EL mes de agosto no ha conseguido calmar las revueltas aguas que enfangó el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, con sus anuncios sobre la nueva reforma de la Ley del Aborto, que verá la luz previsiblemente este otoño. La indignación popular no deja de crecer y el debate se recrudece mientras se agiganta la división entre los que consideran que es una vuelta al aborto clandestino de los tiempos predemocráticos o los que ven en la reforma un avance en los Derechos Humanos.
Y es que la crisis económica no es el único tema que enciende la polémica porque los planes del Gobierno Rajoy de prohibir el aborto aunque el feto tenga malformaciones, como lo permite la legislación actual, ha generado una gran controversia y reacciones de protesta. Muchos tachan de involución la medida y portavoces como Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, alertan sobre las prácticas inseguras. "Puede reintroducir el turismo abortivo como cuando hace 30 años las mujeres se veían obligadas a viajar a Londres para interrumpir su embarazo".
Sin embargo, desde una postura diametralmente opuesta, las asociaciones contrarias al aborto aplauden las pretendidas modificaciones. Gador Joya, portavoz de la asociación Derecho a Vivir, afirma que prohibir el aborto por malformación del feto "no es suficiente porque hay casi otro 97% de abortos que se producen en España acogiéndose a lo que nosotros creemos que es un falso supuesto". Aunque los especialistas aseguran que se trata de un debate ético, no médico, DEIA ha querido reflejar dos opiniones contrapuestas de reconocidos ginecólogos que abordan un tema profundamente delicado y complejo.