DONOSTIA. Germán Payo es miembro de la Sociedad Internacional de Estudios de Humor y lleva 29 años experimentando el potencial de la risa, tanto a nivel personal como en el ámbito laboral. Así, ha dirigido conferencias, congresos y talleres de humor, como el que impartió ayer en el Palacio Miramar. Su proyecto más sonado, Educa desde el humor, un programa pedagógico aplicado en el Colegio Antonio Machado de Salamanca, ha sido merecedor de dos galardones nacionales de experiencias educativas innovadoras.

¿Es el humor tan terapéutico como se dice?

El buen humor es un arma para mejorar la salud física y mental de las personas. A nivel de herramienta física nos potencia el sistema inmune, por lo que cuantas más risas, seremos más resistentes a las enfermedades y al estrés. Los efectos mentales también tienen una repercusión tremenda en el humor.

¿El sentido del humor se nace o se hace?

Woody Allen diría que es algo propio de todo ser humano, pero desde mi punto de vista el humor se hace, y muestra de ello es que llevo casi 30 años intentando demostrarlo. Al fin y al cabo, consiste en desarrollar la creatividad y eso no tiene límites. Yo mismo sigo aprendiendo a hacer humor día tras día.

¿Cuál es la base fundamental?

Ante todo, hay que reírse de uno mismo y apreciarse como ser humano imperfecto; cada uno debe pensar que representa lo mismo que los demás, pero sin sentirse superior a nadie. Todos tenemos capacidad de contar historias divertidas, aunque si no nos aceptamos como tal, ¿cómo vamos a bromear con los demás?

¿Cómo debe desarrollar la creatividad aquel que no goza de un ingenio propio?

Básicamente, es necesario afrontar la vida de una manera más divertida y más positiva, pero sin negar las evidencias. Debemos aceptar que vivimos una mala época, pero eso no debe hundirnos. Los tiempos convulsos deben ser motivo para tener la fuerza de voluntad de seguir al pie del cañón sea como sea. Una vez conseguido eso, la capacidad de hacer humor se fundamenta en dar una vuelta de tuerca a todas las cuestiones que nos rodean a diario. Hay que intentar sacar de cualquier momento, por muy negativo que sea, una oportunidad para pasarlo bien.

¿Cuál es la receta para aprender a hacer humor?

Se aprende mucho de la gente que te rodea y de los humoristas. En mi caso, todo lo que sé es gracias a los demás. He aprendido a vivir los momentos duros, como enfermedades o fallecimientos, desde un punto de vista totalmente distinto. En vez de actuar como nos lo venden, creo que esas dolorosas situaciones también pueden dar pie a emplear el humor, para aliviar el daño causado. Siempre y cuando, actuemos con sentido común y dependiendo de la persona, el caso, el instante y el lugar.

¿Cómo aplicar el humor a la educación y al trabajo?

Principalmente, siendo positivo e invirtiendo en ser feliz. En ese sentido, hay tres áreas de aplicación general: la comunicación, la relación y la solución de conflictos. Además, se deberían fomentar los medios para lograr un mejor ambiente de humor en el aula o en el centro de trabajo: desde revistas de humor, talleres o jornadas de la risa, hasta concursos, exposiciones o empezar las clases con anécdotas. Hay mensajes que unidos al humor llegan hasta el fondo y son recibidos con mayor entusiasmo.

Por tanto, se aprende más con un profesor o un jefe con humor.

Un profesor con buen ánimo genera un ambiente ameno en el aula. Facilita la relación cercana con los alumnos y su aprendizaje es mejor, ya que el humor es la distancia más corta entre las personas. Ocurre exactamente lo mismo en el trabajo. Un jefe debe de ser capaz de establecer lazos con sus compañeros, relacionarse, comunicar, compartir humor y quitar hierro a muchos asuntos que sobre la mesa son mesurados.

¿Cómo se logra el equilibrio entre el humor y la seriedad?

No existen reglas generales, pero el sentido común indica la línea que no debe sobrepasarse nunca. No debe caer en el olvido que el sentido común va por delante del sentido del humor y cuando no se puede, no se puede.

¿Por qué la risa está mal vista en los altos cargos?

Creen que la seriedad vende más que el humor y no es así. Parece que por ser solemne le van a hacer más caso, pero están completamente equivocados. Uno puede ser serio, puntual, responsable y además, divertido. El humor, la risa, la seriedad, el tesón y el trabajo bien hecho son perfectamente compatibles y deseables.

¿En qué casos no es aconsejable emplear el sentido del humor?

Utilizar el humor con fines educativos tiene el peligro que desemboque en desacatos o burlas. Es por ello que se debe mantener la alerta y controlar la repercusión que tiene en los receptores; puede llegar a herir.