El proyecto para explorar y explotar, si procede, el gas esquisto que se presume existe bajo el subsuelo alavés ha pasado de la opacidad más absoluta en la que estuvo instalado hasta la visita del lehendakari López a Texas hace poco más de medio año a una sobreexposición, consecuencia de la oposición generada, que termina por abrumar al ciudadano que no es experto pero que quiere conocer los potenciales beneficios y los riesgos a los que se enfrenta el territorio si abre la puerta al fracking. Una buena manera de cribar tanta información es acudir a una fuente autorizada científicamente, con respaldo institucional e independiente. El informe que el Parlamento Europeo encargó el año pasado para evaluar las repercusiones de la fractura hidráulica, presentado en las jornadas organizadas en Villa Suso por el Departamento de Industria del Gobierno Vasco, promotor del proyecto, cumple estas premisas y es claro en su análisis. A este estudio se contraponen los argumentos de la industria de extracción de hidrocarburos y el propio Gobierno Vasco, que insiste en asegurar que no habrá fracking si no hay garantías ambientales.
Beneficios
Energéticos y económicos
Según el Ejecutivo, la mejora de la tecnología, que permite acceder a este gas natural atrapado entre las rocas a varios kilómetros de profundidad, puede aportar independencia energética a Occidente y proporcionar, de paso, una fuente de transición hacia las energías renovables. El gas natural ya es el más consumido en Euskadi, emite menos gases de efecto invernadero que el petróleo y además proporcionará empleo en abundancia. Las primeras valoraciones, luego matizadas, hablaban de cubrir el consumo de Euskadi para los próximos sesenta años.
El informe del Parlamento Europeo, por su parte, alerta de que estos pozos de fracking pueden ofrecer producciones espectaculares en sus primeros años, pero luego éstas declinan considerablemente. En ese sentido, advierte de que esta industria puede generar un aumento del consumo ante la perspectiva de una sobreabundancia ficticia de recursos energéticos, y presenta una comparativa entre una plataforma de varios pozos de fracking y una instalación solar, ambas de una superficie de en torno a 10.000 metros cuadrados. Según el informe, con una productividad similar a la de la cuenca Barnett Shale texana -con la que se ha comparado el yacimiento alavés, aunque se insiste en que cada pozo es distinto- se obtienen 11 millones de metros cúbicos en el primer año, 80.000 metros cúbicos en el noveno ejercicio, y 40.000 en el décimo. La central solar produce el equivalente a 70.000 metros cúbicos de gas todos los años, hasta que la instalación queda obsoleta 20 años después sin dejar ninguna huella en el subsuelo.
Repercusiones
En el paisaje
El estudio explica que a finales de 2010 la Barnett Shale contaba con 15.000 pozos en una superficie de 13.000 kilómetros cuadrados, lo que supone instalar algo más de un pozo por cada kilómetro cuadrado. El que en Álava se repita una situación similar depende de varias circunstancias. Primero, que efectivamente la Barnett y Enara sean similares. Desde Lakua no se ha entrado a explicar cómo quedaría el mapa de pozos -Fracking ez Araba habla de más de 2.000-, pues se supedita todo el proyecto de explotación, si éste termina ejecutándose, a los resultados que ofrezcan los sondeos de Subijana. En cualquier caso, el informe del Legislativo europeo recuerda que hay que interconectar todas las plataformas de pozos mediante carreteras para camiones, que hay que construir balsas para las aguas residuales y que los pozos han de conectarse por redes de recolección.
Emisiones y contaminación
A la atmósfera y en el suelo
El estudio del Parlamento asegura que el fracking genera emisiones de contaminantes atmosféricos por los camiones y los equipos de perforación -funcionan con motores diesel-, por el procesamiento y transporte del gas natural, por las emisiones de productos químicos y por las emisiones "provocadas por vertidos y explosión de pozos". Se refieren además "emisiones fugitivas" de metano, y se explica que en una localidad de Texas, Dish, se encargó un estudio independiente en 2009 que detectó "la presencia de altas concentraciones de compuestos carcinógenos en el aire y en las zonas residenciales, al margen de constatarse malos olores e incluso la muerte de varios potros "debido a una etiología desconocida". Por un lado se ha confirmado que los equipos de perforación y los depósitos de almacenamiento liberan "una cantidad extraordinariamente alta" de vapores de hidrocarburos. Por otro, no se ha podido demostrar una relación directa entre el fracking y perjuicios a la salud humana detectados allí donde se practica. Los defensores de esta técnica mantienen que el metano que sale de estos pozos es un gas que genera menos efecto invernadero que el petróleo. Sostienen además el Gobierno Vasco y la industria del fracking que los accidentes que se han registrado en Estados Unidos y que refiere el informe -erupciones de pozos, explosiones con trabajadores heridos o incendios con llamas de 33 metros de altura- se deben en la mayoría de los casos a la manipulación incorrecta de la maquinaria por personal escasamente formado y cualificado. El estudio coincide en este punto que achaca al factor humano la práctica totalidad de los accidentes, y plantea que las empresas con un historial "especialmente negativo" en cuanto a siniestros y multas deberían ser excluidas de los proyectos en Europa.
