vitoria. La rueda de prensa en la que el Gobierno Vasco iba a explicar sus medidas "para hacer frente a los recortes del Gobierno central en Educación y Sanidad" no comenzó bien. La sala en la que debía celebrarse estaba ocupada -se desarrollaba una jornada de Emakunde- y los asesores de prensa de los consejeros de Sanidad y Educación no sabían cómo solucionar el problema ni donde ubicar al numeroso grupo de periodistas y cámaras que habían acudido a la convocatoria. Claro que estos asesores no contaban con el arranque de autoridad desplegado por Isabel Celaá, quien nada más llegar (con 10 minutos de retraso) y enterarse de lo que sucedía lanzó un perentorio "que salgan de la sala por orden del Gobierno", que obró el milagro de vaciar el salón de actos para que ella y Rafael Bengoa pudieran enumerar sus acciones antirrecortes.

Lo paradójico de la situación es que la rueda de prensa que pudo celebrarse "por orden del Gobierno" era para oponerse a las órdenes de otro gobierno.

Celaá mantuvo durante toda la rueda de prensa el tono autoritario que utilizó para abrirse paso hasta el micrófono, sin embargo, no quiso comprometerse en la presentación de los recursos de inconstitucionalidad anunciados y se agarró a la posibilidad de diálogo planteada por el Gobierno español. Así, tras afirmaciones duras y contundentes del tipo "los decretos mutilan el estado autonómico" o "en Euskadi no vamos a tolerar estos recortes", Celaá decía que "aún hay mucho recorrido antes de presentar los recursos ante el Constitucional" o que esperaba "no tener problemas" para mantener sus decisiones en materia educativa.

Los recursos aún están siendo preparados por los servicios jurídicos del Gobierno Vasco y no hay fecha para su presentación, pero la imperativa Celaá dijo que "hay plazo suficiente" y reconoció que el plan del Lakua mientras dura su tramitación es no aplicar aquello que no sea obligatorio y confiar en que el Ejecutivo español rectifique.