La medicina homeopática despierta filias y fobias. No hay término medio. O se defiende a ultranza o es denostada. A lo sumo, puede hallarse algún facultativo inusualmente escéptico. Sin embargo, en el Estado español cerca de 10.000 médicos prescriben productos de esta especialidad, cuestionada por científicos y facultativos.
La Agencia española del Medicamento (AEMPS) ha autorizado hace unos meses los primeros 12 registros de fármacos homeopáticos en el mercado estatal. Aunque en las farmacias desde hace buen tiempo se pueden adquirir cientos de productos homeopáticos. Nada menos que 3.000 sustancias de origen vegetal, animal y mineral utiliza la homeopatía para curar dolencias, sean leves, graves o crónicas.
Esto es posible porque desde el año 1995 la AEMPS incluye los medicamentos homeopáticos en la ley a través de una Disposición Transitoria a partir de la cuál todos los medicamentos presentados se podían comercializar hasta su futura autorización. “Lamentablemente, la administración no ha dispuesto en todo este tiempo de la infraestructura necesaria ni los conocimientos para abordar la autorización de los 19.000 medicamentos homeopáticos existentes. En paralelo, la Directiva Europea ha ido desarrollando soluciones para regular los medicamentos homeopáticos a nivel europeo. Es así como surge el registro descentralizado, el cuál ahora ha sido aplicado por la AEMPS para autorizar los primeros registros de Lycopodium de Laboratorios DHU”, explica Álex Castilla, Director General de Laboratorios DHU Ibérica y diputado de Echamp (European Coalition of Homeopathy and Antroposophic Products).
La homeopatía es un tratamiento basado en la administración de pequeñas dosis de sustancias medicamentosas para activar las defensas del organismo y llegar suavemente a la mejoría o curación. Se sustenta en el principio de que lo semejante se cura con lo semejante. Los remedios homeopáticos se elaboran diluyendo progresivamente una sustancia y sacudiendo repetidas veces el preparado. Fue Samuel Hahnemann quien a finales del XVIII puso a punto la preparación y administración de estos fármacos.
Los detractores de estas terapias, que se cifran por miles, las definen como pastillas de azúcar, placebos que solo tienen efecto en pacientes que tienen fe. El origen de la polémica sobre su eficacia radica en que la dilución es tan acusada que a veces no queda ni una sola molécula de ese principio activo original. Pero, quienes defienden con ardor guerrero la homeopatía argumentan que es eficaz y que hay evidencias científicas que lo demuestran. Les gustaría que en nuestro entorno estas terapias estuvieran incluidas en la sanidad pública, como sí sucede en Reino Unido y Francia.
En el Estado se calcula que 3.000 médicos de atención primaria, 3.400 pediatras y 3.800 facultativos de otras especialidades prescriben fármacos homeopáticos. En algunas Universidades ya están impartiendo másteres sobre esta disciplina en los cuales solo pueden matricularse médicos, veterinarios o estudiantes de Medicina del último curso. ¿Por qué tantos estudios para una terapia que muchos vilipendian?
“Lo hacen por desconocimiento. En el Estado nos hallamos con que todo el entorno administrativo, sanitario y político en torno a las decisiones a nivel sanitario no dispone de una cultura de la aceptación de que la homeopatía es una medicina que está introduciéndose en la población y que tenemos la obligación de regular, porque así emana de la directiva europea”, explica Álex Castilla, especialista en marketing farmacéutico.
“La homeopatía no tiene ningún fundamento científico. Se basa en conceptos completamente erróneos: que queda algo de una sustancia cuando se diluye miles y miles de veces en agua o alcohol y que, cuanto menor cantidad de sustancia hay en la dilución, mayores efectos va a tener”, inciden sus detractores. De ahí que critiquen con dureza que las universidades abran la puerta a la homeopatía. “Es abrirla a la anticiencia, y las universidades no pueden presentar como ciencia algo que no lo es”. Una opinión no compartida por Itziar Lezamiz, presidenta de los homeópatas vizcaínos, quien públicamente realiza una defensa a ultranza de estas terapias.
En la Unión Europea mueren cada año 197.000 personas por los efectos secundarios de los medicamentos. “Los efectos secundarios producidos a partir de tratamientos homeopáticos son mínimos o inexistentes y cien millones de europeos recurren a estos fármacos”, argumentan en la Sociedad de Médicos Homeópatas. “Estas terapias reducen el coste de los tratamientos concomitantes que derivan del mal uso, por ejemplo, de los antibióticos”, añade Castilla, director general de DHU Ibérica, laboratorio que ha visto como la Agencia del Medicamento daba el visto bueno a la comercialización de varios de sus compuestos en el mercado estatal.
La homeopatía, convenza o no, dispone cada día de mayor número de adeptos, no solo entre los pacientes, sino también entre los médicos. El número de pediatras que optan por estos tratamientos se ha disparado en los últimos años, principalmente por el perfil de seguridad de los medicamentos y también por la facilidad a la hora de administrarlos. Además, según las directivas europeas y la Agencia Española del Medicamento, sí son fármacos, no chuches. “Hablamos de medicamentos con eficacia demostrada con estudios científico y ensayos, así como ocurre con los fármacos convencionales, los alopáticos”, señalan desde la Agencia del Medicamento. “Si no, evidentemente, no estarían en el mercado”, zanja Álex Castilla.
Aunque nos encontramos en un país con mucha leyenda urbana sobre la homeopatía, Castilla, reconoce que observan con esperanza como el colectivo alopático está totalmente abierto a conocer nuevos fármacos. “Lo está ya que es consciente de que sus pacientes -con el boom imparable del acceso a la información a través de la redes sociales- les demandan si hay otras alternativas a la medicina tradicional. El interés es creciente, ya que entienden que forma parte de su práctica y también de su formación diaria”, recalca.