los últimos datos hablan de una media de ocho desahucios diarios en Euskadi, lo que viene a signficar que unas 8.000 familias han sido ya desalojadas desde que comenzó la crisis.

Muchos de los afectados por esta lacra social, a los que conocemos con nombre y apellido tras haber compartido con los medios de comunicación su complicada situación personal, coinciden en señalar a los bancos como únicos culpables de su situación. Lamentan que la crisis les ha llevado a no poder hacer frente a los contratos hipotecarios que en su día firmaron, y que las entidades financieras solo buscan ganar dinero a su costa.

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"Si no tienes nada que ofrecer a la banca no hay acuerdo posible"

Ante las numerosas quejas de los afectados que denunciaban que los bancos no están dispuestos a dar por buena una solución que no sea la del desahucio, el Departamento de Justicia dirigido por Idoia Mendia puso en marcha el pasado mes de abril un servicio de mediación entre afectados y entidades bancarias, que está gestionado por el Turno de actuación profesional. Desde entonces, el servicio de mediación ha gestionado 109 expedientes de los cuales en el 35% de los casos se ha alcanzado algún tipo de acuerdo que ha logrado paralizar el desahucio.

"Para ser una experiencia que lleva tan pocos meses en funcionamiento consideramos que es un porcentaje satisfactorio", celebra Gabino Mesa, presidente del turno de actuación profesional.

Mesa reconoce que llegar a un acuerdo con las entidades financieras no es tarea sencilla. Sin embargo, no es tan imposible como algunos denuncian. "El interlocutor de la entidad financiera tiene sus límites. Si no tienes nada que ofrecer a la banca, no puede surgir ningún tipo de acuerdo, pero a nada que le puedas dar un poquito...", señala el presidente. En este sentido, critica que "es muy cómodo decir que la banca no está dispuesta a negociar. Hay que tener en cuenta que cuando firmas un crédito te comprometes a pagar en unas determinadas condiciones. El yo no sabía lo que estaba firmando no sirve cuando se ha firmado ante notario".

Mesa confía en que, a partir de ahora, con los acontecimientos surgidos en las últimas semanas, sea todavía más sencillo llegar a acuerdos. "La situación hasta la semana pasada era una, pero ahora mismo estamos viviendo un giro copernicano. Hay que esperar a las nuevas medidas que vayan surgiendo. ¿Cuánto ha podido ceder el acreedor hasta la semana pasada y cuánto va a poder ceder a partir de ahora? No lo sabemos pero la lógica nos lleva a pensar que será más sencillo lograr acuerdos", reconoce.

Para poder hacer uso del servicio de mediación, quien lo precisa tiene que cumplir una serie de requisitos. Para empezar, el préstamo objeto del impago tiene que estar destinado a la adquisición de la vivienda habitual y no de otras actividades. Asimismo, este préstamo no debe superar la cantidad de 350.000 euros. Finalmente, el afectado tiene que haber agotado las vías de negociación con la entidad financiera correspondiente. Además, es necesario que la entidad financiera nombre un interlocutor. "De las 17 entidades financieras que trabajan en la Comunidad Autónoma Vasca, cinco no han nombrado a ninguna persona interlocutor por lo que no se han podido llevar a cabo mediaciones con esas firmas", señala Mesa, si bien no concreta de qué entidades se trata.

El éxito del 35% de los casos gestionados invita al optimismo a Mesa con respecto a la mediación. "Se han conseguido acuerdos interesantes, como daciones en pago, acuerdos de refinanciación o carencias de amortizaciones", detalla. Por ello, espera que el nuevo Gobierno Vasco siga apostando por este servicio. "Tendremos que esperar a que se conforme para ver si seguimos con el servicio o no", manifiesta.

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"Los empleados de ventanilla tienen las manos atadas"

Pero sin duda alguna, las señaladas por esta crisis son las entidades financieras. Los miles de desahucios que se han producido en todo el Estado desde que comenzó la crisis y los dos recientes suicidios que han ocurrido en Granada y Barakaldo -a los que hay que sumar una tentativa en Valencia- han crispado los ánimos de la sociedad, y se han producido ya varias concentraciones para protestar contra la actitud "abusiva" llevada a cabo por los bancos durante años.

"Es verdad que se han producido muchos abusos, algunos de forma consciente y otros inconscientemente, pero esta situación no es culpa de las personas que trabajan de cara al público, en la ventanilla, que son los que están pagando los platos rotos", denuncia Joseba Arrese, delegado sindical de ELA y responsable de salud laboral de BBVA, que explica que los trabajadores de ventanilla tienen "las manos atadas" y "muy poco margen de maniobra" para actuar ante los abusos cometidos por gente de rango superior. "Hay mucha gente con la conciencia muy tranquila por no haber hecho nada malo pero que está soportando las consecuencias de los errores cometidos por nuestros superiores, que son los que se están forrando", lamenta.

Las numerosas quejas y las actitudes violentas que día a día tienen que soportar estos trabajadores han creado un clima de tensión y estrés que ahora se está traduciendo en enfermedades como la depresión. "Hay mucha gente de baja que lo está pasando muy mal pero a los bancos les da lo mismo", señala.

Arrese es consciente de que la tensión ha aumentado en los últimos meses y, pese a todo, celebra que en Gipuzkoa apenas se ha producido "alguna acción aislada" de presión por parte de afectados por la crisis económica. Sin embargo, reconoce que existe temor entre los trabajadores que atienden directamente al público.

"No sabemos por dónde va a saltar esto pero estamos en una situación gravísima y en algún momento todo esto va a reventar", asevera.

Por el momento, Arrese desconoce que se hayan producido agresiones físicas a trabajadores en Euskadi, sin embargo teme que cualquier día se pueda llegar a las manos. "De hecho en Burgos ya hubo un empresario que quemó una sucursal de la Caixa, solo que tubo la deferencia de sacar a todos los que estaban dentro", recuerda. "Sería normal que llegara el día en que una persona en una situación crítica se liase a tiros en una sucursal bancaria. No es que tengamos miedo de esto, es que sabemos que va a ocurrir", reconoce, al tiempo que recuerda que "hace tres años, en una huelga general en Grecia, se quemó vivos a varios trabajadores de una entidad financiera".

A raíz de aquel caso, el departamento de salud laboral de BBVA ha puesto en marcha un estudio sobre la situación en la que se encuentran las distintas sucursales. "Lo que hemos advertido es que están completamente blindadas pero tienen una única salida. Son auténticas ratoneras. Si esa aislada tuviese algún sabotaje, no se libraría nadie", cuenta.

Por ello, Arrese ha iniciado una campaña de concienciación para que la empresa instale salidas de emergencia o respiradores. "Para que te hagas una idea, yo como delegado sindical este año no he pedido un aumento salarial sino salidas de emergencia en las sucursales", confiesa. "No es que esté en juego nuestra vida, es que también jugamos con la vida del cliente, porque en un momento de ceguera por lo cruda de la situación nadie hace distinciones entre empleados y clientes que puedan encontrarse en ese momento en el banco", señala.

Sin embargo, no es optimista con la respuesta de las entidades financieras. "Al banco lo único que le preocupa es el dinero. Hay protocolos para salvar el dinero pero no para salvar a los trabajadores", denuncia.