vitoria. La tranquilidad se ha convertido en una quimera en el seno de la Policía Municipal en los últimos tiempos. A la acumulación de denuncias en sede judicial en contra de varias decisiones de los gestores políticos del cuerpo, ahora se le añaden nuevas perturbaciones que amenazan con dinamitar la estabilidad del servicio. Entre ellas, el nuevo modelo policial que estudia implantar el Gobierno municipal. Y eso que aún no se conoce, al menos, no de manera pública, la hoja de ruta que debe guiar los cambios organizativos y de estructuras que analiza el Gabinete de Javier Maroto. Pese a ello, tal y como ha podido constatar este diario, la aparición de informaciones a cuentagotas al respecto ha abierto la espita del desasosiego en la plantilla. Parte de ella teme por los cambios en las condiciones laborales que conllevarán las modificaciones y otros por la ineficacia que, a su juicio, traerán a su trabajo ciertas medidas a implementar.

Estas cuestiones planeaban desde hacía unas semanas sobre el cielo, ahora cubierto, de la Policía Local de la capital alavesa. Sin embargo, consultados portavoces del equipo de gobierno del Partido Popular (PP), señalaron ayer a este diario que el documento que ha de recopilar las líneas maestras del futuro del servicio policial no está elaborado. En ese sentido, se supone que hay abierto un proceso participativo llamado a recoger las inquietudes y aportaciones ciudadanas y de partidos, organizaciones y del propio cuerpo para caminar de forma conjunta hacia un nuevo modelo policial para la capital alavesa.

Pese a tales consideraciones, los posibles cambios de modelos policial y organizativo del cuerpo empiezan a sembrar serios descontentos entre los agentes. Tales devienen del conocimiento de los postulados del equipo de gobierno. Éstos y otras consideraciones aparecen en un texto, suscrito por el propio director general del Departamento de Seguridad Ciudadana, Javier Sáez Lamas.

El texto en cuestión, al que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, está datado el pasado 27 de agosto y se presenta bajo el título Documento base para la definición del modelo de Policía Local en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. El mismo, en menos de 40 páginas, establece un análisis del estado actual del cuerpo y los cambios que se proponen en el modelo de trabajo de los agentes, modificaciones que, incluso, podrían suponer la desaparición de las condiciones de trabajo pactadas para los agentes entre los ejercicios de 2009 y 2014. De ahí que el malestar empiece a hacer mella en el seno de la Policía, en la que empiezan a oírse voces, unas más altas de otras, que cuestionan los postulados del hipotético cambio popular.

Una Unidad de Policía de Proximidad con 54 agentes a pie -que llegarán a sus lugares de patrulla a bordo de vehículos de distribución (furgones, como antaño)- o en bicicleta durante todo el año, cambios de turnos, redimensionamiento de la unidad GPA (Grupo de Prevención y Apoyo) -que doblará su dimensión para apoyar a los policías de barrio-, desaparición de otras unidades -como los patrulleros en coche (PAI)- o el redimensionamiento de otras, como los motoristas Bravo... Son sólo algunas de las pautas que propone el documento municipal que apuesta por un modelo policial muy concreto. Y, visto lo visto, y leído lo leído, la inexistencia oficial de un documento definitivo sobre el particular da al existente un carácter, cuanto menos, de líneas maestras. No en vano, el texto que maneja este diario tiene todo previsto. Número de agentes por turno y unidad, recortes en según qué servicios e, incluso, el equipamiento de los agentes. Se llega a justificar el uso de la bicicleta durante todo el año en las patrullas por los barrios de mayor dimensión. Literalmente, defiende la medida ya que "el patrullaje en moto resulta más duro y el equipamiento más costoso (...) Los desplazamientos en bicicleta resultan más amables en condiciones de bajas temperaturas y el vestuario resultará de menor coste".

Según el documento, los agentes de proximidad, además de resultar cercanos a la población, deberán asumir otras labores, como el control de tráfico cuando sea preciso. No obstante, el uso de las motos -herramienta de gran valor estratégico, por la movilidad que permite a los agentes - se reservará para eventos culturales o deportivos en los que sea preciso desenvolverse con mayor rapidez ante aglomeraciones de gente o circunstancias similares.

