La buena vida es cara. la hay más barata, pero no es vida". Xavier Monclús, sumiller oficial y relaciones públicas para España de los productos de Moët, Krug y Dom Perignon, recurrió ayer a esta cita para ensalzar las excelencias de sus vinos. El experto domina el discurso y la técnica que permite disfrutar al máximo de un champagne francés. Ayer, con la intención de que los congresistas participantes en el certamen gasteiztarra pudieran compartir esta experiencia, reveló algunos de sus secretos, con la vehemencia que le caracteriza, en una cata celebrada en el Palacio Europa.

Abrió el fuego con un Dom Perignon de 2003, una de las mejores cosechas de uva de los últimos tiempos. "No hay Dom Perignon del 97 o de 2001 porque ambas fueron malas añadas y cuando la uva no es perfecta, Dom Perignon no hace champagne. Si encuentran una marca de champagne de esos años, tengan por seguro que será malo", sentenció Monclús.

El maridaje perfecto para esta selección fue el jamón Joselito Gran Reserva cortado in situ. Ni su sabor ni su textura ni su apariencia, marmolada de vetas blancas, defraudaron a los paladares más exigentes. Un producto de incuestionable calidad que, según los últimos estudios médicos, presenta un elevado contenido de oléicos, lo cual es recomendable para combatir el denominado colesterol "malo".

propuestas locales La segunda vuelta de la cata dio comienzo con un Ruinart Blan de Blancs, un champagne chardonnay que acompañó tres propuestas de cocina en miniatura elaboradas por otros tantos locales de Vitoria. La idea consistía en presentar a los congresistas unas pinceladas de la creatividad local. El restaurante Rodaballo eligió para la ocasión un ravioli de papada de ibérico y bogavante. El MarmitaCo se decantó por un capuccino de Idiazabal con coliflor, cebolla frita y panceta, y el Toloño presentó un milhojas de habitas con verdel.