miles de gargantas enmudecieron ayer. Lo hicieron convencidas. Sin coacción y en libertad. Se llegó al silencio. Pero la causa merecía la pena. Se requerían gritos mudos de severidad para asegurar que esta sociedad no está dispuesta a tolerar a los que denigran a la mujer por el mero hecho de serlo. Un sigilo clamoroso que debe castigar la conciencia de aquellos que aún piensan que una mujer vale lo mismo que un pañuelo de papel, que se usa a conveniencia hasta que se decide destrozarlo cuando se considera inservible. Vitoria calló para luchar contra los que no hablan, contra los que no ven y contra los que transigen con la violencia machista. Ayer Vitoria respetó la memoria de las miles de víctimas que han dejado de vivir para temer en la conmemorarción del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres.
Ante tales circunstancias, la ciudad cumplió. Cada pocos metros puntos violetas en ventanas de domicilios particulares, comercios e instituciones recordaban que en pleno siglo XXI hay mujeres que pierden la vida ante la intransigencia, la falta de miras y la estupidez congénita de sus maridos, novios o parejas, características adquiridas en un caldo de cultivo enraizado en el tiempo.
En plazas y frente a instituciones crecieron pancartas y lemas, que encontraron su culminación en la manifestación que partió desde la Virgen Blanca a las 20.30 horas. Pero hasta esa protesta, el centro urbano, Lakua y distintos barrios de la capital alavesa quisieron sumarse en un clamor silencioso contra la violencia de género. Y más este año, en el que se pretende concienciar sobre las consecuencias de la lacra, cada vez más normalizada y aceptada entre los jóvenes. Quizás por ello, el territorio histórico decidió consagrar la simbología de la lucha ciudadana contra el maltrato de género a encontrar la aceptación de sus mensajes entre aquellos que aún tienen toda una vida por delante.
En ese sentido, la concentración con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres celebrada ayer en las escalinatas de la Diputación Foral de Álava, hizo un llamamiento a los jóvenes para "construir unas relaciones con el otro sexo basadas en el respeto, la autonomía, la libertad y la igualdad". En dicha concentración, tras guardar cinco minutos de silencio en memoria de las víctimas de la violencia de género, la diputada foral de Servicios Sociales, la popular Marta Alaña, señaló que ésta constituye "una lacra social muy importante".
Tampoco se olvidó la responsable institucional de evocar a aquéllas que ya no están entre los vivos. El recordatorio fue "para aquellas mujeres que tristemente no nos acompañan porque han perdido sus vidas por culpa de una violencia que se basa en las relaciones desiguales de poder que tradicionalmente han existido entre hombres y mujeres". Asimismo, subrayó el compromiso de Álava con la defensa de los derechos de las féminas y con el desarrollo de las políticas de igualdad, y ha señalado que "hay que trabajar mucho en la prevención y en la educación". Alaña, a su vez, se dirigió a los hombres "para que sean ellos mismos los que destierren de esta sociedad esa masculinidad mal entendida y esos comportamientos machistas que llevan a la violencia de género".
Sea como fuere, lo cierto es que cuando se habla una y otra vez de la lacra que representa la violencia de género para la sociedad, se corre el riesgo de saturar la capacidad de atención y convertir el problema en algo trivial. Sin embargo, el contador que registra los casos de agresiones a mujeres nunca descansa y el territorio alavés ha generado un total de 299 denuncias ante la Ertzaintza por este motivo entre enero y junio de 2011.
Dentro de la CAV, el número de víctimas de este tipo de ataques en este mismo periodo ha sido de 1.952 2.357 denuncias, lo que representa un 10% más que el año pasado. La directora de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género del Gobierno Vasco, Mariola Serrano, subrayó en su momento la necesidad de dar a estos datos "la difusión adecuada para lograr la concienciación ciudadana y avanzar hacia la tolerancia cero" en estas actitudes.
Perfil cada vez más joven Pero las palabras son una cosa y la realidad es otra. La situación empieza a cobrar tintes más que preocupantes, sobretodo si se tiene en cuenta que el perfil de los agresores es cada vez más joven. El 58% de ellos tiene entre 18 y 40 años y el 2,6% es menor de edad. En la mayor parte de las ocasiones, el agresor forma parte del círculo íntimo de relaciones que mantiene la mujer. Las estadísticas revelan que en el 76,4% de los casos, el agresor y la víctima están o han estado unidos sentimentalmente.
Trasladado a la escala alavesa, ello quiere decir que de las 299 denuncias tramitadas ante la Policía autonómica 262 denunciantes, 157 fueron casos de violencia ejercida por la pareja o la expareja. Otras 33 se correspondieron con agresiones intrafamiliares y las 13 últimas a ataques contra la libertad sexual. La eficacia de las denuncias queda fuera de toda duda, ya que la Ertzaintza ha tenido conocimiento de los 2.357 casos de violencia machista gracias a la tramitación de 1.667 denuncias. En un 86% de los casos, fue la propia víctima la que acudió a la Policía a exponer su situación, aunque en contrapartida otras 519 mujeres decidieron no interponer denuncia, si bien ello no impidió que se instruyera el correspondiente atestado policial.
De acuerdo con los datos ofrecidos por la directora de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género, los fines de semana se perfilan como el periodo más arriesgado. Los sábados y los domingos, en los que la convivencia con la pareja es más frecuente, acumulan más denuncias y arrestos por esta causa. En cuanto a las horas más peligrosas, la franja comprendida entre las 20.00 y las 23.00 horas se destaca como la más crítica. Las estadísticas también tienen en cuenta los meses en los que se contabilizan más casos de violencia de género. Marzo, mayo y junio han resultado ser los más conflitivos del año.
Al abordar el capítulo correspondiente a las características sociodemográficas de las víctimas, llama la atención el aumento de la presencia de mujeres extranjeras fundamentalmente de origen latinoamericano en este colectivo, que asciende ya al 31,5% del total, si bien hay que reiterar que el 68,5% es de nacionalidad española. El 55% del total es nacida en la CAV 5,5% en Álava, 31,5% en Bizkaia y 15,3% en Gipuzkoa y el 16,2%, en otras comunidades autónomas. A 30 de junio de 2011, cuatro mujeres alavesas disponen de vigilancia permanente para su protección mediante la asignación de escoltas y otra cuenta con una pulsera localizadora. 64 más, igualmente residentes en el territorio, disponen de un teléfono móvil especial, con el que pueden establecer una rápida comunicación.