SI alguien quiere volver a saborear Caminos de Santiago en estado puro, sin masificaciones ni las comercializaciones propias de los existentes en España, fundamentalmente la vertiente francesa que va desde Roncesvalles a la ciudad compostelana, la vertiente de la vía Tolosana o Camino de Arles es una oportunidad única para mezclar ruta jacobea y naturaleza explosiva.
Como casi siempre, me costó encontrar la ruta adecuada debido a mi espesez crónica y a mis nulos conocimientos del idioma de Voltaire, pero, voilà, finalmente di con la solución. Realmente, el Camino de Arles forma parte de una Gran Ruta que enlaza desde el alto de Somport hasta pasado Briançon, más de 1.000 kilómetros que te dejan en la misma frontera con Italia a través de los Alpes y con señalización, y esto sí que es una bendición del Altísimo, en el doble sentido y perfectamente marcada. Salvo en las entradas en las grandes ciudades, como es el caso de Toulouse, las señales rojas y blancas del GR 653 se suceden de manera continuada sin asomo de duda. A ello ayudan los perfiles en el departamento de Gers, de trazado muy suave, con continuas zonas boscosas para aliviar el calor de la última semana y alojamientos casi asegurados al final de cada etapa. Eso sí, al doble de precio que los nuestros.
Alojamientos asegurados salvo en la llegada a Toulouse que me coincidió con las semifinales de la liga francesa de rugby entre el equipo local, el Toulouse y uno de sus antagónicos rivales, el Castres. Pensaba hacer una etapa de 15 kilómetros para quedarme a unos 20 de Toulouse y evitarme el tener que dormir en un jardín, pero ya desde los veinte kilómetros anteriores el "c'est plein" iba resonando en mis tímpanos de forma angustiosa. Cinco kilómetros antes de llegar al pont Neuf surgió el milagro en forma de garito junto a la iglesia de Saint Martin de Touch que me ha permitido, de momento, poder haber dormido a cubierto en los ya 1.428 kilómetros de andadura desde la salida del faro de Finisterre, que no es cuestión baladí.
Y hablando de kilómetros, otra vez mi espesor y mis prisas en los preparativos antes de emprender la marcha, me hicieron medir los kilometrajes por Francia con el Google Maps, como si fuera un Audi A4, por mitad de las autovías. Y, evidentemente, se ahorran kilómetros por mitad de las autovías pero te puedes ir jugando la vida, con lo que sigo el trazado oficial jacobeo que así, a bote pronto, me va a sumar unos 200 kilómetros más solo a mi llegada a Arles. Si no quieres taza, taza y media. Pero siempre será más recomendable caminar entre bosques y caminos que tragándote el agua que te lanzan los camiones. A las puertas de Toulouse, La Memoria es el Camino ya ha cubierto más del 20% del recorrido total estipulado, aunque como haya medido igual para todo, igual llego a Jerusalén exactamente el mismo día en el que vuelvan a anunciar que el Tren de Alta Velocidad ha sufrido algún pequeño retraso pero que llegará pronto a nuestras ciudades.