Vitoria. No es necesario rastrear lejos para dar con el origen de la violencia que se ejerce contra las mujeres. Las víctimas están constantemente rodeadas de posibles agresores ya que, tal y como demuestran las cifras, más de la mitad de los casos de ataques machistas son protagonizados por los cónyuges o exconyuges. Sin embargo, otro foco destacado de asaltos se produce dentro del ámbito familiar. En Álava, una de cada cinco agresiones tiene como objetivo una mujer procede de familiares directos que no son ni la pareja ni la expareja sentimental. Dentro de este macabro ranking recopilado por el Instituto Vasco de Estadística, Eustat, los hijos de las víctimas, con 46 ataques registrados dentro del territorio a lo largo del año pasado, ocupan el primer puesto como agresores. Los padres de hijas menores de edad maltratadas, con una decena de casos en 2010, se situan en el segundo lugar y cierra el grupo el resto de los integrantes del núcleo familiar, con medio centenar de incidentes.

Al margen de la violencia ejercida por los adultos, las fiscalías vascas han mostrado en numerosas ocasiones su preocupación por el aumento progresivo de los delitos domésticos cometidos por menores de edad y han advertido que, en la mayoría de los casos, esta respuesta obedece a la incapacidad por parte de los padres de fijar límites estrictos a sus hijos. También crecen las situaciones en las que los menores simplemente rompen las normas de forma unilateral y, como consecuencia de ello, aparecen los graves problemas de convivencia. Conflictos que finalmente llevan a muchos padres a pedir legalmente que sus hijos sean apartados del domicilio. Sin embargo, esto no es siempre factible desde el punto de vista jurídico-penal, ya que algunas de las infracciones cometidas no permiten medidas de internamiento y se hace necesario acudir a los servicios de protección de menores para que sean estos quienes apliquen las medidas oportunas.

A la hora de ahondar en el perfil de los atacantes, los responsables del Colegio de Abogados de Álava, señalan que la educación, junto con la cultura, son los factores que en mayor medida crean personas maltratadoras, por lo que destacan la importancia de "educar a los niños y las niñas en igualdad y en unos valores de respeto mutuo y eliminación de la violencia como un medio más para solucionar los conflictos". Dado que dicha educación parte tanto de los centros escolares como de los hogares, los letrados subrayan que "las niñas que presencian en casa episodios de violencia doméstica y más aún si ya han sido víctima de ella, además de presentar problemas de salud, conducta, trastornos de alimentación, sueño, etc, tienen muchísimas más probabilidades que otras niñas de su entorno de repetir las mencionadas conductas cuando sean personas adultas".

Alejamiento breve Las medidas de alejamiento sólo tienen sentido, según advierten los fiscales, durante muy poco tiempo y de forma reversible. Puesto que el objetivo consiste en normalizar las relaciones familiares y que se establezcan formas de solución de conflictos de forma dialogada y pacífica, no conviene que los alejamientos sean prolongados. El internamiento en sus diferentes regímenes resulta "desproporcionado" en opinión del Ministerio fiscal y crea en el menor un sentimiento de rechazo incompatible con el espíritu educativo de la norma.

Con el fin de aclarar conceptos, los responsables del Departamento vasco de Justicia concretan que existe violencia doméstica cuando se producen agresiones físicas, psíquicas y psicológicas dentro del ámbito familiar. "Estas agresiones pueden consistir en golpes, contusiones, empujones, bofetadas, arañazos y semejantes, realizados en el cuerpo de las víctimas, así como insultos, amenazas, humillaciones, vejaciones y otras agresiones semejantes de naturaleza psíquica o psicológica y emocional", puntualizan.

A la hora de escudriñar en las motivaciones del menor que ejerce violencia contra sus ascendientes, una publicación del Gobierno Vasco centrada en la violencia filio-parental señala que, en general, "no puede decirse que la conducta de maltrato hacia los ascendientes esté motivada por problemas mentales de los menores, no cuanto menos como para ser considerado en los clásicos términos penales de disminución de la responsabilidad", si bien reconoce que "el consumo de sustancias actúa como catalizador de las agresiones".