bilbao. Con una espontaneidad a prueba de bomba, Marivi Bilbao Goyoaga (Bilbao 1930) se declara una fan incondicional de los toros, "aunque ya no voy nunca porque me insultaban", lamenta.

¿Cómo? ¿Dice que le insultaban?

Sí guapa, tuve que dejar de ir porque me insultaban a la entrada de la plaza, donde se colocan esos que protestan. Como me reconocían, me gritaban Mariví asesina... y me amargaban la vida, así que dejé de ir. Era muy desagradable. No hay derecho.

Y eso que usted era asidua.

Sí, íba a todas las corridas. Pero igual hace ya cinco años que no voy. Es cierto que también ha habido épocas en las que no he podido asistir porque estaba trabajando o porque no tenía pasta.

Le gustan desde que era una cría.

Me encantan desde que era pequeña. Y no entiendo por qué tanta hipocresía. Nos comemos todo, los cerdos, los pollos... pero los tendremos que matar primero digo yo ¿no? Entonces ¿qué pasa? ¿que ahora no podemos dejar que haya toros? Además de ser un arte, coño -digo un montón de tacos, pero nadie se ofende, puntualiza-; los toros son cultura, dan de comer a mucha gente y si los prohíben, muchas personas se quedarían en la calle.

Es tan taurina que echaron las cenizas de su marido, Javier Urquijo, con el que había vivido 35 años, en la plaza de Vista Alegre.

Javier y yo lo teníamos muy claro. Sin embargo, mis hermanos no. Nosotros éramos tres chicos y tres chicas. Las chicas íbamos a los toros con mi padre. Pero a mi madre y a mis hermanos no les gustaban. O sea que cada uno lo veía de una manera. Jamás se me ocurriría decirle a nadie si le tienen que gustar o no. Y mucho menos insultar. Hay que respetar ¡oiga!

Así que allí reposan sus restos.

Sí, sí, esparcimos las cenizas de Javier sobre el redondel de Vista Alegre porque allí le querían mucho y las crónicas de las corridas y todo las hacía él. Pedí permiso y nos dijeron que sí y allí que nos fuimos todos.

Creo que mientras daba la vuelta al ruedo con la urna, fumaba...

Estaba fumando y alguna ceniza se escapaba dentro de la urna. Es que sigo fumando mucho. Todo el rato. No desde joven, sino desde pequeña. Me metía en los cuartos de baño porque los padres no te dejaban. Una vez lo dejé y no pude.

¿No cree que una parece más progre si se se declara antitaurina?

Si, sí, claro. Además parece que no puedes opinar lo contrario. Yo creo que el problema es que la gente se cree que tiene siempre la razón y ya está.

¿Por qué no va gente del famoseo y del artisteo a las plazas? ¿Está mal visto?

Eso es porque están todos hasta los cojones, hablando mal, no porque no gusten los toros. Porque llegas, te insultan y tú tienes que estar callado, sin responderles, como si hablaran a una pared. ¿Entiendes? Pero yo conozco a muchísima gente que les encantan y tengo muchísimos amigos y amigas que van a los toros siempre.

¿Quién es su torero preferido?

Tengo muchos, muchísimos, pero ahora no te puedo dar nombres porque soy vieja y estoy perdiendo mucho coco. No me acuerdo de los nombres, las caras las tengo en la cabeza, pero los nombres no.

Si está hecha una chavala.

Que no, que no, que tengo 82 años, por eso me he retirado y he dejado Aquí no hay quien viva. Había que madrugar mucho, estudiar... era terrible. Ahora he dicho voy a hacer lo que me da la gana, por ejemplo dormir mucho. Y esas cosas. También me gusta ir al cine pero tampoco puedo porque acabo tiritando. ¡Qué coño hacen para que hagan tanto frío! ¿A ti no te ha pasado? El otro día, un señor dijo en la sala; pues yo, lo que nunca, en verano y con calcetines de lana.