Seis amigos de Vitoria no perdonan su cita semanal de los martes a las 20.00 horas en el bar Batzarre. Desde hace tres años, Marga Iriarte (58), Joseba Ruiz (53) y Julia Monja (60), junto con otras tres personas más, se reúnen para charlar. Durante esa hora se cuentan de todo, desde la noticia que más les ha impactado ese día, a lo preocupados que están por los achaques de sus padres. Son como cualquier otra cuadrilla más de la ciudad, sólo que ellos no se conocieron en la calle, sino en el centro cívico Amaia, el lugar en el que les explicaron en qué consiste el programa Mintzalaguna, que pretende tejer lazos sociales entre personas que tengan, como mínimo, el nivel sexto de euskaltegi. Esa presentación fue el único día en el que sus participantes estuvieron bajo cuatro paredes porque la particularidad de esta iniciativa, que en la capital alavesa nació hace cinco años, es que la lengua vasca no se ejercita con un libro de gramática en la mano, sino con un café. Se practica en lugares de ocio para llevar el euskera a las calles y para que así uno siempre tenga ganas de acudir a estos encuentros que organiza la Federación de Asociaciones de Euskera Topagunea.
Sólo en Álava el año pasado se inscribieron unas 800 personas, de las que 610 eran de Vitoria. "Es una experiencia enriquecedora. Siempre aprendes por las opiniones de otros y, además, lo haces en euskera", explica Julia, quien aprendió esta lengua con 28 años, cuando se apuntó a un euskaltegi. "Venía de Burgos y quise estudiarlo", recuerda. Su compañera Marga también se matriculó en uno de estos centros, cuando tuvo "a los críos". Cursó hasta el último nivel, el 12, "pero no me saqué el Euskal Gaitasun Agiria (EGA)".
Joseba, en cambio, empezó con 18 años, "en la época en la que ni existían los euskaltegis". Un motivo por el que empezó en un grupo que había en San Viator y que impartía "una chavala euskaldun". Con el paso del tiempo, Joseba se sacó el perfil III de Osakidetza, que logró acreditar su dominio del euskera. Se trata de un nivel bastante alto que también comparte con el resto de los integrantes de su grupo de conversación. "De nuestro grupo la que más sabe es Begoña, la de Gernika", reconocen.
En todos estos equipos, se intenta que tengan en común la edad, el lugar de residencia e incluso aficiones. "Aunque, eso sí, en todos ellos siempre hay una persona que domina la lengua. Es la figura del mintzalaguntzaile", explica Naroa Cuesta, técnico del programa de Vitoria. Para ellos, hablar este idioma en la calle sólo son ventajas. "Mejora la fluidez porque pierdes el miedo. Nos corregimos, pero sin cortarnos. Y si tenemos dudas, preguntamos: Nola esaten da...?", asegura esta cuadrilla.
También en el programa de Vitoria, aunque de otro grupo, es la donostiarra Zuriñe Rodríguez, de 23 años, quien se apuntó hace un año porque sus amigos de la ciudad vecina le dijeron que había perdido "un montón" al hablarlo, cada vez que volvía a su tierra natal. "Me apunté como mintzalaguntzaile, pero en mi talde todos tienen bastante nivel". Hasta ahora, quedaban los miércoles, de 19.00 a 20.00 horas, en la taberna El Parral. "También hemos hecho actividades complementarias, como el pintxo-pote por Zabalgana", afirma esta joven.
Mintzalaguna está consolidado ya en las cuadrillas de Vitoria y Zuia. En Montaña Alavesa, la experiencia se ha llevado a cabo en Campezo. "Maeztu se incorpora este año", añade Itxaso Balza, miembro de la asociación Amezti. La novedad de este curso es que el programa se intentará coordinar en los pueblos de Rioja Alavesa. "En Oion hace tres años que empezamos porque los que saben euskera, sólo hablan en castellano porque buena parte de su ocio, como compras o cine, se hace en Logroño", matiza Andoni Landa, un mintzalaguntzaile de Rioja Alavesa.