En un Estado con cinco millones largos de desempleados y una economía que amenaza bancarrota, los funcionarios son el único colectivo de trabajadores a quienes señalan con el dedo tanto los políticos como buena parte de la población. El empleo vitalicio -de momento, al menos- y la seguridad de que la nómina la pague el Estado han creado un aura de privilegio, prácticamente desde los tiempos de Fernando VII, en un colectivo que en Euskadi hace encaje de bolillos para cuadrar presupuestos, operar a más personas más rápido, reducir subvenciones sin agraviar a nadie o trabajar sin cubrir bajas con la misma eficacia que cuando todo era alegría en la economía pública. De forma paralela, los funcionarios vascos han visto caer su nómina un 13% en apenas cuatro años, entre recortes y subidas el IPC, han dejado de recibir aportaciones en su plan público de pensiones y ya no cobran complementos si caen enfermos. Tres funcionarios -del Gobierno Vasco, la Diputación alavesa y el Ayuntamiento de Vitoria- analizan para DNA el día a día del sector, cada uno desde su perspectiva. Los trabajadores públicos alaveses muestran desde dentro una maquinaria administrativa que poco a poco se va quedando sin gasolina.
gobierno vasco
El necesario reajuste
Nuestro primer protagonista desarrolla su día a día en las dependencias del Gobierno Vasco en Lakua. Con varias personas a su cargo -no muchas- distribuye subvenciones, controla su ejecución y se encarga de solventar trámites administrativos. "En general en Lakua no estamos muy en contacto con la calle, otra cosa es ir a Osakidetza o a Educación, que son otro tipo de funcionarios y que seguro que están notando la falta de cobertura de vacantes. Aquí, si alguien coge una baja no se nota mucho, somos a veces un poco exagerados", asegura este funcionario de nombre ficticio Asier.
"Lo que ocurre -señala- es que si antes había tres millones para repartir ayudas de repente tienes dos y hay que ajustar, llega menos dinero al exterior, y esto ocurre permanentemente". Así pues, Asier tiene que "dar explicaciones a las empresas de que hemos disminuido los presupuestos, permanentemente estas pendiente de si van a recortar o no, de cuánto te van a recortar. Ahora no te atreves a dar prórrogas porque a lo mejor Hacienda no te deja y te quitan el dinero prorrogado, estás como más vendido y gestionando peor, porque les das prisa para que ejecuten". En general, "hay mucha inseguridad sobre dónde va a estar la pasta, qué van a hacer con ella, porque las instrucciones de recorte que hemos tenido, de unos cuantos millones de euros, fueron en marzo, y aprobaron los Presupuestos en enero".
Ese reajuste al que se enfrentan en las oficinas gubernamentales se traduce en mucho papeleo para reducir minimizando daños, pero para Asier, por otro lado, la situación actual "es una oportunidad, como todas las crisis".
Este funcionario cree, tras muchos años trabajando en diferentes trincheras de la cosa pública, que la Administración puede funcionar de forma mucho más eficaz sin subir las horas de trabajo ni los sueldos. "En el fondo estábamos dilapidando, no mirábamos porque teníamos dinero, y ahora lo miramos mejor. Sería bueno que aprendiéramos para que en el futuro, cuando vuelvan a estar las cosas bien, que lo van a estar, gestionáramos mejor", reflexiona Asier.
Ayuntamiento
Que no toquen al personal
Al contrario que Asier, Mikel, funcionario en el Ayuntamiento de Vitoria, va más allá de la gestión administrativa o del reparto de fondos y dirige personalmente programas del Ayuntamiento que tiran de personal municipal. Por eso establece, como punto de partida, una diferencia entre las acciones que precisan de presupuesto y las que no. "Los grupos de trabajo interdepartamentales o los procesos participativos que se llevan desde los servicios técnicos municipales siguen con total normalidad. El ajuste se ha producido en las acciones que conllevaban presupuesto; tratamos de no suprimir totalmente ninguna, sino reajustar en los casos que se puede para que ese programa no deje de servir a la ciudadanía", explica Mikel. En cuanto a las acciones que desarrollan los propios funcionarios, el trabajador municipal señala como "la única pega" el hecho impepinable de que "hay que hacer más con menos". Pero también por ahí pueden aparecer problemas más serios, y de hecho existe cierta preocupación entre el funcionariado.
