la pancarta que el pasado viernes encabezó la manifestación contraria al cierre del Centro municipal de Medicina Deportiva cuelga ahora de la escalera de acceso al servicio ubicado en el campo de fútbol de Mendizorroza. Enplegu suntsiketarik ez. Centro de medicina deportiva, ez itxi!!, reza el eslogan. Los mensajes de aliento a sus diez trabajadores no cesan. En apenas una semana, han recopilado más de 6.500 firmas de rechazo a la drástica decisión de Javier Maroto de clausurar el recinto definitivamente y todavía confían, aunque con recelo, en que el alcalde recapacitará y no lo dejará morir. Más de 30 años de historia lo avalan. Los miles de deportistas aficionados y profesionales -sobre todo los primeros- que se han puesto en las expertas manos de su equipo, también.
En el interior del centro, el tijeretazo de Maroto ha caído como un jarro de agua fría y la incertidumbre se entremezcla con la indignación. Desde que el concejal de Función Pública, Manu Uriarte, comunicó el cierre del servicio a su responsable médico, Juan Gandía, las noticias escasean y cuando surgen suelen ser contradictorias. No hay una fecha establecida para la clausura del servicio y el futuro de seis de sus trabajadores se encuentra en el aire porque no son funcionarios con plaza. Aunque estaba previsto que Gandía se reuniese con Maroto este mismo jueves, el encuentro finalmente no tuvo lugar.
Maylu Ayora y Chus Fernández de Landa son dos de las enfermeras más veteranas en el servicio. Integradas en la plantilla municipal, el Ayuntamiento pretende reubicarlas en la Residencia San Prudencio si cumple su amenaza. "Estamos muy enfadadas, primero, por las formas que han utilizado, porque ni siquiera se han acercado aquí para ver lo que hacemos. Y también por los argumentos que utilizan para justificar el cierre", sentencia Ayora, que trabaja en el centro desde el año 1994. "Quizá éste sea el mejor momento para que las instituciones se sienten en una mesa y lo arreglen", añade Fernández de Landa.
La profesional pide "que se involucre todo el mundo", tanto el Ayuntamiento como Osakidetza, la Diputación o las federaciones deportivas, para explorar un replanteamiento de la gestión del servicio y ajustarlo a una nueva realidad. Por ejemplo, aumentando las tasas que se cobran a los usuarios, muy bajas en comparación con los servicios de alta calidad que se les ofrecen. Muchos de los deportistas federados que acuden al centro a rehabilitarse de sus lesiones apoyan esta iniciativa, recogida en la moción aprobada este viernes en el Consistorio por Bildu, PSE y PNV.
Ayora y Fernández de Landa reciben un correo electrónico en el que se les informa de la aprobación de la iniciativa y no ocultan su alegría. "Esperemos que sirva de algo", anhela la segunda. No entienden que la decisión de Maroto obedezca a criterios económicos porque el servicio es "solvente por sí mismo". Un buen ejemplo lo representa la multiplicidad de funciones que ambas deben asumir: Pasar consultas, ayudar a los pacientes en las máquinas, atender llamadas telefónicas, cobrar por los tratamientos... E incluso acudir a emergencias que puedan darse en los cercanos recintos deportivos. De hecho, en mitad de la entrevista, salen corriendo desfibrilador en mano para auxiliar a un hombre con serios problemas en la piscina cubierta de Mendizorroza.
Entretanto, Karmele Gómez se ejercita en la sala de rehabilitación del centro para recuperarse de una trocanteritis, una lesión "de moda" que se le ha agudizado con la práctica del golf y la natación. No es la primera vez que acude al centro a superar una lesión. "Gracias a este centro no tuve que operarme del hombro", recuerda, donde le fue diagnosticada una dolorosa tendinitis. Gracias a los ultrasonidos y las tablas de ejercicios, Gómez avanza con rapidez en su recuperación. "El cierre me parece lamentable, se nota que no conocen este centro. Espero que haya una marcha atrás, porque el beneficio que aporta el servicio no se paga con su coste", advierte.
Muy cerca, Eduardo Sánchez trabaja su maltrecha rodilla en una máquina de excéntricos y no oculta su temor a que el servicio se clausure definitivamente. Federado en atletismo, considera "surrealista" e "indignante" la decisión del Ayuntamiento. Conoció el centro por primera vez en 1991. Una rotura de rodilla tras una caída le hizo pasar por el quirófano y fue el propio Juan Gandía quien le permitió "seguir corriendo". Desde hace cinco meses, se trata de una bursitis en el tendón rotuliano que requiere extracciones periódicas de líquido. "Si lo cierran, ¿a dónde voy? ¿Le digo a mi mujer que lo haga?", se pregunta.
Juanito Oiarzabal, uno de los deportistas ilustres que se han tratado en multitud de ocasiones en el centro, está de visita. El montañero vio "nacer y crecer" al centro allá por 1981 y su cierre supone a su juicio "una verdadera injusticia", teniendo en cuenta además otros planes en mente del Consistorio. "Tenían que recortar de otras cosas. ¿A qué viene remodelar ahora la Avenida? ¿Para qué nos vamos a gastar ese dineral?", censura Oiarzabal.
"Si hubiera razones convincentes y reales se podría entender, pero no las hay. Este cierre no está motivado ni por la falta de rentabilidad ni por el elitismo. Llevo viniendo tres meses aquí y no he visto a los deportistas de súper élite que tanto dicen que vienen". La crítica parte de María del Mar Maeso, federada en kendo, un arte marcial japonés que la ha llevado a ser tercera de España en dos ocasiones. En septiembre pidió cita en Txagorritxu para que le atendiera el traumatólogo de su lesión en los ligamentos de los dos tobillos y todavía sigue esperando. "Aquí hay una inmediatez que no tienes en ningún sitio. Que ajusten las tasas, porque es un servicio que hay que pagar", anima. La incertidumbre también asalta a Javi Ruano, enfermero, e Iñaki Ganzarain, fisioterapeuta con doce años de experiencia en el centro. Al menos, el segundo se muestra "optimista" por la respuesta que se ha encontrado la decisión municipal. "Los políticos no deben cerrar los oídos ante lo que está pidiendo tanta gente", advierte.