar el hombro" para mejorar la economía local. Sólo espera que el equipo de gobierno sepa dar buen uso a esos 22.000 euros. Deseo que lanza con una mirada un poco más esperanzadora que la de otros compañeros de largos.
El comedido disgusto de los abonados por la apertura de Ibaiondo en el mes de agosto se torna en beligerante enfado al hablar con los vitorianos que acuden a los centros socioculturales de mayores. "Mal, muy mal, no hay derecho", rezongan, de primeras, los abuelos que entran y salen del número 14 de portal de Arriaga. El del barrio de Coronación es uno de los equipamientos de la red que van a ver su tiempo de servicio recortado, por la decisión del equipo de gobierno de equiparar las aperturas y cierres del conjunto. A partir de octubre, todos levantarán la persiana a las 10.30 horas -ahora, nueve lo hacen a las 10.00 y cinco a las 11.00- y la echarán a las 20.15 -en la actualidad, oscila entre las 20.00 y 21.00-. Una medida que conllevará un ahorro económico de 180.000 euros, aunque el gobierno asegura que lo importante es "la unificación".
El PP no quiere oír hablar de tijeras, "ya que de 20.00 a 21.00 horas el horario corresponde a servicio de cafetería, la programación de los centros no se va a ver afectada y el servicio de podología existente en seis de las instalaciones, uno de los más demandados, termina a las 20.00 horas". Sin embargo, los mayores se quejan con vehemencia. "Los políticos no hacen más que recortar, pero siempre recortan a los mismos, a los pobres, en vez de hacerlo a los que roban", critica Ricardo. Por eso le molestan los cambios, aunque a él no le perjudiquen especialmente, ya que podrá seguir yendo a leer la prensa, charlar con los amigos o jugar a las cartas sin problemas. "Es que no hay derecho a que ahorren de los mayores y en otras cosas no economicen", insiste este gasteiztarra.
Domingo aplaude las palabras de su compañero. Además, asegura que antes que modificar los horarios se podrían haber estudiado otras medidas para ahorrar dentro de la red de los centros socioculturales. "Siguen haciendo bailes, por ejemplo, y sólo van cuatro gatos", apunta. Otro que se queja del recorte en Coronación es Félix, sobre todo por lo que supone la reducción del horario en invierno. "Por la tarde me voy a andar, pero si hace malo lo cambio por el centro. Y que cierren a las 20.15 horas me parece un poco excesivo", señala este veterano. Además, al igual que el resto, lamenta que "siempre se recorte del indefenso mientras los poderosos se llenan las manos". De ahí que se pregunte qué hará el Ayuntamiento con el dinero ahorrado: dude de que lo guarde para invertirlo posteriormente en la tercera edad.
También los adolescentes de los ludoclubes van a ver cómo se baja la persiana, pero en su caso no volverá a subir. El equipo de gobierno ha decidido eliminar las salas de ocio y encuentro para chavales de 12 a 16 años porque, según dice, su uso era bajo y lo que demandaban los jóvenes eran "actividades al aire libre". Como compensación, se potenciará Xtraclub, un programa para esa franja de edad con actividades deportivas, viajes culturales y salidas. "Con el tiempo que suele hacer en Vitoria, habitualmente invernal, no me parece lógica esta decisión", sostiene el padre de uno de los socios.
Monitores de algunas de las salas también muestran su extrañeza por la medida y rechazan los argumentos esgrimidos desde el Ayuntamiento. "No es verdad que la demanda sea baja. Basta con venir un día para comprobarlo. Y no es cierto que estos adolescentes estén demandando actividades al aire libre en vez de ludoclubes", dicen. El Campillo, por ejemplo, cuenta con más de veinte fieles socios. Allí se relacionan, fomentan su creatividad y se divierten. Es un punto de encuentro que, a quienes lo usan, gusta mucho. Pero, quieran o no, tiene ya las semanas contadas. Tras las vacaciones de verano, los afectados tendrán que buscar una alternativa a cubierto. El ahorro manda.