Antoñana. Vecinos de Antoñana y visitantes rindieron ayer homenaje a uno de los alimentos más antiguos, en la actualidad protegido por la marca Euskolabel, que vela por que la miel llegue con toda su calidad hasta los consumidores.

La Feria de Primavera o Feria de la Miel de Antoñana celebró ayer su XVIII edición con un día totalmente veraniego, lo que animó a numerosos visitantes que acudieron a pasear entre los puestos de los artesanos y productores, junto con los inevitables stands de ropa y juguetes más propios de los mercadillos semanales.

Uno de los artesanos mieleros, galardonado además con un premio por su calidad, Sergio Martínez de Rituerto, de Apellaniz, explicó la gran diferencia de las mieles alavesas con las de otras zonas del Estado: "Son distintas floraciones, distinto clima, distinta altitud… Las mieles varían mucho, incluso en un kilómetro o dos. Pero es que, además, está batirla, que es tradicional de Montaña Alavesa", y una de las razones de ese color más claro. También señaló que las producciones varían mucho dependiendo de cómo haya sido el año: "No se pueden establecer criterios generales; este último ha sido regular porque no llovió nada en verano".

En Euskadi hay amparados poco más de una treintena de productores de miel por el sello de calidad, aunque también hay otros muchos que lo preparan y venden de forma independiente. Algunos de los más importantes se encuentran en la Montaña. En total, los apicultores amparados por el sello de calidad elaboran 70.000 kilos de miel al año, que se comercializan en establecimientos especializados, un 10% de esa producción en el País Vasco. De esa cantidad, alrededor de 3.000 kilos salen cada año de Antoñana.

Los criterios de calidad van desde la colmena, que debe llevar unas "alzas", un cajón sobre la colmena, que es el único receptáculo para la miel amparada; el transporte, que se debe realizar en los mismos paneles; la prohibición de suministrar alimentos o medicación a las abejas en época de producción; o el envasado, que sólo se puede hacer en empresas certificadas por Kalitatea.

A la feria de ayer acudieron unos pocos productores de la zona que dieron a probar sus productos e informaron a los visitantes de las características de cada marca. Pero no fueron los únicos. También había puestos con trufas y sus derivados. Y Leyre, con el stand de Salinas de Añana, donde acaba de comenzar la cosecha de sal. O el cucharero de Campezo, que aún trabaja el boj a mano.

La otra novedad de la jornada fue el centro de interpretación de la vía del ferrocarril vasco-navarro, hoy vía verde. Los vagones que acoge este enclave fueron el destino de muchas personas que acudieron a conocer las ofertas de turismo y ocio de la zona y a ver cómo se viajaba antiguamente en aquellos trenes que llevaban asientos de madera y luz de velas. En Antoñana también se dejaron ver las encajeras de la asociación Ega y sus bolillos.