Ustedes pusieron en marcha un proyecto para atender específicamente a menores. ¿Cómo recibieron la idea del Gobierno Vasco de poner en marcha su propia iniciativa al respecto?
La Unesco ha predicho, hace ya tres años, que el futuro de los suicidios estará en los niños, al estilo japonés, porque hay soledad, mucha competitividad y para ellos es muy duro. Han desaparecido además muchos valores y la tecnología está cambiando, el otro leí que un niño mató a su padre porque no le compró la Play Station, al final están solos con un juguete. Nosotros durante cierto tiempo mantuvimos esa línea telefónica para niños y adolescentes, y además también on line, pero como apareció de repente el Gobierno Vasco con ese otro teléfono pues lo hemos quitado. Es una duplicidad, pero resulta que ellos tienen x llamadas en tres años, y nosotros el triple en un año. Aquí había ya una especie de solera en ese sentido.
Y eso con muchos problemas para publicitarse.
Por supuesto, no tenemos dinero. Pero no se trata sólo de la infancia. Están los problemas de mediación familiar, otro servicio que pone el Gobierno Vasco. De acuerdo, los políticos deciden eso y se anuncia, saber, escuchar y comunicar. Eso no es una mediación familiar. Yo me pregunto, todos estos servicios centralizados cuánto cuestan a la ciudadano, lo nuestro costaba un mínimo. Yo no soy partidario de los modelos paternalistas o providencialistas, hay que cambiar el modelo de bienestar social, ya en el ochenta se anunció que era inviable. En los foros intelectuales ya se sabía que no se puede mantener. Es evidente que para eso hacen falta muchos años, pero hay que tener la voluntad de ir cambiando.
¿Cree que en su caso las instituciones han fagocitado una iniciativa ciudadana?
Fagocitar igual no, pero sí ofrecer un servicio paralelo. Nosotros llevábamos el teléfono rural y de ancianos y ahora una empresa ha ganado el concurso para hacerlo. Hablamos con ellos, les preguntamos si iban a poner el servicio en Vitoria y nos dijeron que no, allá se entiendan los ancianos de Vitoria, si les va mal que protesten.
¿Se sienten incompatibles con el actual modelo?
A nosotros nos gustaría seguir e incluso introducir técnicos en nuestros servicios, pero no queremos hacer la competencia a profesionales. Yo no puedo poner cosas gratuitas así como así cuando existen cantidad de profesionales en paro que hacen lo mismo. Por eso digo que el modelo bienestar tiene que cambiar. Si yo estoy pagando autónomos y me ponen un servicio gratuito, entonces, ¿para qué pago impuestos? Que cambien el modelo. Que no iba a haber dinero se sabía desde al año ochenta, y en Italia ya se sabía que de la crisis no se iba a salir hasta 2017 o 2018, ahora se empieza a hablar de esto en España, pero ya se sabía antes y no se hablaba de ello. No hay servicios para todos y no se pueden pagar, y mucho menos dos servicios para la misma cosa, como dice el Gobierno. De acuerdo, pero no me haga pagar usted dos o tres seguridades sociales. No hay dinero para pagar la Sanidad. Vale, pero que me digan cuánto se han gastado en tarjetas que no han servido para nada, por ejemplo. Y que me digan cuánto vale una cama en concreto, que sean transparentes en eso también. Nosotros hemos tenido también guardería de ancianos. Viene una ley y nos lo prohibe porque estaba en un piso no adaptado, a pesar de que el piso era de la Diputación. Vale, está muy bien que todos los discapacitados puedan entrar en las tiendas, pero hay tiendas que no pueden reformarse.
¿Y qué pueden hacer las instituciones al respecto?
Por de pronto que no exista la competencia entre profesionales públicos, privados, autónomos, las competencias de una diputación, un ayuntamiento y un Gobierno Vasco, que las cosas sean más de los ciudadanos, que es cuando se crea cohesión social y solidaridad, y no al revés. Al alcalde o al diputado x se le ocurre una idea, ¿y qué piensan los ciudadanos de esa idea? No ha salido de abajo. La Sanidad y los servicios sociales tienen que ser gratuitos para quien no tenga dinero, pero es que la gratuidad la puede dar el profesional, que le pasa la factura al ciudadano y éste la lleva al Ayuntamiento o al servicio que sea y se la descuenta. Sin necesidad de organizar otro servicio más, porque entonces da la impresión de que aumentamos la burocracia y todos sabemos que la burocracia es lenta. Cuando hay cambios de ciclo social es porque se coge lo bueno de los movimientos marginales, aunque no triunfen, y eso estamos viendo ahora. ¿Qué hacemos con tanto parado? El 15-M tenía su parte de razón.