¿El sector ganadero atraviesa la peor crisis de las últimas décadas?

Sí. Ahora mismo, sobre todo, el vacuno de leche, que anda justo cubriendo gastos porque los precios están muy bajos. Y, en el de carne, se están manteniendo pero los costes de producción cada vez son más caros y los piensos están muy altos.

Además de los elementos que tocan en general, los datos rebelan que se han perdido más de 500 cabezas de ganado en los últimos tres años. ¿Cómo se hace frente a esto?

La lengua azul es una enfermedad que con la vacunación se controló fenomenal. Es una circunstancia que las explotaciones debemos asumir y esperar que los daños sean los menores. Pero la Administración actuó muy bien, con una campaña de vacunación rápida. En cuanto al lobo, se encuentra en una situación de mantenimiento y, aunque digan que hay menos ataques, son más de los que se dicen. Por otro lado, la situación del buitre está ahí y ataca cuando existe una falta de alimentación.

La buena noticia es que la lengua azul ya ha desaparecido y que se ha producido un descenso de ataques del lobo...

Es verdad que el lobo ataca algo menos, pero hay que tener en consideración que muchos ganaderos no lo denuncian porque los trámites administrativos son tediosos y se cobra tarde y mal, así que se acaba asumiendo la pérdida. Mientras no haya registros de los ataques y las bajas no se podrá saber cuántos son realmente.

Así que entre los ganaderos que no recurren por la lentitud del cobro de las subvenciones y los que no lo hacen porque no consideran que la solución sea la vía econcómica, ¿cuántas bajas pueden no haberse denunciado?

Eso es muy difícil de saber. En la zona en la que yo tengo la explotación, en Ayala, este año se han producido seis u ocho ataques. También se han dado varios en la zona colindante con Burgos. Al final, en el sector se oye que a uno o a otro le han atacado una noche, pero no hay una contabilidad exacta.

¿Qué soluciones se plantean desde el sector?

Los buitres atacan sobre todo en primavera, que es cuando hacen la cría. La Administración se debería plantear contabilizar el número de buitres existentes. En su día se les alimentó y entonces criaron. Cuando llegaron las vacas locas dejaron de hacerlo y tuvieron que buscar comida. Ahora se debería estimar el número de animales que hay y plantearse, por ejemplo, capturar algunos para llevarlos a zonas de Europa que estarían encantadas de recibirlos. No está en peligro de extinción. No se puede pretender poner fronteras a estos animales. Los ganaderos asumimos convivir con el lobo como se ha hecho siempre, pero no promover que haya un número específico de parejas. Y, además, ¿por qué nosotros sí y otros no?

¿Y entonces, qué se hace?

Desde el sector ahora mismo se habla mucho de la renovación de la Política Agraria Común (PAC). Como productor, el mercado está intervenido y no podemos juntarnos para poner nuestro precio a los productos, porque nos multarían, pero los grandes grupos sí que pueden adquirir nuestro producto, pagárnoslo a un precio y vendérselo al consumidor con unos diferenciales del 700 ó 1.000%. ¿A dónde van a parar esos beneficios? A nosotros también nos gustaría participar en esos márgenes y, quizás, ésa sería una buena solución. De todas formas, con la crisis tenemos los mismos inconvenientes que la mayoría. Hay problemas de financiación, cobramos tarde y mal. Y cuestiones como el lobo, el buitre o la lengua azul son la gota que colma el vaso.

¿Un matadero aliviaría la situación del sector?

No, pero sería una buena herramienta de trabajo. Se están cerrando varias instalaciones de este tipo en Euskadi y así se pierden sinergias de trabajo. Está desapareciendo, por ejemplo, el cebo y se está multiplicando el gasto por el coste de traslado hasta estos centros.