Vitoria. Los cementerios del territorio histórico de Álava acogieron ayer a miles de personas que acudieron a ellos para ponen en valor una de las tradiciones católicas más sentidas. En el Día de Todos los Santos (o de los Difuntos), las necrópolis como Santa Isabel o El Salvador asistieron al ir y venir de familias en busca de los recuerdos agazapados tras las lápidas de los que ya no están.
Se limpiaron los panteones, se llevaron flores y se rezó por el descanso de las ánimas de los fallecidos. Además, como de costumbre, las inmediaciones de El Salvador sufrieron ciertos problemas de tráfico y algunos conductores no tuvieron más remedio que armarse de paciencia para poder visitar a sus seres queridos.
Este año, sin embargo, la crisis se ha hecho notar también en los camposantos. Las lápidas lucían ayer menos colores que en otras ocasiones, pese a que la intención era la misma. Los familias no han tenido más remedio que apretarse el cinturón con la compra de claveles y crisantemos. Las floristerías han sido las primeras en notarlo. Los encargos para este día se han dado en menos cantidades que otros años. Frente a las plantas y grandes centros florales, los ciudadanos han apostado por pequeños ramos y flores sueltas.
El recuerdo, en cambio, no entiende de crisis y los alaveses no faltaron a la cita con sus seres más queridos, con flores o sin ellas, acompañados o solos, conservando una tradición que sigue muy viva.