¿PUEDE el creciente desempleo que sufre la ciudadanía alavesa derivar en una dependencia del alcohol? ¿La baja autoestima, la depresión, la ansiedad y el tiempo libre pueden formar un cóctel que lleve a las personas sin trabajo a caer en la bebida? El doctor Carlos Caso, del centro de Tratamiento y Orientación de Adicciones de Lakua, que inició su actividad en el barrio de Lakua con el inicio del nuevo año, explica que no se ha detectado una relación directa entre paro y alcoholismo, pero sí afirma que cuando existe un problema previo con la botella, la falta de perspectivas y el hecho de no sentirse útil pueden agravar el problema.

"No tenemos datos, pero sí impresiones, y sí hay personas que ante la falta de una ocupación diaria pueden beber más, el desempleo tiene sus repercusiones psicológicas, quizá el paro no causa problemas de alcoholismo, pero sí influye en las recaídas, normalmente hay un problema previo y es gente que ya está en tratamiento", afirma el experto del COTA, que en su primer mes de funcionamiento, el del pasado enero, atendió a 720 personas con problemas de dependencia al alcohol, la cocaína, las anfetaminas, el cannabis o el juego.

Paco, portavoz de Alcohólicos Anónimos, coincide en el análisis del doctor. "Lo que pasa con el paro es que mucha gente viene a nosotros con depresión, buscando una salida, pero el problema con el alcohol viene de antes", explica Paco, quien señala que estos días lo que sí están notando en Alcohólicos Anónimos -como todos los años, por otro lado- es que las Navidades causan estragos entre quienes quieren salir del pozo de la bebida. "Parece como que la gente se pasa un poquito más, pero el que tiene un problema lo tiene igual", señala.

En Alcohólicos Anónimos la terapia para sacar a la gente del pozo de la bebida consiste básicamente en estar siempre ahí, en tener un teléfono activo al que llamar en momentos de debilidad, en no juzgar y no preguntar, y en hablar de igual a igual, de alcohólico a alcohólico. Que la fórmula es efectiva lo demuestran los casi 80 años que han pasado desde que se celebró la primera reunión de la asociación en Akron, una ciudad del estado de Ohio.

En el COTA la pelea por la sobriedad se realiza, por su parte, desde un punto de vista médico. Así, explica Caso, cuando se produce una recaída importante y un cuadro de intoxicación alcohólica repetida se realiza una cura de desintoxicación con diversos fármacos, y se toman también una serie de medidas dietéticas con el enfermo en las instalaciones, que se encuentran en el barrio de Lakua. Ya por las tardes, el paciente regresa a su casa o a la residencia, si es que está interno en alguna institución de este tipo. Cuando se supera esa primera fase aguda, el tratamiento se sigue a través de consultas más o menos periódicas.

Caso explica que tras esta primera fase en la que se hace más hincapié en el tratamiento farmacológico las medicinas van dejando paso al trabajo psicológico, aunque hay otras terapias diferentes que se pueden aplicar en el terreno de la medicina para combatir el alcoholismo. Por ejemplo, la aplicación de fármacos disuasorios que en combinación con el alcohol producen efectos desagradables sobre el paciente y le ayudan a mantenerse alejado de la bebida. Estos fármacos, como la cianamida que utilizó un pinche de cocina de Gijón para intoxicar a sus compañeros, sólo se administran con un consentimiento informado del paciente.

Otra vía para combatir el síndrome de abstinencia en personas aquejadas de alcoholismo son los fármacos que inciden en el ansia de beber, que se pueden tomar en combinación con ansiolíticos.

"En cada caso particular se decide cómo actuar con cada paciente", explica el doctor del COTA, quien señala cómo a algunas personas les basta con acudir una vez cada mes o mes y medio a la consulta, otros son recibidos una o varias veces por semana, y otros han de pasarse al diario por el centro de Lakua.

El nuevo centro viene a sustituir a diferentes recursos que había dispersos por la capital alavesa, y atiende a un media de 70 pacientes en cada jornada, unas 1.500 personas cada año. La infraestructura, que comparte espacio con el nuevo centro de salud del barrio, ha costado 2,9 millones de euros y en ella trabajan unos 40 profesionales de 8.00 horas a 20.00 horas.

La incógnita de los ansiolíticos La crisis y el desempleo pueden agravar un problema con el alcohol. Los expertos dicen que hay que esperar un tiempo para verificar si los ansiolíticos, los medicamentos con los que se tratan los problemas de ansiedad, pueden causar el mismo efecto. "Una dependencia no se desarrolla en un año", responde Carlos Caso al respecto. El doctor, a día de hoy, no ha detectado una mayor incidencia de este tipo de abuso de sustancias, pero no pone la mano en el fuego porque "dentro de un año o dos" vuelva a responder igual, puesto que "la crisis empezó en 2008". La visita al COTA, sería el primer paso a la hora de admitir un problema con estos medicamentos contra la ansiedad, pero lo que sí es cierto es que su venta ha crecido y mucho desde que estalló la crisis, en 2008.