Precisamente, la habilitación de estos cambios supondría una revolución de las formas de trabajo que, en principio, no encontrarían acomodo entre los integrantes del cuerpo. Consultados varios agentes, que prefieren mantener el anonimato, entienden la ineficacia de patrullar individualmente con agentes a pie o en bicicleta. Las mismas fuentes aseguran que tales disposiciones significarían abandonar a su suerte a los patrulleros y sin apoyo en caso de necesitar ayuda.

redimensión del GPA Precisamente, en ese sentido, el documento que desvela este rotativo en exclusiva a través de estas líneas parece disponer, sobre el papel, de soluciones para ese tipo de contingencias. De hecho, en casos de ser necesaria la intervención inmediata en apoyo de otras unidades aparecerá la unidad GPA, Grupo de Prevención y Apoyo, creada por la concejal en sustitución de la anterior unidad de elite, la UOS, conformada, a su vez, por el anterior edil de Seguridad Ciudadana, el socialista José Manuel Bully. Las pasadas elecciones municipales llevaron al PP al Gobierno y al PSE a la oposición, circunstancia que supuso, de facto, la desaparición de la UOS, que incluso, recibió los parabienes del actual alcalde, Javier Maroto, por la eficacia de su servicio. Pero eso, ahora, es agua pasada. El caso es que el nuevo modelo policial en ciernes contempla a la GPA con 68 agentes, el doble que en la actualidad. Éstos abandonarían su horario actual -de carácter especial, por definición, ya que se les presupone especializados en tareas nocturnas en los barrios más conflictivos de la capital- para desempeñar sus funciones en rotación a turnos de mañana, tarde y noche. Es decir, serían el complemento de los agentes en los barrios y asumirían las funciones de las patrullas PAI -en coche-. El documento, incluso, prevé que tal medida sólo implicaría el pago de pluses por trabajar de noche.

Otras modificaciones Aparte de todo lo indicado, la apuesta de Sáez Lamas implicaría también la modificación de la Unidad de Medio Ambiente, la de Acción Comunitaria y la de Análisis de Investigación, con mayor dotación de agentes o con la creación de pequeños grupos de analistas -en el caso de la última, que entrarían a formar parte de la Unidad de Investigación con cuatro agentes técnicos cualificados en áreas como la sociología, la psicología, la criminología o el derecho-. Asimismo, la Unidad de Violencia Familiar mantendría las condiciones actuales.

¿Y por qué tanto cambio? En principio, el PP -que gobierna el Consistorio gracias a la minoría más numerosa de ediles en el Pleno municipal- considera un fracaso el modelo de Policía de Barrio, y así lo reconoce sin tapujos en el texto desvelado por este rotativo. Entre otras cosas, aduce la actual falta de definición en la actividad de los agentes, y la falta de control de los mandos, "ya que habitualmente sólo se emiten órdenes de servicio y éstas rara vez tienen que ver con los cometidos de la unidad". También achaca el mal rumbo a los medios utilizados. Al parecer, el uso de motos tipo Scooter hace que "la velocidad de la marcha impida establecer una proximidad física con los vecinos".

Es decir, la nueva Policía Local debería cambiar su forma de trabajo y su misión. La propuesta que está en la mesa de los responsables de la propia Policía y del Departamento lo tiene claro. Los agentes, además de las patrullas, tendrían que establecer una relación sistematizada y permanente con los agentes sociales de cada barrio o zona para recoger información y las demandas relevantes para la intervención policial. Todo ello, se debería hacer, según el informe, bajo un sistema supervisado y reglado por los mandos, que tendrán que procurar que la información recogida entre en el sistema para su posterior tratamiento

Una breve lectura del texto resulta esclarecedora y apuntala la idea del actual Gobierno municipal en busca de una Policía de Proximidad orientada a la solución de problemas. Para ello se proponen establecer una serie de líneas de actuación para cambiar el paso del modelo policial, para resolver lo que Sáez Lamas considera disfunciones organizativas, para mejorar el clima laboral y la relación con la ciudadanía o para resolver las carencias instrumentales que padece la Guardia Urbana.

El informe concluye explicando que él mismo es resultado de los análisis y del trabajo conjunto de la Policía Local y "del proceso de participación ciudadana", que debería constiuirse como marco teórico en el que debería insertarse el nuevo modelo.