Laguardia. La riqueza de un pueblo no sólo se mide por indicativos económicos. También se calibra por la calidad y cantidad de su pasado arqueológico. Y de ése, Álava está sobrada. Un buen ejemplo de esta circunstancia es lo ocurrido este fin de semana en Laguardia. Allí, la Sociedad de Amigos de la villa celebró el pasado domingo la reapertura de su impresionante museo en la calle Mayor de la capital de Rioja Alavesa, donde se muestra una parte de un enorme patrimonio arqueológico y etnográfico, fruto de muchos años de investigación y de donaciones. Al respecto, Estitxu Beistegui, secretaria de la citada entidad, acompañada por otros miembros de la misma, actuó de anfitriona en una jornada en la que la villa se vio desbordada de visitantes, ávidos de disfrutar de sus vinos y de su rico patrimonio histórico.

El museo ha estado cerrado desde 2010 y, desde entonces, la Sociedad de Amigos de Laguardia ha destinado tiempo y recursos en su renovación y en actualizar las herramientas de la organización, como la nueva página web, capacitada ahora para crear itinerarios didácticos para niños y jóvenes. En ese sentido, Estitxu Beistegui señala que "se ha elegido de entre toda la colección de la Sociedad de Amigos de Laguardia lo más destacado, se ha organizado para una visita cronológica, desde el Neolítico hasta el siglo XX".

Bajo esas perspectivas, las piezas que se muestran son principalmente de Laguardia, aunque "antes, en el antiguo museo, había piezas tanto de Laguardia como encontradas en otras zonas. Ahora el 90% es de Laguardia o relacionada con Rioja Alavesa, como los dólmenes, los yacimientos o los diferentes pueblos". Por lo tanto, un paseo por las diversas dependencias que conforman el museo muestran que la colección es muy amplia y variopinta, de todas las épocas. Además hay otras colecciones que se corresponden con la Guerra Civil, con la botica de Lera, o con las escuelas.

Lo llamativo del caso es que el museo se mantiene gracias a las cuotas de los socios y algunas subvenciones por actividades. Además, en lo que se refiere a la renovación del centro, ésta ha sido posible gracias a la Fundación Hospital San Raimundo de Laguardia, que al desaparecer hizo unas subvenciones a todas las asociaciones del pueblo. "Con esa subvención hemos podido hacer la obra, crear la página web y diseñar los itinerarios didácticos".

La Fundación Hospital San Raimundo se creó en el año 1920, por iniciativa de doña Leonor Rambaud, como un centro de atención sanitaria para personas sin recursos económicos. Su comienzo fue complicado, ya que el Ayuntamiento que había entonces se negó a facilitar el enganche de agua potable hasta que admitiese que los enfermos de Laguardia serían atendidos gratuitamente, mientras que los de la comarca tendrían que pagar una pequeña cuota. Tras el rifirrafe, logró que se le enviase 5.000 litros de agua desde El Collado cada 24 horas, y la licencia de actividad para que las Hermanas de la Caridad pudieran desarrollar su labor asistencial, que ejercieron hasta la universalización de la asistencia sanitaria. En mayo del año pasado el único patrono de la Fundación solicitó la desaparición de ésta y donó los recursos a varias entidades, entre ellas a esta Sociedad de Amigos de Laguardia.

En el museo se pueden admirar piezas sorprendentes, tanto de los yacimientos arqueológicos como provenientes del pueblo. Es el caso de la bandera de Laguardia, la primitiva, que se ha logrado conservar aunque estuvo aquejada de moho. Otra de las estrellas es la colección etnográfica, que gusta sobre todo a la gente mayor, ya que la mayoría de esas piezas habían ido desapareciendo de la vida rural o forman parte de recuerdos dolorosos, como una de las bombas que se utilizaron para el bombardeo de Gernika, que sólo por su tamaño ya impresiona.

Pozo celta para visitas Casi al asalto, sin comunicaciones previas y sin publicidad, también abrió sus puertas una de las joyas de Laguardia, que se encuentra protegida por el hormigón de la Plaza Nueva, en La Barbacana. Se trata del estanque celtibérico que, alejado de la vista de curiosos y dentro de la estructura de un parking, se conserva como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la vivencia de los celtas en este territorio. Es un gigantesco estanque que serviría de abastecimiento a la tribu que se asentó en lo alto del cerro ahora ocupado por la capital vinícola y que pudo ser utilizado, incluso, como lugar ceremonial, según algunos estudiosos.

Ese espacio pasó por momentos dramáticos a causa de la voracidad urbanística, pero finalmente se decidió que quedara a cubierto aprovechando las obras de un parking. Ahora el Ayuntamiento ha cedido la gestión a una empresa especializada, Arkeodoc, que además tiene un prestigio reconocido por haber llevado a cabo las excavaciones del estanque y en otros muchos lugares de Rioja Alavesa. La intención de la responsable de esa empresa es abrir todos los fines de semana y promocionar el lugar como espacio de actividades culturales y sociales.

Sea como fuere, la falta de recursos económicos está afectando también al turismo, y de hecho las dos inauguraciones del fin de semana no han tenido la más mínima promoción, no sólo por falta de recursos para ello, sino también por falta de tiempo. La Oficina de Turismo, atendida por dos personas, se ve desbordada habitualmente por las enormes avalanchas de visitantes deseosos de conocer mejor muchos puntos de la comarca de Rioja Alavesa.

Desde el Ayuntamiento no se dota de más personal a ese servicio, primero porque este año no se pueden realizar contrataciones por las limitaciones dictadas por el Gobierno central, pero además, desde la oposición existen sospechas de que se pudiera estar barajando la posibilidad de privatizar la información turística a través de una empresa, de la misma forma que se ha adjudicado por un procedimiento que se ha considerado apresurado, la gestión del estanque celta y las visitas a la Torre Abacial.