usted está cometiendo una infracción que a partir de ahora se va a sancionar con una multa de 200 euros", advertía la carta que el Ayuntamiento gasteiztarra envió pasada la última Semana Santa a los conductores cazados cruzando el centro de la ciudad sin autorización. De lo que no avisó es de cuándo esas cinco cámaras instaladas para controlar el veto al tráfico en dos itinerarios iban a empezar a sancionar, intentando así que los infractores no se aprovechasen hasta el último segundo de la oportunidad de atajar. Pero llegó el momento, en septiembre. Y trabajo no les ha faltado. El Consistorio ha impuesto desde entonces un total de 1.490 denuncias, con 148 vehículos reincidentes.

El balance demuestra, no obstante, que la prohibición con sangre entra. Cuando las cámaras aún no tenían capacidad sancionadora, entre 300 y 400 vehículos cruzaban diariamente sin permiso por los dos itinerarios marcados en rojo. Ahora, lo hacen menos de diez. Y la mayoría no ha repetido la hazaña, so pena de tener que volver a enfrentarse a una multa que oscila en torno a los 200 euros. Así que el objetivo del gabinete Maroto de reducir el tráfico motorizado por el casco urbano e ir recuperando espacio para el peatón va por buen camino. Y, mientras tanto, las arcas municipales se llevan un ingreso extra: 228.600 euros es el importe al que ascienden las sanciones interpuestas desde el mes de septiembre, según datos del equipo de gobierno.

Exentos quedan de la prohibición los vehículos de Bomberos, Policía, ambulancias y emergencias, la carga y descarga, así como los que transportan enfermos o personas impedidas y los vecinos cuyos garajes se sitúan en los trayectos vetados. Para los demás, están las cinco cámaras, colocadas en Cadena y Eleta, Fueros 2, Magdalena y la plaza Lehendakari Agirre para registrar la entrada y salida de coches. Así, a través de un control de los tiempos se estima que, por ejemplo, cruzar por Magdalena hasta Olaguíbel cuesta dos minutos, lo que permite diferenciar qué conductores pertenecen al colectivo al que no le afecta el veto y cuáles usan las calles restringidas como si fuesen alternativas para saltar rápidamente al otro lado del centro.

El primero de los trayectos controlados por las cámaras discurre entre Prado, Virgen Blanca, Mateo Moraza y Olaguíbel. Los usuarios sin permiso no deben recorrerlo sino girar por la calle Diputación a la altura de la sede de las Juntas Generales, y tampoco pueden acceder desde Magdalena a Cadena y Eleta. El otro es el que se sitúa en sentido contrario, por así decirlo, desde Fueros hasta Cadena y Eleta pasando por General Álava o, para aquellos que vienen del sur, por la calle San Prudencio.

La iniciativa forma parte del Plan de Movilidad Sostenible en el que Vitoria se embarcó en el año 2006 para poner freno al coche y devolver el protagonismo a los viandantes. No es la única acción con este objetivo realizada desde entonces en el centro. La estrategia de peatonalización continúa en el Ensanche, con obras como la reciente reforma de Fueros, acompañada de una progresiva reducción de plazas de aparcamiento que anima a los ciudadanos a utilizar el transporte público, coger la bicicleta o simplemente caminar. También sigue adelante la idea de crear zonas 30, trasladando a los ciclistas urbanos a la calzada mediante el calmado de tráfico.

Aunque Vitoria fue pionera en la peatonalización de calles céntricas como Dato, cada vez queda menos de aquella ciudad que durante décadas estuvo perfectamente planificada a la medida del tráfico rodado y permitía acudir al centro a través de anchas avenidas para aparcar sin problemas en pleno cogollo. Cada vez es más una green capital.