Los vecinos del Casco Viejo han asumido el problema de la escuela Ramón Bajo como un problema propio del barrio. Así quedó demostrado ayer durante el Eskola Eguna, una fiesta organizada por distintos colectivos sociales y vecinales de la zona para reivindicar una nueva ubicación para el centro educativo, ya que el edificio actual se ha quedado pequeño y obsoleto.

Cientos de personas acudieron a la llamada realizada por los convocantes, agrupados en la plataforma Auzoan Hazi, Hezi, Bizi, para dar su apoyo a una medida que consideran clave para lograr la tan ansiada revitalización de la parte vieja. "Éste es sólo el inicio. Queríamos hacerles ver que no hay barrio sin escuela, ni escuela sin barrio", apuntaba ayer Antonio Escalante, uno de los miembros de esta plataforma, que anuncia una serie de movilizaciones hasta lograr un nuevo emplazamiento.

El mensaje parece haber calado entre los vecinos ya que ayer, resguardados de la lluvia bajo el tejado del polideportivo de El Campillo, había más que alumnos, padres y madres. Fueron muchos los que decidieron sumarse a la protesta lúdica para pedir a las instituciones una solución. "Las familias de ahora no somos más que usuarios temporales, el problema es de todos", aseguraba Amelia Barquín, madre de una alumna del centro.

Durante todo el día, y haciendo frente al mal tiempo, los asistentes pudieron disfrutar de juegos, talleres, conciertos y de una gran comida popular a la que se sumaron más de 300 personas. También hubo ocasión de visitar la escuela y comprobar in situ el estado en que se encuentra, "lleno de parches" según relatan las propias familias. "No hay más que ver su fachada y compararla con la del edificio de al lado, donde acaban de invertir un montón de dinero para hacer el semillero de empresas. ¡Vaya diferencia!", añadía Barquín.

La escuela del Casco Viejo acoge actualmente a un total de 173 estudiantes de entre dos y doce años. El crecimiento del alumnado es constante, sin embargo, el centro arrastra problemas de espacio y carencias estructurales de las que ninguna institución, ni el Ayuntamiento de Vitoria ni el Gobierno Vasco, parece querer hacerse responsable. "Dicen que no hay dinero para afrontar un traslado, pero no deja de ser una excusa. Al final es una cuestión de voluntad", señalaba ayer Ane Zelaia, también integrante de la plataforma.

Tanto este colectivo como la AMPA de Ramón Bajo celebraron la gran acogida que tuvo ayer la fiesta. "Las instituciones tienen que dejar de hacer oídos sordos y tomar las medidas necesarias para realizar este proyecto", señalaba Escalante. El proyecto al que hacen referencia pasa por utilizar el Palacio Escoriaza-Esquível, el antiguo hospital de peregrinos y el frontón para crear un gran centro educativo y cultural que no sólo albergue las aulas de la escuela, sino otros usos abiertos al barrio. Sin embargo, la propuesta no cuenta con el visto bueno del Consistorio gasteiztarra, que tiene otros planes para el palacio, en concreto, la creación del Museo del Vino.

En su lugar, el Gabinete de Maroto ha puesto sobre la mesa un plan alternativo. Está dispuesto a ceder el edificio Fray Zacarías, que ahora acoge la comisaría del Casco Viejo, para ubicar la escuela, siempre y cuando el Gobierno Vasco corra con los gastos del traslado y de la adaptación del inmueble. El Departamento vasco de Educación, sin embargo, ya ha anunciado que no va a poner dinero en este proyecto. "Entre unos y otros nos están toreando, no es más que una estrategia para quitarse el problema de encima", aseguraba ayer Miguel Ángel Hernández, otro padre del centro educativo.

Frente a la negativa de las instituciones, que se escudan en problemas económicos, la plataforma Hazi, Hezi, Bizi anuncia de cara a las próximas semanas nuevas acciones para tratar de darle una solución a Ramón Bajo. "A partir de ahora hacemos un llamamiento al barrio para que no seamos sólo las organizaciones presentes en la plataforma las que nos movilicemos en defensa de la escuela, sino que sea todo el barrio el que haga suyo ese objetivo", señalaron ayer.

Ajenos a la polémica, los alumnos disfrutaron ayer de un gran día de fiesta con sus compañeros y otros niños del barrio. "Ellos están encantados, pero con el tiempo se darán cuenta de que alrededor suyo todo cambia, la Catedral, Escoriaza..., todo menos su escuela, el corazón del barrio", añadió Barquín.