El agua
Se necesita en abundancia
La cuestión sobre la cantidad de agua que es necesaria para fracturar la roca y su procedencia no ha sido aclarada por los promotores del proyecto de Enara, aunque sí se ha apuntado a una capacidad de reciclaje de esas aguas. El estudio del Parlamento Europeo señala que los más de mil pozos nuevos de la Barnett Shale consumieron en 2010 17.000 millones de litros, a 15.000 metros cúbicos de media por pozo -en el embalse de Ullibarri, que abastece a Vitoria y el Gran Bilbao, caben 1.800 millones de litros-. Debe quedar claro, una vez más, que cada yacimiento es único y que en Álava puede ser necesaria más agua o menos. Afirma el estudio que en Estados Unidos se han producido episodios de contaminación por vertidos de lodos de perforación, reflujo y agua salada procedentes de los depósitos en superficie, por fugas y accidentes en tuberías y balsas, a causa del cementado incorrecto de los pozos o porque las fracturas, naturales o inducidas, permiten aflorar estas sustancias contaminantes. La mayoría de las reclamaciones registradas al otro lado del Atlántico han sido por contaminación de aguas subterráneas, y "existe una clara coincidencia" entre una mayor presencia de metano en el agua y la presencia de fracking. Eso sí, la relación directa no está probada.
Aquí sí que tanto el Gobierno Vasco como la industria texana son tajantes. No se puede contaminar el acuífero de Subijana porque, además de estar varios miles de metros por encima del gas esquisto, la roca que los separa ejerce una presión que impide que el gas vaya hacia arriba. Garantizan, por otro lado, que la tubería que lo atravesará, y por la que pasarán el gas y los lodos, llevará un triple blindaje.
Otro problema son las aguas residuales, cuyo plan de gestión reclaman los técnicos municipales y forales a los promotores del proyecto para conceder los permisos de obra. En EEUU se han registrado vertidos en humedales y arroyos. En Europa no ha habido apenas casos de contaminación de este tipo, aunque en Alemania se registró un vertido en 2007 que no se conoció hasta 2011.
Químicos y radiactividad
Otro posible peligro
En el subsuelo hay sustancias radiactivas naturales. El fracking puede hacer que estos materiales afloren a la superficie, pero en la mayoría de los casos ocurre en unas cantidades insignificantes. El estudio del Parlamento Europeo explica que los mayores problemas en este sentido se han registrado en la cuenca Marcellus Shale, cuya concentración de sustancias radiactivas es singularmente alta. En cuanto a los productos químicos que complementan al agua y la arena utilizada para fracturar la roca, éstos se encuentran en una concentración del 2%, y según el estudio, un 0,25% son tóxicas, un 1,02% son nocivas para la salud humana y un 0,19% son dañinas para el medio ambiente en el caso del pozo Goldenstedt Z23 de Baja Sajonia, en Alemania. El Gobierno Vasco aseguró en las jornadas de Villa Suso que empleará sustancias inocuas para la salud humana, aunque el informe advierte de que la composición exacta de estos aditivos químicos es confidencial. En principio, por cada metro cuadrado de roca a la que se aplica el fracking se emplean entre 0,1 y 0,5 litros de productos químicos. El informe del Parlamento Europeo señala que la fractura hidráulica puede hacer que estos productos encuentren una vía hacia los acuíferos si las roturas en la roca sobrepasan el ámbito previsto o si las tuberías de revestimiento que atraviesan los pozos de agua subterráneos ceden a las presiones por esta técnica de extracción de hidrocarburos.