Llevaba dos años sin celebrarse por lo que hasta ayer no pudo festejar su mayoría de edad. Aunque todo estaba preparado a conciencia para que el Artzain Eguna de Amurrio resultara perfecto, la pertinaz lluvia hizo que fueran muchas las personas que decidieran no honrar con su presencia a la villa ayalesa, desbaratando así no sólo la cifra de asistentes prevista por la organización del evento sino también algunos de los actos recogidos en el programa. De hecho, las tradicionales exposiciones fotográficas y etnográficas de la asociación cultural Aztarna no tuvieron lugar en el parque Juan Urrutia. El recinto verde quedó un tanto desangelado con la única presencia de los ejemplares que configuraron la muestra de perros pastores vascos y una simpática hilandera a la que no la amedrentó la mala climatología. Allí persistió enseñando a todo el que se acercaba a su stand el ancestral oficio de convertir en madejas con las que elaborar calcetines y jerseys la lana procedente de las ovejas. Y todo ello con una rueca digna de museo.

Los que tampoco faltaron a la cita fueron los pastores homenajeados en la jornada. Y es que si hay algo a lo que están acostumbradas las personas que ejercen el oficio del pastoreo es a mantener el tipo en las cumbres, cuidando de su ganado, brille el sol, sople el viento o nieve. Su llegada fue recibida con sonidos de txalaparta y danzas vascas, en torno a las 11.30 horas, y todos ellos fueron obsequiados con txapelas, pañuelos y makilas por la importante labor que han llevado a cabo a lo largo de su vida en esta dura profesión. Se trataba de Crispín Arregi, de Zornotza. Un pastor de 75 años que ha participado en todas las ediciones del Artzain Eguna de Amurrio colaborando en el jurado del concurso de ganado (también en el de ayer) y que aún continúa llevando el rebaño al monte Oiz. "Desde muy pequeño iba a pasar el invierno con mi tío a Larrabetzu y como no tenían perro pastor entonces, era yo quien hacía la labor de ardizain", recuerda. Junto a él fue homenajeado también José Elejalde, de Lendoño de Arriba, un jovial pastor de 83 años quien, desde que con 13 años subió por primera vez con las ovejas a la Sierra Salvada ayudando a su tío con el rebaño, sigue pastoreando con un rebaño de unas 300 ovejas. Ahora es el pastor más veterano de la serranía.

Además, Clara Eugenia Bea (sobrina del anterior) fue la pastora escogida en esta edición para recordar la importante labor de las mujeres en esta ancestral profesión. No en vano, a los 14 años tuvo que dejar la escuela para ayudar a su padre con las ovejas en Lezama, labor que sigue realizando hoy día, compatibilizando la actividad agrícola y ganadera con el cuidado de la familia y el mantenimiento del caserío. A todos ellos se les sumó un homenaje póstumo al pastor orduñés del Caserío Oruro, Patxi Arbaizagoitia, que estuvo representado por su nieto mayor, Jon Mendibil. Arbaizagoitia ganó en 1956 el Campeonato Internacional de Perros Pastor y, con un rebaño de unas 200 ovejas que subía a la Sierra de Badaia. Dedicó toda su vida al pastoreo y a elaborar quesos de Denominación de Origen Idiazabal. Donde van los pastores llevan sus ovejas. De hecho, el público pudo disfrutar ayer de 267 ejemplares de ovino de raza latxa (medio centenar más que en la última edición de 2008), que conformaron una exposición de las mejores reses en control lechero y de latxas de cara rubia, así como el Concurso Interprovincial de Ganado. En él se dieron cita 19 ganaderos por cada sección de carneros, lote de cinco ovejas, y lote de corderas y un cordero. En el certamen, que repartió 1.620 euros en premios, resultó vencedora en la categoría de carneros y en la de cinco ovejas María Ascensión Castresana, de Belunza, mientras que en corderas el máximo galardón se fue para Zigor Aspiunza, de Llodio.

Al igual que en las últimas cinco ediciones, el Día del Pastor de Amurrio contó con un concurso de queso de leche cruda de oveja latxa, al que sólo podían concurrir pastores alaveses propietarios de rebaños con un mínimo de 100 reses y quesos con una maduración mínima de dos meses. Dados los requisitos, el certamen congregó sólo a nueve participantes, pero el resultado fue altamente satisfactorio.

De hecho, los quesos a concurso eran de tal calidad que hicieron sudar tinta al jurado para decidir a quien destinar los galardones. Al final, los tres mejores resultaron ser el de la quesería La Leze, de Ilarduia (200 euros), el de Unai Lekuona, de Araia (250 euros) y el de la Sociedad Cooperativa Aixtra, también de Araia que, además de 300 euros, se llevó un hermoso trofeo que fue entregado por el hijo de la persona a la que está dedicado este certamen: Ruperto Casanueva. Un hombre que, a pesar de ser natural de la localidad cántabra de Arnuero, dedicó toda su vida a la elaboración de queso, aunque no fue hasta 1966 cuando se estableció en Izarra, donde fue el pionero del queso industrial, dando a conocer la calidad de la leche de oveja latxa y fomentando la cría de muchos rebaños de las Sierras de Gorbea, Gibijo y Salvada.

La jornada también contó con decenas de baserritarras y artesanos de toda índole; demostraciones de elaboración de queso y sus respectivas catas comentadas; así como muestras de maquinaria agrícola y de esquileo tradicional (tijera) y neozelandés (mecanizado). No faltó la ya habitual colaboración de la Federación de Sociedades Gastronómicas de Alava (Boilur), que preparó una degustación a base de 150 kilos de oveja latxa, además de verduras y patatas que se repartió en cerca de 1.000 raciones. El ágape tuvo lugar a las tres de la tarde en la ermita de San Antón, y reunió a 300 comensales que degustaron todo tipo de productos del territorio.