"Puede darse una situación grave si se recortan recursos humanos, porque las plazas de programa no son fijas, y si hay menos todo el trabajo que se hace de manera directa automáticamente desaparece o lo tienen que llevar entre menos personas". Mikel teme también por "partidas que nos parecen esenciales para el desarrollo de las políticas que hemos diseñado, pero la decisión final sobre si esas acciones se ejecutan o cómo es política, no es técnica".
Ahí también se dan dos escenarios, el del cargo público que se fía de sus técnicos y el que toma la tijera con sus propias manos. "En nuestro caso sí hemos podido mantener el total de las acciones con menos recursos, nos han respetado", señala este funcionario municipal, que soporta en 2012 un recorte "más o menos del 25% o el 30%" y que desea, pero no espera, que sea definitivo. "Siempre estamos pendientes de que todavía pueda haber necesidad de ajustar algo, porque se produzcan descompensaciones ajenas a nosotros. Son prioridades que establece el equipo de Gobierno, y por lo tanto puede llegar se momento, de hecho yo no creo que todavía hayamos acabado con los recortes", señala.
Ante ese panorama, los técnicos municipales, al menos muchos de ellos, han optado por una estrategia muy concreta. "La gente está intentando ejecutar cuanto antes las partidas básicas, el pago técnico, no el desarrollo de la acción, por miedo a que pueda llegar la tijera", afirma.
diputación
Preparar el futuro
Javier ha ejercido un alto cargo dentro de la Diputación alavesa y sabe mejor que nadie cuánto hay que sudar para cuadrar ingresos y gastos en tiempos de dificultades. Dada su experiencia, su punto de vista no se circunscribe a un departamento o a un ámbito de actuación, su análisis es global, y su conclusión, clara: la Administración debe preparar el futuro económico de Álava desde ya.
"Una institución no es diferente a una empresa. En una empresa caen los ingresos y si mantienes los mismos gastos, el mismo empleo, los mismos costes de producción, pues al final puedes aguantar un determinado tiempo, pero si la caída de ingresos es estable, tienes que hacer ajustes. La Administración pública es lo mismo, la actividad económica cae, y por lo tanto caen los ingresos fiscales. En una empresa se entra en tema de personal y se trata de optimizar la producción, pero en la Administración pública prestamos los mismos servicios, por lo que los ajustes son inevitables, y ahí es donde entra el matiz político; qué es lo que se considera intocable y qué no".
Los técnicos, en ese ámbito, tienen poco que decir. "Ahí entra la ideología, algunos entienden que la educación y la Sanidad son sagrados, y otros creen que no, ahí está el debate", afirma Javier. En el caso alavés, dadas las competencias de que dispone la Diputación, "la parte más sensible es la del bienestar social". De momento no ha hecho falta tocar este ámbito tan sensible, pero con la aprobación de la ahora inoperativa Ley de Dependencia, muchos ciudadanos están viendo vulnerado un derecho subjetivo. "Todavía no ha habido una sentencia judicial que lo ratifique, pero alguien te puede denunciar reclamando su derecho a prestaciones residenciales, o asistencia domiciliaria o una nómina como dependiente".
Por ello, la Administración foral se enfrenta a "una situación es muy complicada", y es momento de tomar decisiones. "Hay que reordenar las prioridades sobre el gasto público, enfocadas a atender a los ciudadanos o a impulsar el tejido productivo, y lo demás abandonarlo o hacerlo en menor medida", apunta. Y a la vez, hay que ponerse a la cabeza en el diseño de un nuevo modelo que permita a Álava partir con ventaja cuando la sangría económico social pare. "Nos han cambiado la película, toca replantearse todo, y ahí está el éxito o el fracaso de las decisiones que tomes, pero no puedes sólo defenderte, como hace Europa, a base de contener únicamente el déficit". ¿Qué se puede hacer, entonces? "Tenemos que pensar qué queremos ser de mayores, sino seguiremos en esta situación de parálisis durante muchos años".